El Diario Montañés, 30 de octubre de 2019
La semana pasada se ha producido
la exhumación de los restos del dictador, cuarenta y cuatro años después de la
multitudinaria inhumación que presencié en directo en uno de los bares del
pueblo. Nos habían concedido tres días de vacaciones desde que Carlos Arias
anunciara entre hipidos, el 20 de noviembre de 1975, que Franco había muerto. Yo
tenía dieciocho años recién cumplidos, y me abría paso hacia la libertad desde
el autismo de aquellos tiempos de inflexibilidad de pensamiento. Fue una época
de sobresaltos en la que queríamos avanzar deprisa para recuperar el tiempo
perdido. Las libertades florecían irrefrenables, y el sexo, curiosamente, actuaba
de motor que iba desbrozando el camino y nos hacía superar el tradicional
recato de luto, misas y mantillas, propios del nacionalcatolicismo. Llegaron
las películas clasificadas «S», porque podían herir la sensibilidad de los
espectadores –«Eso, que me la hieran», oí gritar a más de uno–. Nació ‘Interviu’,
que pasó en pocos números de las sugerentes transparencias a los esplendorosos
desnudos. «Marisol, desnuda y joven», fue la portada de septiembre de 1976, con
una Marisol de radiante tristeza cuyos pechos se caían para arriba. La revista
vendió un millón de ejemplares. Luego la Constitución de 1978 consagró en su
artículo 20 otra libertad mucho más importante, la de pensamiento, que reconocía
y protegía el derecho «a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas
y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de
reproducción», sin ninguna censura previa. Pero otra forma de sexo muy nuestra
–imponer las cosas «por cojones»– intentó echarle el freno a la libertad en
febrero de 1981. No lo consiguieron, aunque la exhumación de ahora ha sacado también
a la luz sombras de entonces y personajes que siguen entonando las oscuras notas
del ‘Cara al sol’. Espero que solo sean una nube en nuestro cielo democrático,
que en aras de la libertad de expresión también a ellos les da ‘vox’. Por mi
parte, ya próximo a cumplir sesenta y dos años, firmo las 350 palabras de este
artículo cuadrigentésimo, hoy, 30 de octubre de 2019. Con total libertad.