El Diario Montañés, 27 de noviembre de 2019
No
recuerdo qué articulista decía que de tanto escribir veía los temas por la
calle. Acaso tenía razón y no haga falta más que observar el entorno para tener
de qué hablar. Vamos a probar: El pasado viernes un grupo de amigos fuimos a
cenar a un lugar de esos que ofrecen huevos con la banderita de su procedencia.
La cosa parece sencilla, pero tiene su aquel. Se comienza con un papel de autopedido,
tipo Ikea, donde se marcan con un lapicero cruces o palitos (a gusto de cada
cual) lo que quieres tomar; así se reducen los gastos de personal. Pasado un
tiempo prudencial, llegan los primeros huevos fritos, colocados en platos con
arreglo a su lugar de procedencia. Cada cual va cogiendo el suyo (autoservicio)
mientras espera la segunda tanda. Y ahí surge la duda, ¿como ahora el huevo
cántabro o espero a que sirvan el extremeño?, ¿le meto el diente al vasco o
hago tiempo para recibir al andaluz? Si espero, se me va a enfriar el primero;
si lo como, no podré comparar sabores ni apreciar la singularidad regional de
las gallinas, el marcado sabor autonómico de las yemas. El segundo huevo tarda
un idem en salir. Comemos, pues, el primero, acompañado por patatas de una
fuente generosa colocada para compartir. Llega el segundo, pero no hay señal de
la morcilla, el chorizo o el lomo que hemos escogido de acompañamiento. Cenamos
por tiempos bien marcados, primero un huevo, luego otro, más tarde la morcilla,
después el chorizo… Innovación, sin duda. El plato combinado deconstruido. Un
invento de premio.
Bajar
el nivel de irritación exigía echarle al cuerpo una copa (lo justo para no dar
positivo, que luego había que conducir) y reír la experiencia recién vivida.
Local cercano. «No me da buena señal. Mucha gente joven», dice la más joven de
nuestro grupo, reciente cuarentañera. Y tenía razón: amagos de peleas cada poco
tiempo, humo con aroma a hierbas, conversaciones a todo volumen, miradas
desafiantes que parecían calibrar nuestra edad… Tensión, en fin.
Pese
a todo, no fue un mal viernes. Podía haber sido peor.