miércoles, 25 de diciembre de 2019

EUFEMISMOS E INTERESES (26 de diciembre de 2019)


El Diario Montañés, 26 de diciembre de 2019

Los eufemismos tienen la grandeza de disfrazar las cosas de manera decorosa, pero en esa virtud puede estar el propio pecado si son demasiado evidentes. «Dimito porque no cuento la realidad y omito un dato», ha dicho Félix Álvarez al abandonar su cargo de líder de Ciudadanos en Cantabria por haber mentido en un asunto relevante. Y es curioso, porque en este caso –en el que estaba por medio el contrato de trabajo de un compañero que Álvarez «omitió» comunicar a los suyos–, la ‘Biblia’, que para todo tiene una vara de medir, utiliza la categoría de «pecado de comisión», que es el que se realiza cuando alguien comete –de ahí el nombre– una acción que no debería haber ejecutado. Y aunque dicen que todo pecado tiene su penitencia, la que se ha impuesto a sí mismo el político no deja de tener gracia –no debemos olvidar que anteriormente fue humorista–, porque continúa ejerciendo como diputado en el Parlamento regional. Sin duda ha considerado que su pecado de comisión por omisión es de categoría venal.
Cosa rara lo de Ciudadanos. Casi desaparecidos del panorama político, intentan dejar su huella por doquier. Ceruti se ha empeñado en apretar las tuercas al PP santanderino e insiste en mantener una reunión antes de Navidad para eliminar parte del carril bus del centro de la ciudad, precisamente ahora que algunos de los que éramos recelosos ya no lo vemos con tan malos ojos. El propio comité de empresa del SMTU –que tampoco apoyó su implantación con entusiasmo– considera que la retirada es poco acertada, y augura que restará velocidad y atractivo al transporte público. También añade que la medida es una «apuesta cobarde» para no hacerle frente al coche particular, que es el que más contamina, tanto ambiental como acústicamente.
Parece que en unos tiempos en los que la mayoría de las capitales europeas apuestan por ser peatonales, modernas y sostenibles, hay quien se empeña en llevar el paso cambiado. A lo mejor es verdad lo de que en estas y en otras cosas legales Europa sigue terminando en los Pirineos.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

LISTA ROJA (18 de diciembre de 2019)


El Diario Montañés, 18 de diciembre de 2019

Dura es la piedra, mas no eterna. El tiempo agrieta techumbres, carcome columnas y debilita cimientos. Y la piedra cuando faltan cubierta y apoyos termina desmoronándose.
Francisco Antonio Ceballos, el Caballero, y su esposa Marina Jacinta de Padura Moreno levantaron su casa-palacio en un altozano de Argomilla de Cayón. Corría el siglo XVII, y en ese momento no podían imaginar el triste destino que alcanzaría siglos más tarde. Llego a la casona tras visitar la cercana iglesia románica de San Andrés. Un cartel me informa de que el edificio fue declarado Bien de Interés Local en 2007, con categoría de Monumento. Pero ya desde lejos observo que el tejado amenaza derrumbe, que grietas recorren longitudinalmente una de las cuatro torres, que algunas almenas comienzan a desmocharse, que la balconada de la fachada principal ha desaparecido –son testigos los vanos en los que se incrustaban las vigas–. Entonces decido acercarme al soportal, porticado con cuatro arcos. Lo hago imaginando el resoplar de los caballos, cuando antaño descansaban bajo esa portalada tras largas jornadas de trote. Ahora me topo con un depósito de leche, un pastor eléctrico y con aperos de labranza perdidos entre la suciedad. Tampoco encuentro la aldaba de forja con la que golpear en el tas del portón de roble, porque no hay aldaba, ni tas, ni portón; solo una frágil puerta de dos hojas entreabiertas que me invitan a penetrar en el interior. No lo hago, porque la casa es de propiedad privada. Pero, asomado a la puerta, alcanzo a vislumbrar el revuelo de unas gallinas que corren escaleras arriba hacia el primer piso, casi inexistente, pues desde la penumbra parecen mayores los derrumbes del suelo que la solada en sí. También percibo gruñidos de cerdos en el interior. Cruel destino el de la casona de Ceballos el Caballero, ruina inminente, refugio actual de vacas, gallinas y cerdos.
Luego, en mi domicilio, me informo y descubro con angustia que en Cantabria más de una veintena de edificaciones similares están incluidas en la lista roja del patrimonio regional por abandono. Y que nadie toma medidas urgentes para remediarlo.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

UN BOSQUE CON GENTE (11 de diciembre de 2019)


El Diario Montañés, 11 de diciembre de 2019


Parece que el viernes negro ha llegado a nuestras vidas para quedarse. El gran hermano americano impone sus costumbres a la aldea global, y todos, fieles seguidores de lo banal, hemos comenzado a subirnos al carro de las compras compulsivas cada último viernes de noviembre. Dicen que a esas alturas del calendario se pone en marcha el consumo navideño en América, y que a partir de entonces los números rojos de los comercios comienzan a convertirse en negros. De ahí el nombre; aunque vaya usted a saber. Lo cierto es que algunos medios de comunicación, incitando al consumo, han hablado de ese día como si no existiera un mañana.
En Cantabria nuestro particular viernes negro trajo otros tintes menos optimistas, que apuntan al rojo negativo. El panorama oscuro lo presagian los Expedientes de Regulación de Empleo que amenazan a las plantillas de dos de las mayores empresas del territorio regional: Global Steel, de Nueva Montaña, y SEG Automotive, de Treto, que vienen a sumarse a los ya vigentes de Saint Gobain y Ferroatlántica (de las empresas más pequeñas, ni hablamos). Con este panorama no sorprende que la producción industrial haya bajado un 1,5% en los diez primeros meses de 2019. Sólo la hostelería ha aguantado el tipo en 2018, y con 1.360 millones de facturación aporta ya el 5,9% de la riqueza regional. Tal perspectiva parece que nos aboca a vivir del turismo, y eso tiene su parte negativa: el sector hostelero se mantiene, generalmente, con sueldos bajos y trabajos que dependen de la temporalidad, lo que puede explicar que nuestra región haya sido la única en la que bajó el salario medio durante la recuperación económica, y que ahora estemos ganando 34 euros brutos menos que en 2013.
«Cantabria es como un gran bosque en el que vive gente», ha dicho con admiración uno de los turistas que nos han visitado en este puente. «Esta región es un paraíso», ha manifestado otro. Lo que quizá desconozcan ambos es que por falta de espacio laboral expulsamos de este paraíso a nuestros hijos más preparados. Salvo que se queden de camareros.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

VARIAS ESTADÍSTICAS (4 de diciembre de 2019)


El Diario Montañés, 4 de diciembre de 2019

No somos los cántabros los ciudadanos españoles que más vivimos, pero sí los que alcanzamos más años con calidad de vida saludable (71,6 años). Así lo refleja un estudio publicado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, según el cual los achaques propios de la edad se manifiestan más tarde en nuestra región. La verdad es que, acechados por la lluvia pertinaz y por los huracanes que ya han aprendido el camino del norte de España (Eloy es la próxima amenaza), la noticia sirve para reafirmarme en la fortaleza física de un pueblo que le sabe poner buena cara al mal tiempo, aunque tenga la humedad calada hasta los huesos del alma.
He dicho alma, pero hay otra estadística que me debería haber hecho ser más cauto a la hora de utilizar esa palabra: el Centre d´Estudis d´Opinió de la Generalitat de Catalunya nos concede el tercer puesto nacional en cuanto a porcentaje de ateos y agnósticos (el 34,8%), solo por detrás de Cataluña (el 42%) y el País Vasco (el 39,7%). Los catalanes últimamente no saben qué inventar para demostrar su singularidad, y hete aquí que los cántabros –tan patriotas que ponemos en duda el voto positivo del PRC al gobierno de Sánchez si pacta algo sospechoso con Esquerra– alcanzamos en su estudio estadístico la medalla de bronce del descreimiento, detrás, precisamente, de las dos comunidades que mayores quebraderos de cabeza nos dan con lo de la independencia. Las estadísticas, ya se sabe, las carga el diablo, y en este caso parece que el diablo nos ha situado al lado de los que algunos consideran sus aliados.
No existe estadística que mida el porcentaje de descontentos que hay en el PSOE cántabro con el modo de actuar de Zuloaga, pero aumentan las voces que le reclaman más transparencia y menos promoción de su imagen personal. El alma de un partido son sus militantes y cuando desconfían de sus dirigentes la situación se pone fea. Creerse avalado por la razón y transitar la senda de la omnipotencia es camino abonado para que la cosa termine en un sindiós.