martes, 29 de diciembre de 2020

CUIDADO CON EL FUTURO (30 de diciembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 30 de diciembre de 2020

Hace un año denunciaba aquí mismo cómo actuaban algunas residencias de ancianos. Decía entonces que el derroche de las luces navideñas que adornaban sus fachadas no se correspondía con la cantidad y la calidad de los menús, que pocas veces se ajustaban a las necesidades de cada residente. Prevalece –afirmaba– cerrar cuentas con balance positivo, caiga quien caiga.

En los primeros meses de 2020 descubrimos con horror que esos ajustes presupuestarios se aplicaban a las necesidades básicas de quienes nos habían dado todo. Los militares tuvieron que intervenir en aquel desierto, campo de batalla inhumano donde la codicia resultadista había dejado a los abuelos abandonados a su suerte, «cuando no muertos en sus camas».

Parece que ahora, en un vuelco de conciencia, hemos sabido reaccionar facilitándoles las vacunas antes que a nadie, y estos días se repiten sus imágenes remangadas como una promesa de futuro, aunque sea breve. Nos habíamos resignado a pensar que era ley de vida y la enfermedad solo se los llevaba a ellos. El mensaje había calado, incluso, en parte del personal sanitario. Pero de momento parece que el marketing de la culpa funciona. Hemos humanizado la situación, abandonando el anonimato. Conocemos el nombre de quienes reciben la vacuna; en ocasiones hasta de quienes dan el pinchazo. Como si cantaran la lotería los niños de San Ildefonso, notificamos los primeros agraciados: Araceli, en Guadalajara; Antonio y Pilar, en Andalucía; Anatolia, en Canarias; María Dolores, en Cantabria…

Con todo, debemos admitir que los mayores obstaculizamos a una sociedad que ejecuta los balances sin alma para valorar la experiencia. Las prejubilaciones de la banca –entre otras que vendrán– lo dejan bien claro.

Pero, cuidado, no engañemos al destino: ya Sábato apuntaba en el ‘Diario de la guerra del cerdo’ que «todo viejo es el futuro de algún joven».

martes, 22 de diciembre de 2020

VERBENAS Y TENTEMPIÉS (23 de diciembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 23 de diciembre de 2020

Esta semana conjuga las esperanzas de la lotería y la futura vacuna con el temor a los desplazamientos y a la mutación del virus. Con el añadido desfavorable de que las normativas para luchar contra él son particulares, autonómicas, y están por encima de una ley nacional. Y eso que el bicho no conoce fronteras ni horarios y continúa campando a sus anchas, como demuestran los datos: quienes hace poco estaban situados en cabeza de la clasificación de la seguridad, pueden encontrarse ahora en la parte más baja, porque el covid se retira con ritmo aritmético, pero avanza con paso geométrico. Además, se manifiesta con retraso de días y con una visión (permitidme decirlo así) más global que la nuestra.

Raphael, que era consciente de la peligrosidad de los contagios, decía que estaba pasando miedo «porque nadie sabe de qué va esto». Sin embargo, reunió en Madrid a cinco mil personas cada día de su tradicional concierto de Navidad. Las que pudieron ser sus grandes noches se convirtieron en un escándalo que han denunciado las redes sociales, no tanto por la cantidad de espectadores como porque se confirma una sentencia de la presidenta visionaria: no todos somos iguales ante la ley. Los organizadores manifiestan que respetaron las medidas de seguridad y de aforo dentro del Palacio de Deportes, cuya capacidad permite acoger dieciséis mil espectadores, y que «los asistentes tenían un servicio para pedir comida y alimentos desde sus asientos, sin necesidad de moverse».

Me inquietan las diferentes varas de medir. En Madrid había mucho más público en un recinto cerrado que el que puede haber en una verbena a cielo abierto o que el que comió en la Filmoteca con Illa. Sin embargo, las verbenas siguen prohibidas, y el tentempié del ministro se está analizando con lupa. Somos contradictorios.

martes, 15 de diciembre de 2020

DESPOJAR PARA VENDER (16 de diciembre de 2020)


 El Diario Montañés, 16 de diciembre de 2020

Por la etimología sabemos que «privar» deriva del latín ‘privare’, «despojar a alguien de algo que poseía». De esa misma forma verbal procede «privatizar», una acción que defienden con firmeza algunas ideologías para terminar con los problemas que produce, según ellas, la explotación pública.

Ahondando sobre el tema, he descubierto que las privatizaciones no tienen límite: quien fuera presidente de la Nestlé, Peter Brabek, declaró hace diez años que algo tan necesario como el agua no era un derecho público y que debería privatizarse. Ante el revuelo que levantaron sus palabras –y por las posibles consecuencias que podían acarrearle a la multinacional que dirigía– se vio obligado a matizar: solo pretendía que «los productos alimenticios» tuviesen un valor y no se despilfarrasen.

Icíar Bollaín reflejó en esa misma época –2010– un problema similar en su película ‘También la lluvia’. Mostraba la situación que se había producido en Bolivia en 1999, cuando la multinacional Betchel (con la participación en el ajo de empresas españolas) pidió un impuesto por el agua de la lluvia que recogían los hogares bolivianos. Calculaban tal canon con arreglo a la superficie de los tejados.

Pinochet, en la Constitución de 1980, decretó en Chile la propiedad privada del agua. De entonces data la privatización de todas las fuentes, algo que Sebastián Piñera, desde la democracia, traslada ahora hasta los ríos, con la comodidad que le permite su particular economía personal «milmillonaria». En nuestro país, Esperanza Aguirre pretendió privatizar el 48% del canal de Isabel Segunda en 2008. No pudo hacerlo por la oposición frontal de los madrileños.

A su manera, eran visionarios. Por eso no debería extrañarnos que el agua haya comenzado a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street, porque toda privatización pretende, en última instancia, vender lo despojado. Perdón, lo privatizado, quise decir.

 

martes, 8 de diciembre de 2020

AJEDREZ MILITAR (9 de diciembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 9 de diciembre de 2020

Ahora, por cuestiones de seguridad, conviene ser allegado de alguien. Y no traigo esto a colación por quienes puedan sentarse en torno a una mesa en las celebraciones navideñas, no. Esos, ya lo apuntan los sanitarios, «solo son con los que vives», digan lo que digan los demás. Me refiero a esos otros con quienes, incluso situados en las antípodas de sus ideas políticas, te une la confianza suficiente como para decirles que «a lo mejor puedes hablar bien de mí si en un futuro lo necesito». Yo se lo acabo de insinuar a un amigo de pensamiento extremo ante el ruido de sables que, aunque en desuso, sus dueños añoran reutilizar estos días.

Son un grupo de generales retirados que proyectan la sombra de Caín sobre nuestra convivencia porque conciben el Estado cual tablero de ajedrez donde la sinrazón del negro debe imponerse al blanco de la libertad, aunque para ello tengan que llevarse por delante a «veintiséis millones de hijos de puta», piezas sacrificables en su juego. Nos tranquiliza que quienes plantean tales arreglos inciviles por WhatsApp, como charlas de casino, son «unos abuelos»; pero inquieta que todos tuviesen menos de treinta años cuando los españoles decidimos mayoritariamente aprobar nuestra Constitución. Es como si la formación militar que recibieron entonces no se basara en la defensa de las ideas democráticas, a no ser que al galgo le vengan de raza los entusiasmos autoritarios.

Si triunfase su pensamiento, cuantos defendemos que el poder emana de las votaciones libres seríamos «allegados» por igual al mar último, que es el morir, acaso con la esperanza –ellos lo corean en sus himnos guerreros– de que ese no fuese el final del camino.

Aunque sería mejor si en el tablero de ajedrez patrio, que no es de su propiedad, cupiesen todas las piezas.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

¿PERSONAS O NÚMEROS? (2 de diciembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 2 de diciembre de 2020

Repasándolo, creo que he compuesto una sopa de números con este artículo de letras. Todo surgió con el 10. Un homenaje a Maradona, pensé, que exprimió las 24 horas de cada uno de los días de su vida hasta reventarla; pero no, era por las jornadas que considera Sanidad que hay que guardar de cuarentena por el covid. En principio eran 14, pero frenaban la productividad y, como no era cuestión de discutir por 4 días, se consensuó la decena. El problema es que pasado ese plazo los contagiados salen a la faena diaria sin que nadie considere necesaria otra PCR, y algunos sospechamos que es entonces cuando las calles se llenan de presuntos transmisores.

Las mascarillas, que ayudan a frenar la propagación, han reducido el IVA del 21 al 4%, y el precio máximo unitario pasa de 96 a 72 céntimos, que, para los que seguimos pensando al modo antiguo, son 126,50 pesetas. Carísimas, si solo garantizan 4 horas de seguridad. Aunque tengo un amigo que no considera necesario tanto rigor: «Esta que llevo puesta tiene ya 20 días y está como el primero». Tendré que preguntarle dónde las compra.

Las calles mantienen el toque de queda desde las 22 horas a las 6 de la mañana, al menos hasta el 11 de diciembre. Y hasta el 12 seguiremos con el cierre perimetral de nuestros 102 municipios. Después habrá un alivio para salvar los días familiares, el 24, el 25 y el 31 de diciembre de 2020, y el 1 y el 6 de enero de 2021. Pero ese alivio será una amenaza para quienes temen que las UCI puedan superar la ocupación del 50% tras los excesos navideños. En ese caso, sería necesario marcar un límite de edad para su uso.

Meras cifras, pero se trata de personas.


lunes, 23 de noviembre de 2020

EL LOBO Y EUROPA (25 de noviembre de 2020)


 El Diario Montañés, 25 de noviembre de 2020

Resulta complicado mantener firmes las ideas en esta época de acoso en las redes y salir indemne, porque gracias a internet cualquiera puede expresar sus opiniones. En este periódico, por ejemplo, cuando hay informaciones en su formato digital que conmueven al público lector, las respuestas –anónimas casi siempre– se multiplican para manifestar desacuerdo o aprobación (depende del color del cristal ideológico con que se mire). Y eso no está mal, si se hace con educación y argumentos. No tanto si imperan la desinformación, la descortesía o los insultos. En entonces cuando pueden surgir malos modos groseros entre las diferentes maneras de pensar (de alguna forma debo nombrar a los prejuicios).

Confieso que tengo el prejuicio del amor a los animales (el amor a los humanos va de suyo, nadie debería reprocharme nada). Y que los defiendo cuando siento que se los maltrata. No digamos cuando se los mata. Por eso traigo a colación el conflicto del lobo. Sin acritud. Con serenidad. De nada sirve que hayamos escondido su caza disfrazándola de gestión para controlar sus poblaciones y hábitat –«Cualquier día bajan al paseo Pereda y al Sardinero», dijo una parlamentaria cántabra–; de nada utilizar el eufemismo «extracción» para esconder la crueldad (en una de esas «extracciones» se abatió un cachorro de siete kilos); de nada la opinión de los científicos...

¿Servirá de algo saber que el Tribunal Europeo de Justicia sentenció el pasado junio, en un fallo emitido dentro del marco jurídico de la Unión, «que la preservación “rigurosa” del lobo se debe garantizar bajo todas las circunstancias, incluso cuando se encuentre en zonas habitadas por el hombre», y que está prohibida su captura o sacrificio? ¿O solo nos acordamos de santa Bárbara –de Europa– cuando truena y necesitamos su amparo… económico?

Parece que somos europeos únicamente cuando nos conviene.

martes, 17 de noviembre de 2020

NOVIEMBRE SOMBRÍO (18 de noviembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 18 de noviembre de 2020

Noviembre tiene connotaciones de tristeza. Comienza con el recuerdo de los muertos y suele continuar con días grises que acortan sus horas de luz. «Cuando un noviembre húmedo y lluvioso invade mi alma, siento que debo hacerme a la mar», dice Ismael en ‘Moby Dick’. También Lorca utiliza en el ‘Romancero gitano’ la imagen de este mes sombrío para ocultar la tenencia de alcohol ante el acoso de la guardia civil: «Y el coñac de las botellas / se disfrazó de noviembre / para no infundir sospechas».

El mes está siendo cálido, con días de sur suave que arranca las hojas perezosas y doradas de los árboles. Pero también está arrancado vidas –doradas, y no tanto– en un insoportable goteo diario con el avance del covid. Nadie quiere sentirse culpable de tanta muerte, pero progresa el desgaste. Fernando Simón, hasta ahora cauto y sereno, ha puesto de uñas al colegio de médicos de España. Quiso engrandecer a los profesionales sanitarios, pero dejó entrever que son mejores ahora que en la primera ola, porque, además de aprender a combatirla, «evitan contagiarse fuera de su trabajo». Lo mismo manifestó en su día nuestro consejero de Sanidad, que culpaba a los sanitarios más jóvenes –quiénes, si no ellos, son la primera fuerza de choque en los servicios de urgencias– de contagiarse en salidas con los amigos.

Por la boca muere el pez, y algunos responsables peligran con estas afirmaciones. Miguel Rodríguez, el antedicho consejero, declara que no hay desabastecimiento de vacunas para la gripe, solo «un descuadre» en la programación de las citas. La culpa no es suya, sino de quienes no han sabido cuadrar las cosas. Aunque todavía, desde su competencia, no tenga las vacunas para el personal sanitario, que es el que cuida de todos nosotros.

Noviembre de balones fuera. Sombrío.

martes, 10 de noviembre de 2020

VICIOS DEL PODER (11 de noviembre de 2020)


El Diario Montañés, 11 de noviembre de 2020

Desde las elecciones americanas no deja de bullir en mi cabeza la expresión «poder omnímodo».  La decía con marcado acento extranjero Gabino Diego en la genial película de Cuerda «Amanece, que no es poco», cuando los estudiantes que encabezaba se enfadaron con una decisión del alcalde del pueblo: «… nos vamos, pero, sin embargo, cuando seamos líderes, con todo el poder omnímodo, no nos olvidaremos, alcalde, que usted nos toca las pelotas». Y al no olvidarse, amenazaban implícitamente con tocárselas al alcalde en el futuro, cuando ellos tuvieran el poder. Porque lo de tocarlas es vicio habitual del mando.

Trump no quiere reconocer su derrota. No le importa extender la duda sobre el funcionamiento de la democracia americana. Pertenece a ese tipo de personas a las que nada afecta que tras ellas venga el desierto. Donald, simplemente, no reconoce el fracaso, hasta que la justicia le dé un varapalo. Y ni así estará dispuesto a dejar de buen modo su «poder omnímodo».

Quien ya ha sido vapuleada por la justicia es la consejería de educación. Los jueces no han entendido que su medida, con respecto a la anulación de las vacaciones, estuviera basada en razones objetivas para preservar a las familias –más concretamente a los abuelos– del peligro de los trasiegos estudiantiles por el domicilio familiar en ese tiempo de ocio. El problema es que rompieron unilateralmente, de la noche a la mañana, acuerdos ya firmados, sin pedirle opinión a nadie. Y considerando los parones educativos como meros caprichos que nada tenían que ver con auténticas necesidades pedagógicas.

No creo que actuaran como si fuese suyo el poder omnímodo, pero la decisión que tomaron, y que la justicia finalmente frenó, ha roto la confianza del colectivo de educadores. Nunca olvidarán que con ella han pretendido, de nuevo, tocarles… las narices.


martes, 3 de noviembre de 2020

COJOS MENTALES (4 de noviembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 4 de noviembre de 2020

Las protestas tienen en ocasiones protagonistas indeseados. El ‘Cojo Manteca’ copó las noticias en 1987 cuando se dedicó a destrozar mobiliario urbano durante unas revueltas estudiantiles en Madrid. Él, que por los libros sentía repelús, se convirtió por obra y gracia del destino, y de sus movimientos gráciles sobre una pierna, en la figura simbólica de aquella huelga que pedía, entre otras cosas, reducir las tasas académicas y eliminar la Selectividad. Como en la canción de Aute, Manteca pasaba por allí; un sin techo, ni ocupación ni pierna. Y se dedicó a causar daños a muletazos. Su acción le puso en boca de toda la prensa, pero –suele suceder– durante poco tiempo. Luego murió prematuramente, entre el olvido y el sida. 
Muchos años después, enfrentados a no se sabe qué, un grupo de jóvenes se han echado a la calle para luchar contra una privación de libertad que, en nombre de la salud, les hurtaba el ocio nocturno en las cálidas noches de Halloween. ¡Hasta ahí podían llegar nuestros gobernantes con su implacable férula! Hubo quema de contenedores y enfrentamientos contra las fuerzas del orden. Uno de los detenidos había llamado a la rebelión por las redes mezclando la velocidad con el tocino, con dos cuchillos en las manos, empleando el nombre de Alá, «o llámalo X». Patochadas en tiempo de confusión. Otro de los arrestados tiene quince años, como el amor del ‘Dúo Dinámico’. Una edad para estar en casa antes de las doce, que no debería verse afectada por el toque de queda.
Si no fuera porque la mayoría de estos niñatos son incapaces de leer varias palabras seguidas, les afearía la conducta a los «intelectuales» que desde el púlpito de Internet predican a diario el negacionismo en nombre de la libertad. También ellos actúan como cojos… mentales.

martes, 27 de octubre de 2020

DEPORTE ES EDUCACIÓN (28 de octubre de 2020)


 El Diario Montañés, 28 de octubre de 2020. Foto Dani Pedriza ©El Diario Montañés

El gobierno regional nos regala una hora cada noche retrasando hasta las doce el toque de queda (Sánchez prefiere que digamos «restricción de movilidad nocturna», que viene a ser lo mismo, pero suena mejor). Sea de una u otra forma, cuantas medidas coherentes se tomen para vencer al virus son bienvenidas, sobre todo si se intenta conjugar la seguridad con hacer el menor daño a colectivos económicos, culturales o deportivos. Pero la ley debe ser dura cuando la sociedad se muestra laxa.

Aunque en general la relajación no viene de la mayor parte de los negocios afectados, hay ocasiones en que estos son permisivos con los parroquianos por miedo a perderlos. Sirva un ejemplo: fumar tras una comida, a puerta cerrada y en grupos de confianza, ha sido habitual en algunos locales. Lo pedían los comensales, y los dueños lo aprobaban e incluso compartían el humo «socializante». Otra muestra: mientras en Primera División se juega al fútbol sin espectadores, el sábado, en Segunda B, el Laredo tenía un público que en algunas fotografías parece apiñado. Cosas de nuestro país. Resultamos confusos redactando leyes, contradictorios aplicándolas y reacios respetándolas.

Ahora, en Cantabria, acabamos de dar un paso más en seguridad, aplicando, al margen de las demás autonomías y a un colectivo muy respetuoso deportivamente hablando, un decreto que resulta singular: los menores de dieciocho años no podrán entrenar en pabellones o locales cerrados, aunque estén bien ventilados, o, pongamos por caso, en piscinas de agua clorada, que, como lejía rebajada, es enemiga del bicho. Sí podrán hacerlo al aire libre, aunque de forma individual, sin contacto. Pero no podrán competir. Es como si a esas edades deporte y educación fuesen dos extraños. Y pudiésemos prescindir del primero sin influir en la segunda.

¡Ay!, también el coronavirus ha partido a la juventud.

martes, 20 de octubre de 2020

SI LOS MÉDICOS MANDARAN (21 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 21 de septiembre de 2020

Parece que los médicos cántabros estuvieran tomando medidas en contra de sus intereses, que en cuestiones de salud suelen ser los nuestros. Resulta que están cerrados los centros de atención primaria en algunos pueblos por escasez de profesionales, que piden que los madrileños vengan a Cantabria por el puente del Pilar, que adelantaron en su día la movilidad con sus vecinos vascos… Así empezaría este artículo si, como dice Revilla, son ellos los que cortan el bacalao con respecto a cómo actuar contra la pandemia. Según el presidente, «Cantabria va mejor que otros sitios porque los políticos no pintamos nada en esta materia».

No, la verdad es que no mandan los médicos, aunque contra la Covid se debería tener en cuenta su opinión más de lo que en realidad se tiene. Contra ese bicho se necesita el juicio de quienes más lo conocen, entre otras cosas porque luchan contra él desde hace meses, casi nunca con el personal ni los medios necesarios, que, esos sí, dependen de las resoluciones políticas. Por eso los teléfonos suenan en los centros de salud sin descanso, pero sin respuesta. Es difícil opinar a salto de mata. La boca se calienta y las palabras surgen sin freno.

La liga ha comenzado en Segunda B, con 6.666 espectadores posibles en el Sardinero –número que amplía en seis mil el apocalíptico de la Bestia–, que vieron como empataba el Racing. Dicen que la vida debe seguir para que la economía no se paralice, pero con prudencia y no sujeta a las contradicciones de quienes pretenden tenernos a un tiempo en casa y fuera de ella. Ahí sí deberían tener algo que decir los galenos. Y lo dirán, sin duda. Pero sin decidir, porque, aunque Revilla diga lo contrario, no tienen la fuerza ejecutiva que les atribuye.

martes, 13 de octubre de 2020

PARQUE DE AGUA (14 de octubre de 2020)


 El Diario Montañés, 14 de octubre de 2020

Escribo este artículo, el 450, con las mismas incertidumbres que tuve en el primero, porque algunas cosas apenas cambian con el correr del tiempo. En nuestra región vivimos con ofrecimientos continuos de promesas infográficas, algunas sin mucho sentido, la verdad, con escasas expectativas. Un día de los inocentes la web del postureo cántabro anunciaba que Cantabria tendría un Aquapark entre Isla y Noja, porque la opción había sido refrendada por el 53% de los preguntados en una encuesta imaginaria. La ocurrencia se hizo viral y provocó carcajadas. Pero he aquí que aquella inocentada acaba de tomar forma de proyecto para Torrelavega, «con un estudio de viabilidad» ya realizado sobre 100 días al año funcionando, 2.000 visitantes en ese mismo periodo y la creación de unos 60 nuevos empleos (lo de los 10 millones de euros de inversión es mejor decirlo de pasada).

Es como si hubiésemos olvidado que nuestra región es costera, con agua más que suficiente en sus playas, o en sus ríos, que es por lo que llega el turismo. Una región en la que suele llover bastante más de lo que dice el presidente en las televisiones, que nos supone dentro de un microclima protector, aunque en este puente frustrado, en el que animó a los madrileños a salir hacia nuestro paraíso antes de que se promulgara una ley que lo iba a impedir –manda huevos, que dijo Trillo–, no haya dicho nada.

«¡Viva el vino!», exclamó Rajoy, colocándolo por encima del agua. Pero aquí es el agua del ocio lo que importa. «¿Habrá algo detrás?», me pregunta un amigo que sabe de gestión deportiva y sospecha intereses en tal ocurrencia. No lo creo. Son ideas con las que permanecemos ocupados y entretenidos. Como si fuéramos de Carabaña. Sin caña, pero con el agua como cebo.

martes, 6 de octubre de 2020

AHORA ES EL MOMENTO (7 de octubre de 2020)

 


El Diario Montañés, 7 de octubre de 2020


No es el momento. Dicen que lo prioritario ahora es luchar contra el coronavirus; lo demás puede esperar hasta que lleguen tiempos mejores. Cruzaremos los dedos y pediremos que otro mal no se nos lleve por delante, como ha sucedido en Espinosa de los Monteros, donde una señora ha muerto por un cáncer diagnosticado tarde, a sus tempranos 48 años, «sin lograr una sola cita presencial con su médico». Hay quien cree que las palabras pueden curar, y por eso atiende desde la distancia, pero el verbo solo es bálsamo que alivia psicológicamente, con preferencia cuando se realiza cara a cara. Salvo milagro, únicamente las acciones médicas sanan.

El maldito virus ha puesto en evidencia las carencias sanitarias del país y ha demostrado que no se puede ejercer la medicina con rigor –salvo para certificar el ‘rigor mortis’– cuando no hay suficientes medios personales ni técnicos. Hemos vivido engañados por las soflamas de los responsables de la cosa sanitaria, que escamoteaban la verdad a los ciudadanos. Avestruces ontológicos, escondíamos la cabeza bajo las alas del engaño.

No se encuentran soluciones para los vivos. Tampoco para los muertos. Después de cuarenta y tres años de democracia algunos estiman que no es «prioritario ni urgente» gastar dinero para activar la memoria histórica en tiempos de tribulación. Por eso siguen enterrados en la incertidumbre de las cunetas y perdidos en la niebla del olvido compatriotas cuyos familiares esperan la redención de la luz. Gestionar todo esto es arduo, desde luego, pero nunca deberían surcarse los caminos del olvido, y menos los del odio, por más que las desavenencias políticas pretendan generar ese cáncer con cada enfrentamiento.

Y sí, digan lo que digan, ahora es el momento para preocuparse tanto de los vivos como de los muertos, sin que la pandemia sirva de excusa.


martes, 29 de septiembre de 2020

PANTOMIMAS (30 de septiembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 30 de septiembre de 2020

Debo confesar que le temo tanto a la pandemia como a quienes la gestionan políticamente. Apenas había dado tiempo a retirar las banderas del salón donde el gobierno nacional español y el regional de Madrid escenificaron un acuerdo, cuando se rompió aquella falsa armonía. En realidad, la representación fue en sí misma un esperpento que no presagiaba nada bueno. Por el discurso sin soluciones de sus protagonistas y por el entorno que lo arropaba. No hubo tanto boato de pendones ni cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial y tocaba dividir el mundo; y eso que Ayuso y Sánchez no dividieron nada, tan solo anticiparon que los presidentes se habían reunido ese día para anunciar los próximos encuentros que iban a mantener otras personas designadas por ellos: una reunión para comunicar otra reunión. Pero a los cuatro días fracasó el invento y dimitió Emilio Bouza –que iba a ser el microbiólogo responsable– por las desavenencias entre Sanidad y la Comunidad de Madrid. Una demostración patente de que por encima de todo había prevalecido la imprevisión y la puesta en escena en horarios de máxima audiencia televisiva. Era la política como espectáculo.

Aquella pantomima dejó claro que en nuestra sociedad es más importante ser noticia por las intenciones que por las acciones. Por eso a los ciudadanos, como ilusos que somos, nos ofrecen ilusiones: los rastreadores militares están empezando a ejercer ahora, un mes más tarde de habérnoslo anunciado a bombo y platillo, y las vacunas –la esperanza que nos trasmiten cada día– tardarán tiempo en llegar contrastadas.

Vivimos engañados. Nuestra Sanidad no era tan buena como decían, y lo peor es que no hacen nada para remediarlo. ¿Cuándo se pondrán de acuerdo nuestros responsables políticos para conseguir un consenso en lo evidente? «¡Uuuhhh!», respondía el lobo de una famosa revista satírica.


martes, 22 de septiembre de 2020

OKUPAS VERSUS KITCHEN (23 de septiembre de 2020)


 El Diario Montañés, 23 de septiembre de 2020

A nuestra sociedad le fascina el temor. Sufrimos desengaños si nos enteramos de que algunos peligros con los que nos alarman los informativos no tienen fundamento. El cocodrilo de Valladolid no resultó ser tal, con lo bien que vendría para promocionar el turismo de aventura. Igual ha sucedido con la pantera granadina, que se ha identificado con un gato negro, grande y bien alimentado, un animal mucho más prosaico.

Así que la perplejidad nos dura «lo que duran dos peces de hielo en un ‘wiski on the rocks’». Por eso cuando la realidad diluye los asombros, buscamos otros. Pasó, por citar ejemplos conocidos, con los chupacabras chilenos, que no debían de ser más que perros atacados por la sarna, sin fuerzas para engullir a sus víctimas; o con el kraken escandinavo, que, aunque nadie ha visto, dicen que también habita en los fondos marinos de Asturias –tan cercanos–, e incluso da nombre al restaurante del Acuario de Gijón. ¡Ay, si pillamos alguno aquí! ¡Qué bueno sería para colocar nuestras rabas en un escalón todavía más alto! ¡Rabas de Kraken! ¡Menuda promoción, Revilla! O si las medusas gigantes que llegan a nuestra costa desde caladeros más cálidos fuesen comestibles… Pero no desesperemos. Las visitas nocturnas a Cabárceno pueden sorprendernos con faunas inquietantes.

Además, siguen aflorando seres terroríficos. Abundan los okupas, que las empresas de seguridad y los diputados populares ven por todos lados. Estos últimos los denuncian apiñados en La Moncloa, en el ala izquierda, tras haber accedido al gobierno derribando de una patada la puerta de nuestra democracia. Son peligrosos –los okupas–, pero a los populares les dan un respiro ahora que Francisco Martínez tira de la manta del caso Kitchen, que para ellos puede ser otro bicho peligrosísimo.

Por eso les viene muy bien este otro mal.

martes, 15 de septiembre de 2020

NUEVO CURSO (16 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 16 de septiembre de 2020


El lunes comenzó el nuevo curso político en el Parlamento de Cantabria, interrumpido el pasado 6 de julio. En aquella fecha apareció un titular en este mismo periódico que decía que nuestro parlamento regional era «el primero de España en irse de vacaciones». Una información tan veraz como cargada de intención.

No seré yo quien diga que sus señorías han tenido desde ese momento excesivo relax, dios me libre, pero confieso que esperaba su actual regreso de septiembre como agua de mayo, para que su trabajo ocupe las noticias de los medios de comunicación, demasiado volcadas últimamente en todo lo concerniente al virus. Y para poder yo escribir sobre ellos y sus decisiones.

Han empezado el curso la víspera de un día festivo, porque cuando se comienza algo en tiempos de incertidumbre conviene hacerlo con precauciones: la pandemia nos obliga a ir con pies de plomo. Ahora tendremos que estar atentos a sus deliberaciones, aunque me he propuesto antes de nada hacer un repaso mental para recordar quiénes eran cada uno de ellos, en especial los portavoces de los partidos, porque entre la terrible pandemia y la actualidad de crispación y escándalos de la política nacional, los estoy comenzando a olvidar. (Esto me hace evocar los tiempos lejanos del bachillerato, cuando la profesora de Matemáticas nos obligó a aprender de memoria el nombre de cada uno de los ministros del gobierno de Carrero Blanco. No podía siquiera sospechar el poco tiempo que duraría aquel ejecutivo).

Presumo que nuestros parlamentarios regionales continuarán toda la legislatura, porque se atacan entre ellos como los ciclistas en el Tour, con muchas precauciones. Saben que en su carrera es más fácil perder por fallos propios que por ofensivas ajenas. Y conocen el dicho de Cela: «el que resiste gana».

No memorizaré sus nombres en vano.


martes, 8 de septiembre de 2020

GENERACIÓN 5G (9 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 9 de septiembre de 2020

«¿Queréis algo más?», pregunta la joven camarera, amabilísima, por si nos apetece otra ración para seguir picando. Es viernes por la noche. Pese a la amenaza del virus, dos o tres parejas amigas, dependiendo de la disponibilidad, tenemos la costumbre de salir a tomar algo los fines de semana para tratar asuntos importantes –reuniones de camaradería y trabajo– y, sobre todo, «para mover la economía». Bien protegidos, quede claro. Utilizando mascarilla y yendo a lugares seguros, porque haberlos, haylos. «Estamos ahítos», le respondo. Me gusta sacar del armario alguna palabra en desuso para darle vida. «Y eso, ¿qué quiere decir, que sí o que no?». Es el signo de los tiempos. Como imaginaba, desconoce la palabra. Pertenece a esa generación que domina como nadie cuestiones técnicas. Saben de oídas cómo van a funcionar las redes 5G, «¿más velocidad de conexiones, verdad?»; pero luego, con esa levedad teórica, nos enseñarán a utilizarlas a quienes conocemos casi todo pero desconocemos la práctica. Cosa distinta es el vocabulario. «Hija: ahíto significa satisfecho, saciado. Es lógico que no conozcas la palabra; yo ya estoy en la cara B del disco de la vida y tú apenas transitas por las primeras canciones de la cara A». ¿Podéis creer que jamás había visto un disco? Con un cd, que es la tecnología de su época, nunca ha tenido que cambiar nada. Van las canciones seguidas. Al ver nuestro gesto de sorpresa quiere demostrarnos que sabe de antiguallas: «Conozco esas cajitas de música. Las tenían mis padres y las movían con un bolígrafo Bic». Algo es algo, me digo, mientras preciso: «Esas cajitas eran casetes». «Bueno. ¿Entonces no les traigo nada? ¿Tomarán algún café?». 

Rememoro los versos de Machado: «Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan…». Felices a su manera. Aunque sueñen en tonos grises. 


martes, 1 de septiembre de 2020

PIRULÍ MULTICOLOR (2 de septiembre de 2020)


El Diario Montañés, 2 de septiembre de 2020

Este 2020 es un año atípico. No tenemos rey emérito –por deméritos propios–, y Messi, un icono de fidelidad al Barça, parece que se divorcia definitivamente del equipo de su vida. ¡Qué cosas! Con la de veces que habrán reverenciado ambos el escudo, cada uno el suyo y a su manera. Lo que otrora parecía impensable, en estos tiempos revueltos del coronavirus se confirma. Todo cambió en los últimos meses y la convulsión se ha llevado por delante las certezas que teníamos. No nos debe sorprender, pues, que algunos militares ejerzan de rastreadores médicos, porque es más fácil tirar de lo que tenemos en nómina que contratar a profesionales sanitarios en paro; los tiempos no están para florituras económicas. Ellos –los militares– nos sirven para todo, y a poco que se pongan a tiro también pueden ser probadores de la vacuna experimental en el hospital de Valdecilla. Al tiempo.    

Ahora que vivimos inmersos en tiempos oscuros, John Rambo debería ser nuestro ejemplo a seguir, porque él vivía día a día, sin mayores perspectivas, que es como debemos vivir la mayoría, huérfanos de certidumbres. Aunque algunos pretenden que nuestro horizonte tenga colorines para ver la vida en rosa y sentir que «los problemas y las penas se borran». Ya los tenemos en la costa –los colorines–, y es posible que los tengamos en la montaña, en el cuerpo del monumento al indiano de Peña Cabarga, a poco que nuestro presidente se empeñe.

Gerardo Diego prometió no volver a Santander porque su sensibilidad no soportaba el desatino que se había realizado en el «lomo solemne» del pico Llen cuando construyeron aquel «colmillo impensado». Quizá como castigo se colocó su monumento sedente en la capital, frente al despropósito. No falta más que ahora le pinten el «pirulí» con colores de caramelo.

martes, 25 de agosto de 2020

GRUPOS BURBUJA (25 de agosto de 2020)

 El Diario Montañés, 25 de agosto de 2020

Va a comenzar el curso escolar con los protocolos de seguridad cogidos con pinzas. Ahora que el verano turístico parece exitoso –el mes de julio nuestra región se ha situado a la cabeza de España en ocupación hotelera–, la consejera regional, que presume de que hayamos sido «el destino favorito», deberá volcarse en otra faceta de su incumbencia y procurar que el escolar sea destino seguro. Esa es la tarea de los responsables políticos: ser, precisamente, responsables. Y procurar no tirar balones fuera cuando las cosas no funcionan lo bien que deberían funcionar. No cabe, por poner un ejemplo reciente, culpar a los médicos residentes –el eslabón más débil– de infectarse del virus en sus salidas familiares o de ocio, sin reconocer que son ellos los que suelen cargar con la mayor responsabilidad hospitalaria en los veranos y por tanto con las mayores probabilidades de adquirir la carga vírica. Resulta fatal hacer manifestaciones a diario. Es facilísimo cometer dislates.

Quizá esté pasando lo mismo con lo de los grupos burbuja. Aunque todo el mundo utilice la expresión, es posible que algunos lo hagan inapropiadamente. El doctor Quique Bassat, portavoz de la Asociación Española de Pediatría, considera que se puede hablar de grupos burbuja estables cuando se habla de menos de quince alumnos. Enrique Ossorio, sin embargo, consejero de Educación de Madrid, cree que una clase con veinte alumnos «es letal [y] no compatible con la vida normal de un centro, por eso, al que se le haya ocurrido esto es que no sabe cómo funciona un colegio».

Deberá tener cuidado Marina Lombó con las ratios. Se ve que los intereses de la medicina, de la enseñanza pública y de la privada son distintos, aunque esta sea concertada. A ver hacia dónde apunta. No sea que le explote la burbuja.

miércoles, 19 de agosto de 2020

PERITOS EN INDIGNACIÓN (19 de agosto de 2020)

 


El Diario Montañés, 19 de agosto de 2020

Me sorprende la actitud de ciertos individuos ante lo que consideran pérdida de libertad. Contra las medidas que impone la lucha frente al covid han surgido voces que se indignan por los oscuros intereses que tienen vaya usted a saber quiénes y para qué. Lo ignoran, pero sospechan que tras esas disposiciones restrictivas hay alguien que desea cargarse el libre albedrío. Se soliviantan los fumadores cuando se limita la distancia para fumar: quieren seguir obsequiándonos con el humo que ha pasado antes por sus pulmones, desperdicio sobrante para ellos. Se enoja un conocido porque debe ponerse la mascarilla cuando entra a un comercio al que todos tenemos que entrar; nunca creyó en la libertad –es un franquista convencido, en tiempos democráticos–, pero protesta, con la prenda colocada en el cuello por si tiene que levantarla deprisa en el caso de que alguna autoridad lo pudiera ver. Sigue acudiendo al bar a tomar un café la pariente de un recién diagnosticado del virus, conviviente con él. Lo que sea, será… si los rastreadores descubren el lazo familiar y la realizan el test. Mientras tanto, vida y dulzura. Son necios que abundan por doquier; libres de serlo, es cierto, pero no pueden llevarse por delante los derechos de los demás. Ni la salud, por supuesto.

Líbreme dios de tener que discutir con ellos, lectores de prensa rosa y deportiva, peritos en la socorrida frase de «a mí me lo vas a decir», que a todo le pone punto final, «punto pelota» que dicen.

Luego están los «preparados», maestros de las redes sociales, guías intelectuales que siembran infundios y ven contubernios tras cada medida preventiva de la autoridad. Son peligrosos. Todo lo critican. Vacíos consejeros que aportan dudas nada razonables, apenas meras ocurrencias de taberna, que otros aplauden.

Así nos está yendo.

miércoles, 12 de agosto de 2020

SIMPLES TENDEROS (12 de agosto de 2020)

 
El Diario Montañés, 12 de agosto de 2020

Vaya por delante que ningún tendero es simple. Es más, se suele recurrir a la figura de estos profesionales de las tiendas de ultramarinos para resaltar la atención que ofrecen a los usuarios. El tendero proporciona lo mejor. Trabaja con productos de primera calidad para su entorno inmediato, tan exigente como conocido. Es imposible ser tendero y engañar a los parroquianos. Al menos más de una vez. El tendero de bata azul no necesita mostrar su nombre colgado en el pecho, porque día tras día está al frente de su negocio y los asiduos se dirigen a él por su nombre. Es su fuerza, su virtud, y su principal exigencia de sinceridad en los tratos comerciales.

Sucede lo mismo con los libreros de toda la vida. Son la cara primera del libro, el pórtico que abre paso hacia el interior de la lectura. Son como nuestros médicos de cabecera cuando otrora nos trataban sin prisas antes de que los cargaran con la responsabilidad de perseguir al covid. El librero de verdad, el nuestro de cada día, aconseja con arreglo a nuestros gustos personales, que conoce bien. Sabemos que sus recomendaciones no nos defraudarán. Y tenemos la certeza de que los libros que nos ofrece, aunque vivos –quizás por ello– tienen un precio fijo para sobrevivir frente a ataques multinacionales. La compra resulta segura, sin engaño posible. Y la venta es cercana, porque sus negocios están a la vuelta de la esquina.

«No somos unos simples tenderos», ha manifestado Paco Roales resaltando la labor del librero de viejo. Trabajo encomiable, sin duda, que da nueva vida a libros muertos, a cambio en ocasiones de arduas tareas de embalsamamiento. Pero no por ello debe despreciar a los tenderos, una especie que tendría que proteger tanto como lo hace con los tomos viejos.

miércoles, 5 de agosto de 2020

CUESTIÓN DE IMAGEN (5 de agosto de 2020)



El Diario Montañés, 5 de agosto de 2020

Es difícil escribir en este agosto atípico, sin la cantidad tan deseada de turistas y con el virus aumentando su presencia por cada esquina. Terminó un mes de julio en el que hemos intentado vivir con normalidad, aunque sin saber comportarnos del todo como personas normales. La cultura sí demostró que sabe cuidarse cuando la ayudan. En Cantabria pocos lugares ha habido tan seguros como el espacio de la plaza de Correos, donde el mundo del libro supo parapetarse con alfombras higiénicas, cámaras de seguridad e hidroalcohol. Allí llegó Revilla, huérfano esta vez de otras ferias que le molan más, agarrándose al clavo ardiendo de la de Santander, por la que nunca antes, creo, había aparecido, aun sabiendo que es profeta en su tierra. Y vino con Okuda, días antes de la operación de blanqueo que luego realizaron algunos ante una iniciativa artística que puede acabar con el blanco del faro; le han querido poner así el «colorín, colorado» a esta controvertida historia. Adelante, pues, con los colorines que atraerán turistas a ese lugar que representa como ninguno «el marco incomparable» de nuestra región infinita.

Se lleva el blanqueo. Acaso por ello la reina Leticia viste de Zara en sus visitas por el territorio patrio junto a Felipe VI. Además, exigen por protocolo que ninguno de los acompañantes lleve corbata y que aflojen algún botón del cuello de la camisa, blanca y remangada a poder ser. Así que tanto ellos, los reyes, como el grupo que pulula en su torno llenarían de «orgullo y satisfacción» al mismísimo Alfonso Guerra, reivindicador como ninguno de los «descamisados», muestra real de que el poder en la democracia lo ostenta el pueblo llano.

«Aunque la mona se vista de nada, tú siempre nunca», farfulló un borracho que casualmente pasaba por allí. Todos lo entendieron.

miércoles, 29 de julio de 2020

RESPONSABLES E IRRESPONSABLES (29 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 29 de julio de 2020

La persona responsable es digna de una credibilidad que el irresponsable no posee. El presidente catalán se creía el mejor gestor del circo de la crisis cuando la cosa no iba con él, pero ahora que le crecen los enanos de la pandemia, en la pista que ya gestiona, no sabe muy bien qué hacer y tiene la tentación de tomar las mismas medidas que criticó al gobierno «centralista»: un nuevo confinamiento domiciliario. La feria es distinta según el cristal con que se mira y desde la posición que se ocupa.

A mí me sucede lo mismo ante la actitud de algunos jóvenes, si no mantengo la cabeza fría. No quiero ser en este asunto como Torra y criticar solo una parte, sin tener en cuenta que la realidad tiene muchas aristas. Cuando me dejo llevar por el corazón, estimo que nunca han sido tan estridentes los motores de sus coches –los de algunos, repito– como desde que se produjo «la suelta» tras la pandemia. Han salido inflamados de falsa libertad y transitan sintiéndose los amos del cotarro circulatorio. No tienen reglas. Son los reyes del mambo. O se lo creen, y se llevan todo por delante. Cuando en la noche esos gilipollas cabalgan sobre el ruido, me hacen recordar el mundo apocalíptico que tantas veces hemos visto en la ciencia ficción. Me sacan de quicio, lo reconozco. Luego la cabeza se impone. Hay quien nada merece, sí. Acaso una buena reprimenda. Pero la mayoría –al menos así me apetece pensar– son como esos estudiantes modélicos que cada temporada se superan en la selectividad, o como ahora se llame la prueba.

Estaremos de acuerdo en que lo que hace falta es que el día de mañana la responsabilidad social recaiga sobre ellos, porque de mediocres irresponsables ya estamos bien servidos.


miércoles, 22 de julio de 2020

LA CULTURA DEL LIBRO (22 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 22 de julio de 2020

Comienza hoy en la plaza de Alfonso XIII de Santander un encuentro veraniego con la cultura escrita, entre grandes medidas de seguridad. La pandemia que nos acecha lo ha cambiado todo, incluso la fecha del día del libro, que pasa a celebrarse mañana, 23 de julio, porque se ha considerado que ahora hay menos peligro que en ese mismo día de abril, y sobre todo más posibilidades, porque entonces estábamos confinados.

En la capital de Cantabria los organizadores han previsto medidas extremas de seguridad. Aunque el espacio en que se desarrolla la muestra supera los 3.000 m2, el aforo máximo se reduce a 350 personas (más de ocho metros cuadrados por persona). A la entrada habrá un detector automático de temperatura y de comprobación de uso de mascarillas, que funciona mientras el visitante pisa sobre una alfombrilla higienizante y de secado, al tiempo que recibe una pulverización con hidroalcohol, el mismo que luego hallará en cada caseta y en los espacios que hay entre ellas. Y los autores dedicarán sus obras en un puesto especial, protegidos por mamparas. Cuando pasee por el interior de ese recinto abierto, el visitante va a tener una sensación de seguridad que quizá no encuentre luego fuera de él, porque las prevenciones que se toman en el mundo cultural alcanzan niveles difíciles de encontrar en otros lugares.

Es lógico. Son muchos los que piensan que la cultura es más contaminante que cualquier actividad habitual y por eso conviene blindarse ante sus efectos. Todos conocemos el peligro que supone tener criterio propio, conciencia, empatía, intuición estética…, humanismo, en fin. Resulta más cómodo –lo ha sido siempre– caminar con la despreocupación egoísta del hombre gris, ese que da en no pensar en nada y prefiere transitar con el grupo por puntos de mayor riesgo.

¡No compare usted!

lunes, 13 de julio de 2020

ALGUNOS JÓVENES IRRESPONSABLES (15 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 15 de julio de 2020

Aprendí mucho durante mi larga amistad con Benito Madariaga, pero la diferencia de edad, veintiséis años, hizo que algunas enseñanzas prendieran en mí tiempo después. Recuerdo una frase que solía repetirme: «Aún no tienes edad suficiente, pero a partir de los cincuenta tendrás conciencia de la muerte. A mí me ha pasado. Cuando los cumplí, comencé a pensar en ella. Siempre ha estado ahí, pero ahora es algo que me preocupa». Tenía razón. Como concepto, la muerte nos acompaña desde que comenzamos a tener conciencia, pero llega un momento en que notamos su presencia hasta en los gestos más cotidianos. (¿Por qué si no nuestra obsesión por mirar las esquelas?).

Los jóvenes –algunos– son distintos. Ante el coronavirus, por ejemplo, no entienden nuestras precauciones con las mascarillas, ni con las distancias. No sienten el peligro. Mucho menos, la muerte. Conciben ese punto final como algo inevitable, pero remoto. Todavía no les toca. No es su tiempo. Prefieren los grupos, el bullicio, las discusiones. En ocasiones, incluso, las peleas etílicas. Es su particular manera de mostrar una falsa fortaleza. Las multas, si llegan, las pagan sus padres. Ellos, no.

«La vida es así –dice mi mujer–. Mira cómo son los animales jóvenes. Juguetones; casi se podría decir que ‘insensatos’. Los perros no temen las tormentas hasta la edad madura. Antes, permanecen ajenos al peligro». «Quizá sí –contesto–, pero sus padres siguen teniendo un ‘comportamiento animal’ a la hora de imponer la autoridad. Lo has comprobado: en ocasiones un ladrido a tiempo o un suave mordisco hacen que los más pequeños sigan guardando el respeto y agachen las orejas». «De acuerdo –me contesta–, pero procedimientos así no están bien vistos hoy día».

Puede ser –me digo– pero, por perder algunos comportamientos animales, corremos el riesgo de actuar como bestias.


miércoles, 8 de julio de 2020

QUE SE SEPA (8 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 8 de julio de 2020

Mantenía la esperanza de que este verano no tuviéramos la serpiente que siempre llega bajo el disfraz de noticia banal. Otros años, las agencias, cuando no tienen de qué hablar, encargan a los becarios que publiquen durante estos meses vacíos cualquier cosa irrelevante para ocupar el tiempo del personal. Esta temporada parecía que no iba a ser así. Los brotes del coronavirus, surgiendo aquí y allá en goteo incesante, ocupaban la atención y llenaban los afanes. Dejaban en segundo plano la prepotencia insolidaria de Trump cuando decidió comprar para los suyos (para algunos) la casi total existencia del ‘Remdesivir’, el fármaco más indicado para combatir al bicho; o las manifestaciones del presidente de los hosteleros cántabros que, como si saliera de lo más hondo de su apellido, Cuevas, la temporada pasada pretendió traer extranjeros a trabajar, y ahora, en esta, achaca los problemas para contratar personal en su sector al Ingreso Mínimo Vital, que, según él, hace acomodaticios a los temporales (mal deben de andar las cosas en la hostelería para que alguien prefiera 400 euros al mes antes que trabajar).

Pero, mira por dónde, Bernardo Bustillo, Berni, ha logrado, con un desnudo no pretendido, caldear el ambiente del redil de las redes. Gracias a él, Torrelavega se ha puesto en el mapa y ha ocupado más espacio en las noticias –por una cuestión banal– que el que ocuparon en su día los problemas de Sniace.

Nota al pie: cuando la natación comenzó a ser deporte serio en nuestra región, Berni ya estaba aquí. Y, aunque por la parte que me toca sea un rival en las piscinas, ha conseguido, durante su dilatada carrera, un campeonato de España femenino y varias medallas nacionales. Para Torrelavega. Para Cantabria, que en este deporte no es nada. Pues eso, que también se sepa.

martes, 30 de junio de 2020

LAS MASCARILLAS (1 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 1 de julio de 2020

Sabemos que la abundancia y la escasez son cíclicas: ni la felicidad es eterna ni hay mal que cien años dure. Viene esto a cuento por el discutido asunto de las mascarillas, en el que hemos pasado de manufacturarlas por su carencia –hubo un tiempo en que esperábamos con nerviosismo la llegada de las llamadas «revilletas», muy poco vistas después–, a tenerlas disponibles para cualquier gusto y estilo. El que en principio fue atavío protector, es ya artículo de diseño. La mascarilla más común es de color azul claro, de un solo uso –aunque de tanto utilizarla termina haciendo bolas e hilillos–, pero las hay de toda condición: escuetas cual tangas, que tapan lo imprescindible, apenas boca y nariz; caseras –grandes como la braga-faja de Bridget Jones–, que alcanzan hasta los ojos y suelen tener humedad o marcas negras de rímel por la zona próxima a los lacrimales; con válvula, que protegen a quienes las portan y no al resto, indicadas para usar como cofia si se coloca la espita en lo más alto, cual pompón (de tal guisa se la he visto a una señora de edad en una cafetería); las hay de diseño, con color oscuro y bandera patria en un lateral, o con lábaro, o con multicolores arcoíris… El catálogo es inabarcable. Se regalan en los mítines políticos para que los fieles muestren el color de su voto, y se entregan con la prensa deportiva con la pretensión de que los forofos multipliquen los colores de su equipo. La prenda ha pasado de proteger y cubrir a su portador, a mostrar sin reparo la ideología de cada cual. Y, por supuesto, también sirve para que algunos –los hay– presuman de la libertad de no usarla. Tontos integrales que confunden el culo con las témporas. 

martes, 23 de junio de 2020

SIN PISAR A NADIE (24 de junio de 2020)



El Diario Montañés, 24 de junio de 2020

Llegó el verano, puntual, y trajo la nueva normalidad que a muchos no nos lo parece tanto, aunque se repitan las situaciones. Regresan las temperaturas altas, suaves en el norte, altas de verdad más abajo; vuelven las derrotas del representativo, camino a la perdición de la llamada eufemísticamente segunda B, que es la tercera; se repiten las quejas de Revilla, amenazando con no tolerar la actitud hostil de Madrid, que niega lo que debe. Es el pan nuestro de cada día. Poco le importan al fuerte los que son más débiles que él. Las reivindicaciones de Revilla –las de todos los cántabros– caen en saco roto; como en saco descosido caen las del mundillo de la cultura en su gobierno, aunque nadie le haya amenazado todavía con no tolerar tal actitud de desprecio que, más que hostil, ignora. Suele pasar. Se dice que unos viven de las subvenciones mientras otros las reciben copiosas por su fama de ser el motor –gasolina, gasoil o eléctrico– de la economía nacional: empresarios que parece que nunca piden nada porque siempre se lo dan. El pez grande se come al chico, como el tigre de Cabárceno se comió la mascarilla de algún desaprensivo que, además de chetos y patatas, la lanzó, o se le cayó sin querer –vaya usted a saber–, porque todos la llevamos colocada de cualquier manera. La nueva normalidad llega –ya se ve– con las anormalidades de siempre, aunque el mundillo cultural tiene la esperanza de reencontrarse esta semana con el público lector en la feria del libro de Torrelavega. ¿La apoyarán Revilla o Zuloaga con sus presencias? No lo sabemos. Solo tenemos la certeza de que no se regalará vales turísticos con cada compra. Así no perjudicaremos al cercano zoológico de Santillana. Es conveniente progresar sin pisar a nadie.

miércoles, 17 de junio de 2020

ECONOMÍA Y PRUDENCIA (17 de junio de 2020)



El Diario Montañés, 17 de junio de 2020

No suelen ir de la mano prudencia y economía. La primera toma su tiempo en cada decisión, la segunda se la juega con la duda; por eso ambas han estado midiendo sus fuerzas durante este confinamiento. Calculan quienes de esto saben que una semana con las fronteras cerradas le cuesta al turismo regional cerca de dieciocho millones de euros, de los que aproximadamente cuatro y medio los aportan los vascos. Es lo que ha llevado a Revilla a soñar con la apertura ilimitada de la frontera del este, esa a la que se refirió como «la muga». Pero tiene la sospecha de que el personal de uno y otro lado quizá no se comporta de manera responsable (algunos del lado de allá nunca han dejado de pasar a este, y algunos camareros de este, aun viviendo del sector servicios, en más casos de los deseables utilizan las mascarillas como barbuquejos, mientras aclaran al cercano y desprotegido comensal las dudas que genera una carta que ofrecen en papel multiuso). Por eso, cuando el flujo transcurra libre, ha manifestado el presidente que tanto Urkullu como él tendrán que «sensibilizar» a los ciudadanos sobre la importancia de ser rigurosos en el respeto a las normas, «para que no haya necesidad de que tengamos que arrepentirnos de esto que vamos a hacer».

Margarita del Val, experta viróloga que nos mete el miedo en el cuerpo con cada una de sus declaraciones, ha dicho que acaso la segunda oleada del virus se adelante a julio, coincidiendo con la movilidad, porque el bicho todavía sigue ahí. Habrá, pues, que ser rigurosos, no bajar la guardia y subir la mascarilla a su lugar. Así caminarán de la mano prudencia y economía. Porque en situación tan grave como esta no sirve lo de «arrepentidos los quiere el Señor».

miércoles, 10 de junio de 2020

ABRIR LA MUGA (10 de junio de 2020)



El Diario Montañés, 10 de junio de 2020

José María Aznar tiene un don para las lenguas. Lo mismo habla catalán en la intimidad que pronuncia frases españolas con acento tejano. «Estamos trabajando en ello», dijo con soltura tras tratar con un socio de conveniencia. Revilla, acaso imitándolo, nos ha sorprendido con un sustantivo que, aunque quienes de esto saben dicen que tiene etimología indoeuropea, otros consideran que, por la apropiación que da el uso, proviene del euskera: «Nos tienen que autorizar a abrir la ‘muga’ –ha dicho–. No hay dos territorios en España con más relación […] humanamente somos casi lo mismo». Dejando a un lado el siempre divertido asunto de la identidad sanguínea, el presidente sabe que salvar el verano cántabro depende en gran parte de nuestros socios del este. Los del oeste tendrán que esperar porque, en cuanto a turismo se refiere, reciben más que dan. Por eso se ha unido a Urkullu para «abrir la muga», socio de utilidad en tiempos revueltos.

Rafael Bengoa, vasco nacido en Caracas, conoce bien la sanidad pública y sus problemas. Acaba de declarar, refiriéndose al coronavirus, que las noticias repetidas de que ya hay menos muertos pueden relajar nuestro comportamiento y hacernos bajar la guardia al creer que el riesgo también ha bajado, cuando en realidad no lo ha hecho. Aunque haya libertad de movimientos fronterizos, debemos seguir actuando con prudencia.

«Ésta es su casa», ha dicho Revilla refiriéndose a los vascos. Bienvenidos a nuestra tierruca, pródiga en bares y locales de ocio, que vamos a abrir en esta fase tres con condiciones menos restrictivas que en las anteriores.

La cultura, salvo que sirva de reclamo turístico, irá despacio. Representa más peligro un público cultural, respetando la separación, que el que se apiña en playas o terrazas. Porque para algunos la cultura es más dañina que una cerveza.