martes, 24 de junio de 2014

UNA PIEDRA (25 de junio de 2014)


El Diario Montañés, 25 de junio de 2014

Tengo que escribir mi artículo de los miércoles, me digo en un respiro que me concede el dolor. Esta semana hay muchos temas para opinar. La cuestión es ponerse a ello. Puedo hablar de la campaña mediática contra Pablo Iglesias. Y resaltar cómo la «casta» política se ha puesto de acuerdo en airear sus trapos sucios, reales o inventados, para, según dicen, protegernos del peligro que supone «una opción prefabricada para llevarse el voto del hastío, cuyo programa económico conduciría a España a más paro y más pobreza». Aunque yo creo que, más que protegernos, pretenden protegerse a sí mismos y sus puestos. Ahí tendría un buen tema, si la piedra que me está bajando por el uréter me deja tranquilo. Y bien podía unir las prisas de este ataque con las prisas que se han dado los grandes partidos en enrocar al rey con una protección jurídica exprés tras su abdicación. Como si el monarca tuviera trapos sucios y los quisieran esconder. Pero el ‘Nolotil’ líquido que me dan para el dolor me sume en un estado de duermevela que traslada mi atención a otros asuntos, que van y vienen sin sentido. (Será el ‘Nolotil’, o la pornografía: según el estudio de un instituto alemán ver pornografía puede causar daños en el cerebro masculino –no preocuparse, pues, las féminas consumidoras– y empequeñecer ese órgano; el cerebro, claro). Y en ese ir y venir recuerdo, treinta y nueve años después, los tiempos lejanos en que me enfrenté a la Selectividad. Fuimos la primera promoción de estudiantes que probaba aquel examen novedoso. Como ahora, aprobamos casi todos. Como ahora, algo no funcionaba bien en RENFE, porque un compañero reinosano, que llegó al examen de milagro por una avería del tren, dijo con sorna: ‘Quousque tandem abutere, catenaria, patientia nostra?’. (¿Hasta cuándo, catenaria, abusarás de nuestra paciencia?).
Termino, y no tengo claro que esto sea un artículo. Es como una piedra. Como la mía. O como un ladrillo. No lo sé.

martes, 17 de junio de 2014

NECESITO DESCANSAR (18 de junio de 2014)


El Diario Montañés, 18 de junio de 2014

Los cien días prometidos para cambiar Cantabria alcanzarán la cifra de mil cien este mes, tercer año del cambio de gobierno. Mucha prisa tendrán que darse para cumplir lo que prometieron entonces: «Convertir Cantabria en un paraíso para la actividad empresarial y racionalizar las políticas públicas para centrar esfuerzos en sanidad, educación y atención a los discapacitados». Hasta el momento, el compromiso empresarial tiene más fuego de artificio que realidades; con la educación y la sanidad han conseguido poner a casi todos en contra; y en cuanto a los discapacitados, han retrasado las ayudas a la dependencia seis meses más de lo legalmente establecido. Del dicho al hecho, hay mucho trecho.
Donde interesa recortar el trecho temporal es en las bajas por enfermedad. «Con el objetivo de luchar contra el absentismo laboral injustificado y ahorrar dinero al sistema», el gobierno central se propone regular por decreto la duración de las mismas. Y creará tablas en las que cada enfermedad tendrá plazos marcados, dejando la opinión de los responsables médicos en segundo plano, norma de igualdad contraria a su liberalismo, que coloca al individuo por sobre todas las cosas… en algunas cosas.
La experiencia nos enseña que cuando gobiernan «los otros» el gasto se dispara, y tienen que llegar «los unos» –cual huestes de Atila– a cortar por lo sano. Quien quiera algo, que lo pague, dicen, que es muy bonito vivir de la sopa boba engañando a los demás. Entonces cambian hábilmente el verbo recortar por racionalizar, y racionalizan el desempleo, los derechos laborales, las recetas médicas, las ayudas a la dependencia, las bajas por enfermedad, la justicia... Lo que no logro explicarme es cómo, pese a tanta racionalización, Cantabria se ha adeudado en casi 1.000 millones de euros en estos mil cien días.
Ahora que se acerca el verano, para ver las cosas claras, necesito una temporada de relax, a poder ser con balneario y tratamiento facial incluidos. Si alguien me paga los gastos, pues miel sobre hojuelas.

martes, 10 de junio de 2014

POLÍTICA POÉTICA (11 de junio de 2014)


El Diario Montañés, 11 de junio de 2014


Vuelve a reír la primavera. Atrás queda la noche oscura del alma. En España empieza a amanecer. Ignacio Diego, el presidente, emulando a Diego, el poeta –«gerardísimo Gerardo»–, ha hecho un discurso preñado de prosa poética con motivo de la concesión a Ferroatlántica de la medalla de plata de Cantabria. Entren en la web del Gobierno. No se pierdan el resumen: «Estamos ya en la madrugada de una noche larga y fría, y vemos que empieza a salir ya el sol. Ese sol aún no calienta nada más salir, hay que esperar un tiempo, pero ya aporta luz».
¡Dios mío, cuánta belleza! Si hasta puede ser pertinente la reiterada presencia del adverbio «ya», certera reivindicación del presente por él y su gobierno forjado. Y, además, ha dejado atrás la imagen de la luz al final del túnel, muy devaluada de tan usada. Villar Mir –que pese a su apellido no es un médico interno residente, sino un empresario de primera categoría– cuando recogió la medalla no quiso ser menos y definió a nuestra región como «un paraíso terrenal para la industria». 
Sabíamos por Antonio Machado –según Anaya «se fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte»– que a las palabras de amor les conviene su poquito de exageración. Pero tanta, además de empalagar, puede cabrear a más de uno.
Cuando despertamos al día siguiente, comprobamos que el dinosaurio de la precariedad todavía estaba allí. Ni el paraíso terrenal para la industria ni la tenue luz dudosa del sol del amanecer habían conseguido espantarlo: Cruz Roja en Cantabria, con su programa de Lucha Contra la Pobreza, ha atendido «ya» a 7.500 personas y la situación, según sus responsables, sigue empeorando.
«Tiendes al pesimismo. Siempre ves el vaso medio vacío», me dicen de vez en cuando los amigos. Acaso tengan razón, pero los pesimistas –lo dejó escrito Saramago– somos los únicos interesados en cambiar el mundo, porque los optimistas están encantados con lo que hay.

martes, 3 de junio de 2014

DÍAS DE VINO Y CRISIS (4 de junio de 2014)


El Diario Montañés, 4 de junio de 2014


Ser el primero en algo no siempre es garantía de éxito. Hay estadísticas en las que el privilegio pertenece al último clasificado. Conocíamos la semana pasada que Cantabria ocupa la primera posición nacional en pérdida de poder adquisitivo desde 2008, tras caer un 8,2%, y que por esa circunstancia se encuentra clasificada en el duodécimo lugar del ranking de los salarios brutos autonómicos. Con estos datos no parece sensato que nos hablen de recuperación, aunque el gobierno iniciara antes de las últimas elecciones europeas una campaña de marketing comunicativo que exageraba la importancia del repunte de las cifras macroeconómicas.
El ciudadano común padece los resultados del gigantesco monopoly financiero en el que tan a gusto juegan unos, moviendo fichas que pueden llevar a otros a la casilla de la precariedad. En ella permanecen muchos turnos sin jugar, porque sólo pueden hacerlo en tiempo de elecciones. Ahora han lanzado los dados dejando claro su descontento. Pero el FMI 
–sin respetar la voz de las urnas y ajeno al sentir general– aconsejó al día siguiente que se siguiera apretando con más impuestos indirectos –esos que pagamos en los productos básicos– y que, a ser posible, se rebajara los sueldos cuando las empresas lo necesitaran: en nombre del pragmatismo, más de lo mismo.

Cuando este fin de semana pillaron al juez del Constitucional Enrique López sin casco en la moto, saltándose un semáforo y cuadruplicando la tasa de alcohol permitida, confesó que había «circunstancias personales que podrían justificar los hechos, pero que no venían al caso». Siguiendo su argumento, muchos ciudadanos, empujados por su situación económica personal –que sí vendría al caso–, tendrían justificado echarse a la calle hartos de vino, despreciando todas las normas. Lo malo es que en Cantabria ni siquiera podemos saber cuál es nuestro caldo más sobresaliente para emborracharnos, porque al concurso en que se iba a dictaminar el fallo acudieron unos pocos, y ser el primero de ellos tampoco era garantía de ser el mejor.