martes, 29 de octubre de 2013

UN SEGUNDÓN (30 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 30 de octubre de 2013

Por avatares de la natación este fin de semana he estado en Barcelona, y mientras paseaba por sus calles di en pensar en la suerte que tenemos de vivir en Cantabria. Esta ciudad, en la que los impuestos gravan hasta el aire que respiras, debería tomar ejemplo de nosotros. Nos van a bajar el céntimo sanitario a la mitad, en algunos tramos del IRPF vamos a tener los menores impuestos de la nación y en ningún otro lugar de España se puede comprar un coche más barato. Con tales pensamientos, ardía en deseos de regresar a la tierruca para encontrarme de nuevo en nuestro tranquilo paraíso, lejos de esta urbe de Babel.
«Diego ahoga pero no aprieta (Gloria Fuertes, en realidad, decía que quien ahogaba era Dios). No te adula pero te defiende». Nuestro presidente, en cuanto las circunstancias lo han permitido, ha anunciado que bajará los impuestos a los más pobres y se los subirá a los más ricos (tiembla, Botín). Robin Hood debió de ser su héroe de juventud, su espejo. De ahí su ímpetu sin par, que algunos malintencionados confunden con la agresividad. Que el dinero vuelva a los bolsillos del ciudadano y genere un círculo virtuoso, que no vicioso, para que ruede la rueda del consumo, ahora frenada porque el palo del paro estaba trabando sus radios. En la segunda parte de la legislatura –lejos quedaron los cien días prometidos, es verdad, pero la herencia recibida fue desastrosa– todo comienza a ir mejor. Que no digan los desconfiados que son medidas electoralistas. Que no proclamen que tendrán aplicación real en 2015. Que no manifiesten que con lo del céntimo, aunque menos, nos sigue haciendo daño. Que no desprecien las positivas cifras de empleo.
Marcho de Barcelona. En el control de seguridad del aeropuerto, un empleado me dice: «¡Hombre, es usted de Cantabria! ¡Qué gran presidente es Revilla!». Me callo. A Diego, aquí, le pasa lo que a Cristiano con Messi. Le consideran un segundón.

martes, 22 de octubre de 2013

POBRES CORDEROS (23 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 23 de octubre de 2013

Las crisis no sólo acrecientan las distancias entre ricos y pobres, también distorsionan la perspectiva que ambos tienen de una misma situación. El cristal con que miran los primeros suele adquirir intensos tonos rosados –‘la vie en rose’–, en la misma medida que el de los segundos se torna paulatinamente oscurocasinegro. Don Ramón de Campoamor escribió algo al respecto.
Ahora, con seis millones de españoles en paro y casi doce rozando la pobreza, Emilio Botín –que ve las cosas desde su cristal rojo corporativo– ha proclamado en Nueva York que «es un momento fantástico para España» porque «llega dinero de todas partes». Nuestro mercadillo nacional ha colgado los carteles de saldo y ocasión, dispuesto a vender al mejor postor mano de obra barata y lo poco que nos queda de patrimonio industrial, y el capital, al parecer, ha acudido presto al envite. Por eso nuestro ilustre paisano, que tiene cuerda hasta para Rato, no ha podido contener su contento allende nuestras fronteras. Este dinero externo de la especulación –que contradiciendo las más elementales leyes físicas nunca fluye por el nivel más bajo– salvará los balances de los grandes grupos bancarios y hará que el Ibex 35 supere los 10.000 puntos, pero es posible que no incida en los bolsillos de la gente. Está demostrado que no siempre lo que es bueno para los bancos lo sea necesariamente para el común de los ciudadanos.
Otro dinero, esta vez de dentro, sigue evadiéndose sin miramientos de nuestro país y ya supera la cifra de 81.000 millones de euros. Con esa cantidad se hubiera podido evitar recortes en sanidad, en educación, en investigación y en otros apartados que sí padecen directamente los más necesitados. Pese a todo, los ‘lobby’ de la economía están de acuerdo en que, aunque no nos demos cuenta, ya estamos en el camino de la recuperación.
Permítanme jugar con las palabras y parafrasear a Esopo: «Cuando un ‘lobby’ se empeña en tener razón, pobres corderos».

jueves, 17 de octubre de 2013

HOMENAJE (16 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 16 de octubre de 2013

Esta semana tenía muchos temas sobre los que escribir. Podía haber centrado mi artículo en nuestro proactivo presidente, que no logra traer empresas a Torrelavega porque, según él, los emprendedores no quieren invertir en una ciudad que vive instalada en la crispación. El asunto prometía. Tampoco hubiera estado mal introducir, como quien no quiere la cosa, algunas reflexiones sobre los senadores cántabros del PP que votaron en el Senado madrileño a favor de ese fraking que tanto detestan cuando están en Cantabria, y que luego les llevó a defender su postura con manifestaciones dignas de figurar en una antología del disparate. Burla burlando, también podía haber mostrado extrañeza por la rapidez con que los técnicos, generalmente cautos, dictaminaron que los restos del muelle antiguo que aparecieron en el túnel que se está excavando en el entorno del Centro Botín tenían nulo valor. Pero no he podido hacerlo. No he tenido fuerzas para enfrentarme a la página en blanco y llenarla de críticas, ahora que un cierzo infeccioso se ha llevado por delante la vida de mi padre. Se llamaba Alfredo, y era un hombre bueno.
De él heredé un parecido físico innegable y una profunda preocupación por el trabajo bien hecho. Él lo plasmó en la madera, ejerciendo el oficio de carpintero con rara perfección. Yo he intentado seguir su ejemplo en mi oficio de editor, cuidando cada libro como si fuera único. Mi padre tenía también un profundo sentido de la justicia social y, cual nuevo Quijote, se rebelaba ante la opresión a los menesterosos. Por una cuestión genética, a mí me sucede lo mismo.
Sólo le pido al futuro que, siguiendo su ejemplo, pueda mantener la entereza que él mantuvo ante la enfermedad y la muerte. Una entereza que le llevó a afrontar el adiós definitivo con la seguridad serena de que su vida se terminaba aquí, y que el más allá que podía prolongar su memoria sólo existía en la huella imborrable de su recuerdo.

martes, 8 de octubre de 2013

COMPETENCIAS E INCOMPETENTES (9 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 9 de octubre de 2013

Hoy tengo unos cuantos nudos en el entendimiento. No soy capaz de explicarme qué ha podido pasar por la mente de Ildefonso Calderón para decir que «la autonomía tiene que meter en Torrelavega dinero por un tubo en los presupuestos de 2014, porque si sólo lo sigue metiendo en Santander y en pueblucos, lo mejor es que se disuelva y nos gobierne Rajoy».
Cuando rememoro el tiempo lejano en que unos cuantos soñadores salimos a la calle reclamando una autonomía que entonces parecían reacios a concedernos, aún siento el soplo de aire fresco de aquel ideal. Eran tiempos de esperanza, de democracia naciente. Estábamos seguros de poder con todo, aunque no nos habían educado para ello, porque veníamos de una dictadura que, para intentar anularnos el pensamiento, se aplicaba en pensar por nosotros. En el autogobierno intuíamos la solución a unos males que habíamos plasmado en una imagen que se hizo popular: el gobierno central, de tanto ordeñarnos la vaca, nos la estaba dejando seca. Ahora queríamos ordeñarla nosotros, dando, eso sí, la parte de leche que le correspondiera a la hacienda central, y repartiendo el resto con equidad entre los ciudadanos de Cantabria. Queríamos responsabilidades –después las llamaron competencias– porque nos sentíamos muy capaces de asumirlas y administrarlas.
Ahora, muchos años después, frente al pelotón de las manifestaciones del descontento en Torrelavega y amenazado por una probable moción de censura, el alcalde de los largos silencios, lavándose las manos en cuanto a su responsabilidad, ha hablado. Y ha lanzado una idea que cuestiona la propia autonomía y pone al borde de la incompetencia a nuestro presidente regional, al proponer que nos gobierne Rajoy. La cosa sería de risa de no ser porque, además de alcalde, Calderón es diputado regional en virtud de un estatuto que ahora parece despreciar.
No deberíamos sorprendernos. Ya sabemos que su personalidad alternante le permite votar una cosa y la contraria, dependiendo del lugar en que se encuentre. Como médico, tendría que mirárselo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

A MANDAR... (2 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 2 de octubre de 2013

Hemos conocido con certeza estadística lo que era una evidencia empírica: los países que más gastan en sanidad son los que mayor éxito tienen en la lucha contra el cáncer. El gobierno central, sin embargo, acaba de adoptar una medida que, más que aumentar el gasto, parece encaminada a reducirlo, y ha hecho público en el BOE que los enfermos crónicos deberán pagar desde este mes de octubre el 10% de lo que cueste la medicación que se les suministra en las farmacias de los hospitales, con un tope máximo de 4,50 euros (me sigue gustando traducir: 750 pesetas). La decisión no ha sido bien acogida por ningún colectivo del entorno sanitario, e incluso algunas autonomías de las gobernadas por el PP se están oponiendo a aplicarla.
Aquí, en Cantabria, dejando a un lado aquel espíritu indómito que otrora nos hiciera famosos, el gobierno regional la ha aceptado sin rechistar y ha declarado que la pondrá en marcha «en el menor tiempo posible», porque la nuestra «es una comunidad seria, liderada por políticos serios que cumplen con la legalidad», que en eso «consiste el Estado de Derecho y el respeto a las instituciones democráticas».
Cuando tuve noticia de tal postura vinieron a mi memoria lacustre (llena de lagunas, Monterroso “dixit”) dos frases literarias de desigual talante. Una está recogida en “Los santos inocentes” –la magnífica novela de Delibes que tanto engrandeció Mario Camus con su versión cinematográfica– y la repite insistentemente Régula: «A mandar, don Pedro, para eso estamos»; la otra es de “El otoño del patriarca”, y García Márquez la pone en boca del inagotable dictador: «hay órdenes que se pueden dar pero que no se deben cumplir».
Ellos –sumisos ante las instituciones pero insensibles con las personas– han elegido la primera, añadiendo más dolor al dolor y obligando a los enfermos a pagar parte de unos tratamientos que no siempre conducirán al éxito.
«A mandar, para eso estamos». Pero los inocentes, siempre los mismos.