martes, 28 de septiembre de 2021

PERIDIS (29 de septiembre de 2021)

 

El Diario Montañés, 29 de septiembre de 2021

José María Pérez, ‘Peridis’, cumplió ochenta años ayer martes 28 de septiembre, el mismo día en que la Universidad de Alcalá de Henares le invistió doctor ‘honoris causa’. La distinción era merecidísima por su trayectoria profesional, aunque algunos sabemos que también se la merecía por una faceta consustancial con su personalidad, que no es otra que la de dirigir sus esfuerzos hacia el bien común.

En 1958 le transmitió al ministro de trabajo, Joaquín Almunia, que no comprendía que un gobierno socialista soportara, sin hacer nada para remediarlo, la vergüenza de tener un millón y medio de jóvenes en paro. Tras muchas vueltas para superar absurdas trabas legales, consiguió que la administración apoyara una idea que venía acariciando desde tiempo atrás, que no era otra que la de que viejos artesanos enseñaran su oficio a jóvenes desempleados. Entonces nacieron las Escuelas Taller, germen inagotable de empleos. Había levantado por aquellos años el convento caído de Aguilar y tenía en mente la creación del Centro de Estudios del Románico –que derivó después en la Fundación Santa María la Real–, para revitalizar ese arte milenario y salvaguardar los edificios, y con ellos los pueblos de aquella España vacía, realzando su valor mediante su conocimiento. Con los estudios de los especialistas y el entusiasmo de su impulso, atrajo al turismo cultural para que apreciara el mensaje de las piedras y el saber arraigado del paisanaje rural. Años más tarde levantó en tomos ese mismo románico, en un monumento titánico del que tuve la suerte de ser editor, la Enciclopedia del Románico.

Pero la prevista construcción de macrogranjas porcinas representa ahora una amenaza cierta para gran parte del entorno natural que tanto ha defendido siempre. Y es que con los cerdos conviene tener mucho cuidado. Si nos confiamos, nos pueden traer sorpresas desagradables.


martes, 21 de septiembre de 2021

NO SE ESTILA (22 de septiembre de 2021)


 El Diario Montañés. 22 de septiembre de 2021

«Es la vida», me dijo mi amigo Enrique Vegas en la Feria del Libro de Madrid cuando le comenté la soledad de algunos grandes autores en las casetas de firmas, frente a otras repletas de fans que aguardaban en filas interminables la dedicatoria de sus ídolos mediáticos. «No es la vida, es la muerte de la literatura», contesté. Andaba yo ese fin de semana triste con la muerte de otro gran amigo, Mario Camus, escritor y director de un cine que ya no se estila, de diálogos profundos y conocimiento cocido a fuego lento del alma de los personajes, a medida que avanza el metraje. Y me vino a la cabeza el estribillo de la canción ‘Amarraditos’, de María Dolores Pradera: «No se estila, ya sé que no se estila». Ahora, me dije, lo que se lleva es el ruido, la concatenación agobiante de escenas sin otro sentido que el de dar mayor movilidad a la violencia; la inmediatez de las redes, las reflexiones de youtubers que harían enrojecer a cualquier pensador que se precie, pero que a bastantes de ellos les genera la suficiente riqueza como para pensar en mudarse a otros países con un régimen tributario más laxo que el del nuestro. El mundo al revés.

Este ya no es país para viejos, reflexioné, porque barrunto que comienzo a serlo en cuanto a ciertas opiniones. Pero como es peligroso vivir sustentado en los días del pasado, rememorando solo la vieja música y ajeno a toda esta colmena de farsantes, me tranquiliza sospechar que acaso mi desazón se deba al color de las nubes, que ya comienza a tener tinte otoñal. Cualquier día la cólera del viento sur las despejará, y podré ver de nuevo, al ponerse el sol, las estrellas desde mi prado. Vital para mi amor propio.

martes, 14 de septiembre de 2021

LA VIDA ETERNA (15 de septiembre de 2021)


El Diario Montañés, 15 de septiembre de 2021

Definía san Ambrosio tres tipos de muerte, aunque aquí solo citaré ‘la mors peccati’: «la muerte del alma que peca», la muerte en vida; una mala muerte, sin duda. Fueron Adán y Eva quienes nos la dejaron en herencia cuando eligieron el atractivo de la fruta prohibida antes que la vida eterna que tenían garantizada dentro del Paraíso. Algo parecido a lo que ha decidido el obispo de Solsona, Xavier Novell –buen conocedor de los principios cristianos–, al tirar todo por la borda y anteponer el arrebato terrenal que siente por la psicóloga Silvia Caballol a las promesas de una eternidad que en la comparación le resulta menos palpable.

Sin embargo, el ya dimitido obispo no debería preocuparse por su debilidad humana, siempre que tenga éxito la investigación que financian Jeff Bezos, fundador de Amazon, y el multimillonario Yuri Milner, inversor en ideas de alta tecnología. El proyecto que tienen entre manos estos mecenas cuenta con la participación de notables talentos científicos, incluido algún premio Nobel, con «el sustento económico» de otras grandes fortunas, y pretende estudiar –casi nada– la reprogramación celular, retrasar el envejecimiento, prolongar la existencia humana e intentar alcanzar la vida eterna. Si lo consiguen, cambiarán las reglas del juego, puesto que los ricos –ellos al menos– podrán sufragarse el camino de la inmortalidad en la tierra sin tener que preocuparse por la sentencia de Jesús, cuando les condenó asegurando que era más fácil que pasara un camello por el ojo de la aguja que un rico entrara en el reino de los cielos. Con esta posibilidad deben de estar frotándose las manos: podrán alcanzar la vida eterna aquí, sin sacrificios. Ellos y cualquiera otro, obispo o no, que quiera gozar las delicias carnales ‘ad aeternum’. A cambio, no tengo dudas, de una considerable cantidad económica.

lunes, 6 de septiembre de 2021

LA FAMILIA Y LA ESCUELA (8 de septiembre de 2021)


 El Diario Montañés, 8 de septiembre de 2021

Comienza el curso escolar. Más que nunca deberíamos seguir enfocándolo hacia la formación integral de las personas, en esta época tan difícil. No creo que estemos superando la prueba, porque la crispación y la picaresca habitan entre nosotros. La escuela, que tan solo debería ser una extensión de las familias e ir con ellas al unísono, se acaba convirtiendo en la única moduladora de conductas. En ella cargamos la responsabilidad de la formación y la culpa de los fracasos.

Tengo el hábito de leer noticias insólitas para satisfacer mi capacidad de asombro, aunque también, todo hay que decirlo, para ver si alguna tiene cabida en este rincón. Esta semana he vislumbrado la posibilidad: «La secretaria del Juzgado de Paz de Santurtzi ha sido suspendida cinco años de empleo y sueldo por la celebración la pasada Nochevieja de un cotillón ilegal en la sala de vistas de la institución, y después del toque de queda. Entre los participantes identificados se encontraba una hija suya». No me dirán que no tiene gracia. Una fiesta ilegal, en un lugar oficial, con el acceso abierto por la llave que proporcionó esa madre irresponsable. Según leía la noticia –no sé por qué– vivieron a mi mente los chicos de Santa María de Cayón, esos que, reunidos en un local del que poco sabemos, vieron, tras escapar por los pelos, cómo se venía abajo todo el edificio, afortunadamente sin víctimas. Del siniestro avisaron a las cinco de la mañana. Entonces pensé en los padres. Y en la alcaldesa que, según se supo, les había dado la llave para que entrasen cuando quisieran.

Todo ello vino a reafirmar mi idea inicial: son las familias las que deben educar a las personas. La escuela, reforzar esa formación. Y san Pedro, cuidar de las llaves. Para repartir las culpas.