martes, 27 de septiembre de 2022

INMOVILISTA DE LIBRO (28 de septiembre de 2022)

 

El Diario Montañés, 28 de septiembre de 2022

Las personas con la suerte de cara suelen decir que si el destino los sonríe es porque estaban en el lugar adecuado en el momento oportuno, aunque a poco que escarbemos podremos descubrir que ese lugar lo habían buscado con ahínco.

Cuando los proyectos no resultan como se esperaba –o existe la posibilidad de que empeoren–, hay quien siente la necesidad de buscar nuevos espacios. Macarena Olona, desde la derecha extrema, se muestra decidida a dar «un paso al frente» si los resultados de las próximas elecciones dejan a su partido sin posibilidades de ser alternativa. Para ello pretende crear una nueva propuesta política «por el bien de los españoles» –eso de sacrificarse por los demás queda siempre muy bien en determinadas decisiones personales–. Por el otro extremo, Yolanda Díaz está poniendo en marcha ‘Sumar’, con la difícil pretensión de no restarle votos a la ideología de la izquierda. Aunque se pueda pensar que en su fuero interno ninguna de las dos pretende buscarse acomodo, los bamboleos de Toni Cantó sobrevuelan sus decisiones.

Tan inestable como el de los políticos es el territorio de los que «conviven en las exclusivas», ese lugar satinado para parejas mediáticas. Risto Mejide y Laura Escanes han puesto fin a siete años de compromiso, aunque los mensajes de cariño que intercambian llevan a preguntarse por qué se separan cuando tanto se quieren. Tamara Falcó e Íñigo Onieva han hecho lo propio, sin apenas haber comenzado la convivencia. Se han devuelto los anillos porque a él le pillaron en el lugar inadecuado, dándose un morreo con otra mujer, pronto famosa en las exclusivas rosas.

Estos divorcios divulgados en papel me desconciertan tanto como los de los políticos. Debo de ser un inmovilista de libro. Cuando algunos se replantean el futuro, yo cuestiono su coherencia.

martes, 20 de septiembre de 2022

ESTUPIDEZ PLANA (21 de septiembre de 2022)

 

El Diario Montañés, 21 de septiembre de 2022. Imagen ©El Correo

El mes de septiembre debe de tener algo especial para los terraplanistas, pues lo han aprovechado para celebrar congresos en Barcelona y Menorca. En ambas ciudades, muy turísticas y quizás también ahora con mejores precios para los alquileres, han agotado las localidades de los espacios que habían elegido para sus reuniones, aunque mantener estas creencias en pleno siglo veintiuno pueda resultarnos llamativo. (Está de sobra demostrado que hay gente «pa tó», según dicen que dijo Rafael el Gallo cuando le presentaron a José Ortega y Gasset como filósofo, porque sin duda pensaba que era mucho más natural colocar las luces en el traje para torear, que ponerlas en el caletre para alumbrar ideas).

Cuando uno navega por el mundo global de internet descubre que los creyentes en la tierra plana también pensaban navegar en un crucero para alcanzar por mar el límite final de su concepción espacial, que según ellos está por «el paralelo 60, pero nos lo ocultan». La travesía estaba prevista para el año 2020, pero desde entonces no se ha vuelto a saber más de ella. Es posible que ahora aleguen que entonces los frenaron oscuras fuerzas gubernamentales con el invento interesado de la pandemia, pues cabe decir que estos individuos de mente lisa tampoco han creído en la infección mundial, ni en las vacunas, ni en los dinosaurios, ni en la antigüedad de la tierra…

La educación, que siempre debe estar presente en nuestra actividad diaria, escolarmente comienza en septiembre, y debería centrarse, ante todo, en formar personas y prepararlas para luchar contra la ignorancia, que, según Charles Darwin, engendra más confianza que el conocimiento. Lo malo es que una inscripción que pude leer recientemente en una taza de café mantenía que «la ignorancia se puede educar, pero la estupidez dura para siempre».

No hay remedio.

martes, 13 de septiembre de 2022

CESE TEMPORAL DE CONVIVENCIA (14 de septiembre de 2022)



 

El Diario Montañés, 14 de septiembre de 2022 ©El Diario Montañés

El mes de septiembre representa el retorno a la normalidad. Aunque las romerías sigan dando sus últimos coletazos y el calor parezca decirnos que el verano continúa, es tiempo de volver a la rutina diaria.

Carlos de Inglaterra, que habrá soñado en más de una ocasión con ser rey, acaba de despertar siéndolo, precisamente en septiembre. Ha roto el hábito del ‘dolce far niente’ a una edad provecta, como si quisiera proporcionarle argumentos al ministro Escrivá, que puede sentirse tentado de ponerlo como ejemplo a la hora de recomendarnos trabajar hasta los setenta y tantos, aunque en el caso del monarca inglés su ocupación distará mucho de los trabajos físicos de verdad (de la remuneración es mejor no hablar).

Miguel Ángel Revilla –para quien todos los meses parecen septiembre porque, aunque también de edad provecta, no encuentra el descanso agosteño– ha dicho que cántabros y asturianos somos la misma tribu, pueblos gemelos, comunidades «uncidas». Se lleva de maravilla con el presidente asturiano, Adrián Barbón, con quien acostumbra a reunirse de continuo. La última vez ha tenido lugar recientemente en Los Machucos, en un acto en el que, según titular de este mismo periódico, habrían pasado «de la amistad al idilio». Intuyo que en tiempos venideros, estando ya próximas las elecciones, su pasión septembrina deberá terminar en un cese temporal de convivencia, porque es probable que Barbón reciba algún «consejo» de sus compañeros del socialismo cántabro: una cosa es la amistad incondicional y otra bien distinta la condicionada por los votos.

Seguro que su cese será de verdad temporal, no como el de Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, quienes, ya próximos a cumplir los quince años de ruptura, no lo consideran definitivo, aunque sea crónico.

En verdad, los tiempos de la realeza son inescrutables. Lo sabe bien Carlos III.

martes, 6 de septiembre de 2022

EN EL NOMBRE DE MARIO (7 de septiembre de 2022)

 

El Diario Montañés, 7 de septiembre de 2022

Estando en cualquier terraza de un bar, comprobamos que saben ganarse la vida junto a nosotros. Buscan nuestras sobras, aunque guardan prudente distancia porque conocen el peligro que conlleva estar demasiado cerca del ser humano si se baja la guardia, no en vano hasta hace poco los cazaban con balines o trampas para comerlos (y será mejor no hurgar por si en algunos lugares continúan haciéndolo).

Viéndolos afanarse detrás de las migas que ahora tiro en la acera, recuerdo a Mario Camus, cuando cada mañana desmigaba un pedazo de pan mientras ellos revoloteaban a su alrededor. Admiraba su espíritu de supervivencia –imprescindible ante el peligro por el que están pasando– y su capacidad para discernir amigos o enemigos: esperan a los primeros con alegre inquietud alimenticia y saben huir de los segundos. Como de la señora que le recriminó en cierta ocasión porque al darles comida ensuciaba el solado de la urbanización. Pensaba que el pan era un artículo pringoso, como el chicle que sus nietos tiraban en la calle y permanecía adherido para siempre en los estratos de la historia. Pero a ellos no los reprendía. Sí a Mario, que no le hacía ningún caso, ¡menudo era!, y seguía con sus atenciones, porque los admiraba. «Qué ser tan simpático el gorrión», decía –para él todos los gorriones eran el gorrión, como para Cortázar todos los fuegos, el fuego–. Eran los mismos de siempre, los que le habían acompañado en su infancia pueblerina o en sus estancias en las grandes urbes. Invariablemente han estado ahí. Como seguro que estarán este viernes en el traslado de sus restos al Pabellón de Personas Ilustres de Santander. Ese día no llevaré flores, sino un puñado de migas que depositaré en un lugar discreto, junto a su nicho. En el nombre de Mario.