martes, 25 de agosto de 2015

UN CATACLISMO (26 de agosto de 2015)


El Diario Montañés, 26 de agosto de 2015


No hace muchos años, cuando nuestro país abrazaba la espada y la cruz, a los matrimonios españoles sólo los separaba la muerte. La atadura de la iglesia sobre las parejas era de tal calibre que algunos sacerdotes pensaban, como Agustín González en ‘La escopeta nacional’, que lo que ellos habían unido en la tierra no lo separaba ni Dios en el cielo. Ahora todo es más sencillo, y el divorcio ya es exprés y ante notario. Y hasta es posible que las notarías tengan que reforzar muy pronto sus horarios de trabajo ante la avalancha de rupturas que se les puede venir encima.
Resulta que alguien está amenazando con publicar los listados de usuarios que le han robado a una red de contactos sexuales de mucho éxito, Ashley Madison, y tiene en vilo a miles de internautas que buscaban en ella el anonimato para llevar a cabo sus infidelidades conyugales. Más de 10.800 cántabros se apuntaron a esta página que tenía como eslogan «La vida es corta. Tenga una aventura», dispuestos a tenerla en secreto entre una clientela muy amplia. Al parecer el 90% de ellos son varones que pretendían superar su condición de unicoño –nombre que le daba José Luis Coll en su diccionario a los maridos fieles–. Para ello debían facilitar algunos datos íntimos, entre los que no podían faltar el número de cuenta y fotos personales (si se mostraban ligeros de ropa, mejor), y así entraban a formar parte del catálogo de intercambio de carne y sexo que ofrecía la web. El 10% restante son, al parecer, mujeres, a las que se exigía idénticos trámites.
Yo, si he de ser sincero, me estoy frotando las manos deseoso, cual espectador de telebasura, de que la amenaza se consume y salgan a la luz las listas y las fotografías para así conocer la identidad de nuestros 10.800 paisanos potencialmente infieles y de sus 10.800 parejas posiblemente cornudas. Si la filtración se hace pública, algunos pueden enfrentarse a un infierno mucho más duro que el de los 10.000 de El Soplao.
Y, mira por donde, nombrando El Soplao viene a mi memoria Marcano. Por hacerse una foto junto a él, el partido regional de Ciudadanos ha cesado de todos sus cargos, de manera fulminante y sin siquiera recurrir a un notario, a Esteban Martínez, que había sido el elegido por Albert Rivera para levantar su edificio político en Cantabria. Ha dado igual que estuviera vestido y que se retratara con el político regionalista por una causa solidaria. Para Ciudadanos la sombra de Javier López Marcano es tan alargada y peligrosa como la de Ashley Madison. Por eso Javier ha dicho con su sorna habitual que, vistos los efectos, tirará de su base de datos para hacerse unas cuantas fotografías más.
Si Marcano y los ‘hackers’ de Ashley Madison consuman sus amenazas, puede producirse un verdadero cataclismo social. 

martes, 18 de agosto de 2015

SENSACIONES (20 de agosto de 2015)


El Diario Montañés, 20 de agosto de 2015

Todos los años me pasa lo mismo: cuando se supera el ecuador del mes de agosto pienso que ya se ha terminado el verano. No es una certeza. Es algo irracional que acaso proviene de una herencia animal de los sentidos. Un modo especial de percibir que el aire ha cambiado, que la luz no es tan intensa, que las noches refrescan. Mi mujer, mucho más apegada a la realidad que yo, me dice que me pongo demasiado poético, que todo se debe a que los turistas han comenzado a marcharse y a que se me terminan las vacaciones. Que son sensaciones mías, cosas del carácter. Que no tengo ninguna base racional para decir lo que digo.
Y es posible que tenga razón, pero lo cierto es que cuando llegan estas fechas tiendo a manifestar un triste y perezoso pesimismo. Este año, además de esas sensaciones físicas, me están asaltando dudosas sensaciones políticas. Y esto es más preocupante.
Sucede que lleva un mes rondándome por la cabeza la sospecha de que en el nuevo gobierno bipartito de la región, el socio que menos votos ha obtenido en las urnas no está sabiendo administrar la confianza que le otorgó el que tuvo más votos. (Quizás no fue una cuestión de confianza; pudo ser un éxito que se ganó por méritos propios, sabiendo negociar desde una posición más débil). Sé que esto mío puede ser otra corazonada irracional, sin base científica, porque en la práctica no han comenzado a gobernar todavía. Pero tengo la sensación de que, además de haber tardado mucho en elegir a ciertos cargos, en algunos casos pueden haberlos nombrado por cuestiones que nada han tenido que ver con su valía personal. No sé. Me parece que han dudado demasiado –una especie de parto de los montes–, y los resultados han sido cuestionables. Como si no hubieran tenido banquillo suficiente donde elegir a tantos como necesitaban para cubrir unos puestos que ahora incomprensiblemente duplican.
«Falta personal. Que la tire cualquiera», me decía el otro día un amigo, socialista de los de siempre, haciendo un símil muy apropiado en esta semana en que la selección española de baloncesto ha estado por Cantabria. «Da un voto de confianza a los nuevos. Se merecen cien días de cortesía», insiste mi mujer, que, ya lo he dicho, tiene una postura mucho más racional que la mía y menos sujeta a sensaciones primarias.
Tiene razón. Tendré que conceder esos cien días, aunque algunas decisiones del socio menor no tienen buena pinta. Como diría Revilla, no me gusta la orina del enfermo. Está revuelta y un poco turbia. Ya veremos cuando repose.

martes, 11 de agosto de 2015

TREINTA Y SEIS AÑOS DESPUÉS (12 de agosto de 2015)


El Diario Montañés, 12 de agosto de 2015

Transcurría el curso 1978-1979 cuando en la Escuela Universitaria de Magisterio de Cantabria se quiso imponer que la nota de Religión, asignatura optativa, contara para el currículo. Hubo reuniones de alumnos en asamblea, posturas de presión cercanas a la huelga, y ganó la coherencia: la nota no tuvo validez en el cómputo final. Un pequeño triunfo, porque era mucho lo que la gente se jugaba. Sin ir más lejos, la posibilidad de salir con trabajo directo, librando las temidas oposiciones, si la media de los tres cursos era como mínimo de 8, si no se había suspendido ninguna asignatura durante la carrera y si se estaba dentro del porcentaje del 10% de los aprobados del tercer y último año. Los que entonces participamos en la protesta teníamos la sospecha de que los profesores podían subir la nota de Religión para atraer a los estudiantes. Además queríamos superar, amparados por una Constitución de libertades recién nacidas, la doctrina franquista que proclamaba única y verdadera a la religión católica, apostólica y romana.
Un domingo cualquiera de enero de 1980. Estamos en el campamento militar de El Ferrol del Caudillo. Somos soldados de marinería recién llegados en el reemplazo de ese mes, el de las prórrogas. Hay futuros médicos, maestros, abogados, ingenieros... Nos hacen formar en el patio. Un sargento, sin otro mérito que sus muchos años de servicio, pregunta que quiénes van a ir a misa. Paso adelante de unos pocos. Dolido, porque para él la misa dominical debería seguir siendo obligatoria, nos amenaza con hacernos barrer la explanada. Algunos se amedrentan, pero la mayoría resistimos firmes. Al final vence la dignidad, y el sargento no cumple su amenaza.
Año 2015. Poco hemos cambiado. La LOMCE devuelve el carácter evaluable a la asignatura de Religión. Tiene peso en el currículo, se computa para todo, becas incluidas, y obliga a quienes no la cursen a estudiar otra materia también evaluable, es decir, que ahora hay que elegir entre Religión y otra asignatura, cuando anteriormente era entre Religión o nada. El matiz tiene su miga.
En Cantabria, el consejero de Educación ha decidido hacer lo único que le permite la ley, suprimir una hora semanal de Religión en Bachillerato. Una iniciativa modesta, pero que anuncia un camino nuevo. Y tomada con gran rapidez. Lástima que no haya mantenido la misma premura en ciertas decisiones de los otros dos ámbitos de su incumbencia: la cultura y el deporte. Porque los pasos que está dando son lentos. Demasiado lentos. Y, en algunos casos, por culpa de los presupuestos, los ha dado en falso.

martes, 4 de agosto de 2015

MELANCOLÍA (5 de agosto de 2015)


El Diario Montañés, 5 de agosto de 2015


La feria del libro viejo de Santander. Visito este mundo apasionante de papel fatigado, en trance de desaparición, que unos pocos nos empecinamos en salvar. Aquí está la prueba fehaciente del paso del tiempo, que hace que los objetos cambien de manos mientras se desgastan, y nos desgastamos. Miro despacio. Examino los libros por fuera, luego los hojeo. Y descubro casualmente a uno de mis hijos con alas –grande Gerardo Diego– en un expositor. Me entristece verlo ahí, indefenso, adolescente apenas. Quince años recién cumplidos desde que viera la luz primera, y ya está en los anaqueles del derribo en busca de una segunda mano que lo salve, deseoso de contarle al nuevo dueño todo lo que guarda en su interior. No me atrevo a preguntar por su precio. Me da reparo, qué cosas, por si el libro me reconoce. Lines lo hace por mí. Diez euros. Mal padre, lo dejo allí, en el hospicio de los que buscan con esperanza un nuevo hogar.
Luego, ya nada es igual. Tengo mala conciencia. Me pesa no haberlo rescatado. Me vienen mil imágenes a la cabeza. Me veo trabajando en él con toda dedicación, poniendo lo mejor que supe dar entonces. Investigué, viajé, hice y deshice la escritura una y mil veces. El libro, es verdad, tuvo vida plena los primeros años. Hasta necesitó una segunda edición. «Seis mil ejemplares vendidos», lucía en la faja cuando salió de nuevo al mercado, presuntuoso. Pero ahora, ya descatalogado, vive sólo en los catálogos de libros viejos, con un hermano mayor, de diecisiete años, y otro más pequeño, de once. Porque ya tengo tres libros descatalogados. Triste logro y reflejo fiel de que todo pasa muy deprisa en estos tiempos superficiales. Todo es fugaz. Todo tiene marcada la caducidad. Hasta mis libros adolescentes, que ocupan los anaqueles de estos geriátricos, resignados a representar un papel que por edad aún no les corresponde.
Dejo la feria y me dirijo hacia el coche. Se me han ido las ganas de pasear, aunque la bahía, plena de mar, me invita a ello. Pongo la radio y me entero de que la biblioteca de Albert Ràfols-Casamada y María Girona, junto con pósters, cartas, fotografías y pinturas, estaba siendo vendida este pasado fin de semana por los suelos de los Encants de Barcelona. Su vendedor, chamarilero sin preparación, lo había comprado todo al peso. De inmediato viene a mi memoria Manuel Arce, con quien tanto compartieron los Casamada en la galería Sur de Santander y en Barcelona. Seguro que entre las cartas en venta hay alguna suya. Deseo que Manolo no se entere del destino de lo que sus amigos coleccionaron y guardaron con tanto mimo, y que ahora se oferta –si la Generalitat no lo remedia– al mejor postor.
La melancolía es un veneno a ciertas edades.