martes, 26 de julio de 2022

ILUSTRES AÑORANTES (27 de julio de 2022)

 


El Diario Montañés, 27 de julio de 2022

En verano el tiempo parece que cunde mejor. Con los días más duraderos y la actividad reducida al mínimo, hago cosas que en cualquier otra estación ni se me pasarían por la cabeza. En concreto –debo confesarlo–, he aprovechado recientemente para ojear una revista del corazón. Fue entonces cuando constaté, con cierto desasosiego, que quienes protagonizaban sus páginas –antaño de papel couché y ahora menos brillante por la crisis– van cumpliendo años inexorablemente, y que el relevo generacional parece estancado. Quizá se deba a que los jóvenes de hoy permanecen indiferentes ante la fama de las exclusivas pagadas, pero lo cierto es que en el ejemplar que tenía entre las manos pude comprobar, apenas mirando el índice, que figuraban los de siempre: Paz Padilla, Isabel Presley, Mario Vargas Llosa, Kiko Matamoros, Isabel Pantoja, Ortega Cano, Raquel Mosquera… Todos superaban la cincuentena. Algunos mostraban en la playa sus cuerpos de piel de naranja y curvas maduras, pese a los presumibles arreglos con Photoshop; otros, en las fiestas sociales, no podían ocultar la vejez de las manos y las rodillas, arrugadas y flácidas, aunque lucían en la cara y el cuello la presumible tersura artificial del botox.

Por esas fantasías de la mente, que en ocasiones te hace ver relaciones absurdas donde en realidad no las hay, vinieron a mi cabeza ciertos articulistas que siguen ocupando su espacio en la prensa para hablar de la existencia de Dios –al que hemos olvidado en esta época descreída–, de la maldad del diablo –que sienten la tentación de identificar con el presidente–, de la añoranza de un tiempo anterior –no democrático, pero muy satisfactorio–… Y concluí que acaso también ellos pertenecen a una sociedad marchitada.

Fue cuando la voz de mi conciencia me advirtió con reproche: «Y tú, ¿te libras?».


martes, 19 de julio de 2022

INCENDIARIOS (20 de julio de 2022)

 

El Diario Montañés, 20 de julio de 2022

El país arde por un cambio climático que no quiso ver Rajoy en su día, cuando incluso involucró a su primo en un asunto que según él no debía convertirse «en el problema mundial». Transcurría 2007, y desde entonces todo ha ido a peor hasta convertirse en un problema mundial de primer grado. Pero, aunque del título de este artículo pudiera desprenderse lo contrario, no voy a referirme a los que queman el monte en estas semanas de calor insoportable, asesinos del medio ambiente y verdugos de nuestro futuro. En realidad, pretendo traer a colación a otros incendiarios –llamémoslos así– que han resurgido con fuerza, armados con gasolina extrema. ¿Pues no escribió en este diario –en nombre de la libertad y sin andarse por las ramas– un opinante como el que esto firma, que los votantes de Podemos abandonaron al partido y «se fueron con la coleta del fundador», justamente unas líneas antes de afear la conducta de Joan Baldoví por llamarle «chaval» al rey? ¿Y no afirmó otro que la ley de Memoria Democrática «nunca borrará cuarenta años de nuestras vidas, en los que una España empobrecida, rural y casi analfabeta, llegó a ser una potencia industrial», porque fuimos afortunados «y aquí no gobernaron los comunistas?».

Coger el rábano por las hojas es costumbre nacional, aunque sepamos que lo sustancial está en la raíz. Y lo sustancial es que el cambio climático ya ha llegado, que Podemos, antes de la intervención de Villarejo y de algunos ‘periodistas’ interesados, obtuvo el 20,68% de los votos, y que la Ley de Memoria Democrática tiene cosas buenas, como por ejemplo buscar a las 114.000 personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura, algo para lo que el negacionista Rajoy presumió de haber empleado «cero euros».

Dicho sea todo sin rencor incendiario.

 

martes, 12 de julio de 2022

SANTANDER EN VERANO (13 de julio de 2022)

 

El Diario Montañés, 13 de julio de 2022

Pasear por el Pereda –el Muelle según los clásicos– siempre tiene su aquel, pero en verano es un lujo. Las colas en las heladerías para comprar esos helados que sirven con medida generosa (desmedida) para que se escurran por las manos y haya que devorarlos, más que paladearlos, en posturas inverosímiles de lejano acercamiento; la música en la abarrotada Feria del Libro, atardeciendo en la plaza Porticada, con el aire internacional que aporta la lengua inglesa (todo se canta en inglés porque la lengua de Boris Johnson –dejémonos de llamarle de Shakespeare– viste mucho (sea en una gala de las letras castellanas, en el nombramiento de personajes del año o en una verbena de vecindario), aunque pocos la entiendan; las obras del futuro museo del Banco Santander –parece que siempre han estado ahí, en el paisaje, como muestra esperanzada de una milla cultural que tarda demasiado tiempo en concretarse–; el cartel de «visite nuestras exposiciones del interior» que cuelga en las escaleras del Centro Botín (que también es museo), al frente, en los jardines, para que la gente se anime y no tome solo como mirador el edificio enmallado; el menú del día que sirven camareros amables –en su mayoría hispanos o de países del este–, que preguntan con sonrisa amable que «qué quieren tomar los chicos», «el marqués», o, como me dijeron recientemente, «el caballerísimo», un grado en el tratamiento que me trajo del subconsciente lo del general ampliado.

Alejados del centro (de la ciudad) estuvieron en la UIMP cuatro expresidentes del gobierno (¿expresidentísimos?), Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy, para recoger la medalla de la institución por los méritos de su «entrega» y «apuesta por el futuro de España».

El futuro de su tiempo, ya pasado en el presente. A su modo, figuras del museo democrático.

martes, 5 de julio de 2022

MENÚ BARATO (6 de julio de 2022)

 

El Diario Montañés. 6 de julio de 2022

Dicen las encuestas que el 30% de los españoles no se irán de vacaciones porque la carestía de la vida ha puesto su futuro cuesta arriba. Además, la operación salida está amenazada por la circulación de miles de coches que se van a echar a las carreteras sin revisar convenientemente, con el peligro que eso supone para la seguridad («se calcula que unos 112.500 vehículos se quedarán tirados en el inicio de esta operación, y dos millones y medio a lo largo del verano»). Las cifras asustan. Esconden una realidad demasiado dura que demuestra que vivimos bajo mínimos, en un país donde el 27,8% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión social.

Aquí, en Cantabria, los hosteleros se frotan las manos porque la ocupación prevista para el mes de julio es del 90%, aunque a la hora de comer se haya dado un paso de la carta al menú. Menos es nada. Que es lo mismo que piensan los libreros y editores cántabros, que están viendo cómo la Feria del Libro de Santander (tiene nombre de mujer, «Felisa», y triunfa en cuanto a organización y asistencia de público) les supone un respiro económico para fortalecer este mundillo cultural que se resiste a morir y se recupera con cada uno de estos eventos, cual ave fénix. Vivir resistiendo.

Decía García Lorca que el hombre no solo vive de pan, sino también de libros. «Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro». Lo mismo le pedimos los profesionales del papel a los lectores, porque un buen libro «pone las escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón». Y sacia el apetito de luz cultural a un precio similar al de un menú.