martes, 29 de septiembre de 2020

PANTOMIMAS (30 de septiembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 30 de septiembre de 2020

Debo confesar que le temo tanto a la pandemia como a quienes la gestionan políticamente. Apenas había dado tiempo a retirar las banderas del salón donde el gobierno nacional español y el regional de Madrid escenificaron un acuerdo, cuando se rompió aquella falsa armonía. En realidad, la representación fue en sí misma un esperpento que no presagiaba nada bueno. Por el discurso sin soluciones de sus protagonistas y por el entorno que lo arropaba. No hubo tanto boato de pendones ni cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial y tocaba dividir el mundo; y eso que Ayuso y Sánchez no dividieron nada, tan solo anticiparon que los presidentes se habían reunido ese día para anunciar los próximos encuentros que iban a mantener otras personas designadas por ellos: una reunión para comunicar otra reunión. Pero a los cuatro días fracasó el invento y dimitió Emilio Bouza –que iba a ser el microbiólogo responsable– por las desavenencias entre Sanidad y la Comunidad de Madrid. Una demostración patente de que por encima de todo había prevalecido la imprevisión y la puesta en escena en horarios de máxima audiencia televisiva. Era la política como espectáculo.

Aquella pantomima dejó claro que en nuestra sociedad es más importante ser noticia por las intenciones que por las acciones. Por eso a los ciudadanos, como ilusos que somos, nos ofrecen ilusiones: los rastreadores militares están empezando a ejercer ahora, un mes más tarde de habérnoslo anunciado a bombo y platillo, y las vacunas –la esperanza que nos trasmiten cada día– tardarán tiempo en llegar contrastadas.

Vivimos engañados. Nuestra Sanidad no era tan buena como decían, y lo peor es que no hacen nada para remediarlo. ¿Cuándo se pondrán de acuerdo nuestros responsables políticos para conseguir un consenso en lo evidente? «¡Uuuhhh!», respondía el lobo de una famosa revista satírica.


martes, 22 de septiembre de 2020

OKUPAS VERSUS KITCHEN (23 de septiembre de 2020)


 El Diario Montañés, 23 de septiembre de 2020

A nuestra sociedad le fascina el temor. Sufrimos desengaños si nos enteramos de que algunos peligros con los que nos alarman los informativos no tienen fundamento. El cocodrilo de Valladolid no resultó ser tal, con lo bien que vendría para promocionar el turismo de aventura. Igual ha sucedido con la pantera granadina, que se ha identificado con un gato negro, grande y bien alimentado, un animal mucho más prosaico.

Así que la perplejidad nos dura «lo que duran dos peces de hielo en un ‘wiski on the rocks’». Por eso cuando la realidad diluye los asombros, buscamos otros. Pasó, por citar ejemplos conocidos, con los chupacabras chilenos, que no debían de ser más que perros atacados por la sarna, sin fuerzas para engullir a sus víctimas; o con el kraken escandinavo, que, aunque nadie ha visto, dicen que también habita en los fondos marinos de Asturias –tan cercanos–, e incluso da nombre al restaurante del Acuario de Gijón. ¡Ay, si pillamos alguno aquí! ¡Qué bueno sería para colocar nuestras rabas en un escalón todavía más alto! ¡Rabas de Kraken! ¡Menuda promoción, Revilla! O si las medusas gigantes que llegan a nuestra costa desde caladeros más cálidos fuesen comestibles… Pero no desesperemos. Las visitas nocturnas a Cabárceno pueden sorprendernos con faunas inquietantes.

Además, siguen aflorando seres terroríficos. Abundan los okupas, que las empresas de seguridad y los diputados populares ven por todos lados. Estos últimos los denuncian apiñados en La Moncloa, en el ala izquierda, tras haber accedido al gobierno derribando de una patada la puerta de nuestra democracia. Son peligrosos –los okupas–, pero a los populares les dan un respiro ahora que Francisco Martínez tira de la manta del caso Kitchen, que para ellos puede ser otro bicho peligrosísimo.

Por eso les viene muy bien este otro mal.

martes, 15 de septiembre de 2020

NUEVO CURSO (16 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 16 de septiembre de 2020


El lunes comenzó el nuevo curso político en el Parlamento de Cantabria, interrumpido el pasado 6 de julio. En aquella fecha apareció un titular en este mismo periódico que decía que nuestro parlamento regional era «el primero de España en irse de vacaciones». Una información tan veraz como cargada de intención.

No seré yo quien diga que sus señorías han tenido desde ese momento excesivo relax, dios me libre, pero confieso que esperaba su actual regreso de septiembre como agua de mayo, para que su trabajo ocupe las noticias de los medios de comunicación, demasiado volcadas últimamente en todo lo concerniente al virus. Y para poder yo escribir sobre ellos y sus decisiones.

Han empezado el curso la víspera de un día festivo, porque cuando se comienza algo en tiempos de incertidumbre conviene hacerlo con precauciones: la pandemia nos obliga a ir con pies de plomo. Ahora tendremos que estar atentos a sus deliberaciones, aunque me he propuesto antes de nada hacer un repaso mental para recordar quiénes eran cada uno de ellos, en especial los portavoces de los partidos, porque entre la terrible pandemia y la actualidad de crispación y escándalos de la política nacional, los estoy comenzando a olvidar. (Esto me hace evocar los tiempos lejanos del bachillerato, cuando la profesora de Matemáticas nos obligó a aprender de memoria el nombre de cada uno de los ministros del gobierno de Carrero Blanco. No podía siquiera sospechar el poco tiempo que duraría aquel ejecutivo).

Presumo que nuestros parlamentarios regionales continuarán toda la legislatura, porque se atacan entre ellos como los ciclistas en el Tour, con muchas precauciones. Saben que en su carrera es más fácil perder por fallos propios que por ofensivas ajenas. Y conocen el dicho de Cela: «el que resiste gana».

No memorizaré sus nombres en vano.


martes, 8 de septiembre de 2020

GENERACIÓN 5G (9 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 9 de septiembre de 2020

«¿Queréis algo más?», pregunta la joven camarera, amabilísima, por si nos apetece otra ración para seguir picando. Es viernes por la noche. Pese a la amenaza del virus, dos o tres parejas amigas, dependiendo de la disponibilidad, tenemos la costumbre de salir a tomar algo los fines de semana para tratar asuntos importantes –reuniones de camaradería y trabajo– y, sobre todo, «para mover la economía». Bien protegidos, quede claro. Utilizando mascarilla y yendo a lugares seguros, porque haberlos, haylos. «Estamos ahítos», le respondo. Me gusta sacar del armario alguna palabra en desuso para darle vida. «Y eso, ¿qué quiere decir, que sí o que no?». Es el signo de los tiempos. Como imaginaba, desconoce la palabra. Pertenece a esa generación que domina como nadie cuestiones técnicas. Saben de oídas cómo van a funcionar las redes 5G, «¿más velocidad de conexiones, verdad?»; pero luego, con esa levedad teórica, nos enseñarán a utilizarlas a quienes conocemos casi todo pero desconocemos la práctica. Cosa distinta es el vocabulario. «Hija: ahíto significa satisfecho, saciado. Es lógico que no conozcas la palabra; yo ya estoy en la cara B del disco de la vida y tú apenas transitas por las primeras canciones de la cara A». ¿Podéis creer que jamás había visto un disco? Con un cd, que es la tecnología de su época, nunca ha tenido que cambiar nada. Van las canciones seguidas. Al ver nuestro gesto de sorpresa quiere demostrarnos que sabe de antiguallas: «Conozco esas cajitas de música. Las tenían mis padres y las movían con un bolígrafo Bic». Algo es algo, me digo, mientras preciso: «Esas cajitas eran casetes». «Bueno. ¿Entonces no les traigo nada? ¿Tomarán algún café?». 

Rememoro los versos de Machado: «Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan…». Felices a su manera. Aunque sueñen en tonos grises. 


martes, 1 de septiembre de 2020

PIRULÍ MULTICOLOR (2 de septiembre de 2020)


El Diario Montañés, 2 de septiembre de 2020

Este 2020 es un año atípico. No tenemos rey emérito –por deméritos propios–, y Messi, un icono de fidelidad al Barça, parece que se divorcia definitivamente del equipo de su vida. ¡Qué cosas! Con la de veces que habrán reverenciado ambos el escudo, cada uno el suyo y a su manera. Lo que otrora parecía impensable, en estos tiempos revueltos del coronavirus se confirma. Todo cambió en los últimos meses y la convulsión se ha llevado por delante las certezas que teníamos. No nos debe sorprender, pues, que algunos militares ejerzan de rastreadores médicos, porque es más fácil tirar de lo que tenemos en nómina que contratar a profesionales sanitarios en paro; los tiempos no están para florituras económicas. Ellos –los militares– nos sirven para todo, y a poco que se pongan a tiro también pueden ser probadores de la vacuna experimental en el hospital de Valdecilla. Al tiempo.    

Ahora que vivimos inmersos en tiempos oscuros, John Rambo debería ser nuestro ejemplo a seguir, porque él vivía día a día, sin mayores perspectivas, que es como debemos vivir la mayoría, huérfanos de certidumbres. Aunque algunos pretenden que nuestro horizonte tenga colorines para ver la vida en rosa y sentir que «los problemas y las penas se borran». Ya los tenemos en la costa –los colorines–, y es posible que los tengamos en la montaña, en el cuerpo del monumento al indiano de Peña Cabarga, a poco que nuestro presidente se empeñe.

Gerardo Diego prometió no volver a Santander porque su sensibilidad no soportaba el desatino que se había realizado en el «lomo solemne» del pico Llen cuando construyeron aquel «colmillo impensado». Quizá como castigo se colocó su monumento sedente en la capital, frente al despropósito. No falta más que ahora le pinten el «pirulí» con colores de caramelo.