El Diario Montañés, 31 de julio de 2019
Cantabria
se llena de turistas y algunas localidades multiplican su población hasta
treinta dos veces. Según parece, no estamos preparados para tales aluviones y
los servicios básicos se resienten; no así la hostelería, siempre con
soluciones. Estoy en un bar de mi pueblo que ha tenido que contratar un nuevo
camarero. Parece extranjero. No entiende bien. Tampoco atiende en las mesas (algunos
bares, como ciertas gasolineras, están comenzando a imponer el autoservicio sin
rebajar un céntimo en la factura). Mi grupo lo componemos diez personas. La
ronda es generosa, pero no nos ofrecen ninguna tapa. Ya cuando marchamos, el
camarero, novato pero bien aleccionado, pone en el mostrador un plato de
gusanitos y diversas chucherías más propias de pollos, al tiempo que dice:
«¿otra ronda?». Me indigno. Hemos tomado las primeras cañas «a palo seco» y
ahora que nos vamos pretende tentarnos con bazofia. No hay calidad. De calidez,
ni hablo. En algunos lugares, por desgracia, sigue vigente el dicho de «ave de
paso, cañonazo». No importa si el cliente no repite. Otros vendrán.
Para
que esto no suceda hay que saber dotarse no solo de personal, sino que esté bien
cualificado. Reforzar, por ejemplo, la Sanidad en verano no basta con llenar de
residentes los servicios de urgencias. A lo mejor es necesario también pactar
un buen reparto de las vacaciones entre los médicos veteranos. Pero bueno, esas
son cuestiones que deberá resolver la consejería de la cosa sanitaria, que
ahora se puede poner a ello, porque la parte socialista del gobierno regional –responsable,
entre otras, de esa consejería– ha aumentado su plantilla con dieciséis altos
cargos para afrontar «los nuevos retos que tiene Cantabria». Zuloaga ha dado un
ejemplo de previsión de futuro. Con personal tan cualificado como bien pagado
será mucho más fácil su tarea hercúlea de gobernar en varios frentes y no
quedar empañado por la omnipresencia de Revilla.
No
debemos criticar tal medida. Dice el vicepresidente que los puestos se cubren
con personal funcionario de la administración y, «a priori», no supondrán un
mayor gasto. Vamos, como las tapas en un bar. Veremos «a posteriori».