martes, 29 de julio de 2014

AL LADO DE LOS ILUSOS (30 de julio de 2014)


El Diario Montañés, 30 de julio de 2014

Mariano Barbacid, que lleva décadas luchando contra el cáncer en los laboratorios, se mostró muy disgustado la semana pasada al enterarse de que el Estado había perdido 13.000 millones de euros con la gestión de Catalunya Banc. «Me han dado ganas de volverme a la cama –dijo–. Con lo perdido en Catalunya Banc, la ciencia española daría un vuelco». Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, se sintió con vela en el entierro y le contestó rauda: «Me parece una comparación completamente absurda, una cosa son los recursos que tienen que ir a los bancos y otra cosa es la ciencia». Una clara separación de fronteras para no mezclar churras con merinas, como ella separó en su día el apoyo que dio al manifiesto para defender la alegría en favor de Zapatero de la aceptación posterior de la Secretaría de Estado que le ofreció De Guindos. Tener las lindes marcadas da mucha tranquilidad.
El presidente de Cataluña, Artur Mas, cuando se descubrió que el muy honorable Jordi Pujol mantuvo dinero en paraísos fiscales durante treinta y tantos años, dijo que «era un tema personal suyo: nada que ver ni con el partido ni con el Gobierno». Faltaría más, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Así de claro. Cosa que parece ignorar nuestro gobierno regional en el asunto del teleférico de Cabárceno. Para asegurarle el rendimiento económico a los mejicanos que se van a hacer cargo de su explotación, los visitantes van a pagar con el aumento del veinte por ciento de la entrada todos los servicios del parque, incluido el uso del teleférico, aunque no lo usen.
Lo dijo Elena Poniatowska cuando recogió el premio Cervantes: «El poder financiero manda no sólo en México sino en el mundo. Los que lo resisten montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos».
Y a mí, también.

martes, 22 de julio de 2014

COTUFAS EN EL GOLFO (23 de julio de 2014)


El Diario Montañés, 23 de julio de 2014

Hace poco más de un mes que el gobierno regional declaró el juego de los bolos Bien de Interés Cultural Inmaterial de Cantabria, en palabras del consejero Serna, «con el objetivo de protegerlo y relanzarlo para el disfrute y mejor conocimiento de las siguientes generaciones». Por lo que hemos visto esta semana, fue un ejercicio de buena voluntad que ha servido para bien poco –como sembrar cotufas en el golfo–, pues un plan urbanístico, unido a un mundial de vela para el que sólo tenemos seguro el cava, se ha llevado por delante la bolera de San Martín de la Mar. Y no seré yo quien diga que no están bien las plataformas aterrazadas del diseño –tan aseadas, tan modernas, tan de vanguardia–, que van a servir de graderío para contemplar la bahía y ver al fondo el lento amanecer tras la resaca del botellón del día anterior. Pero me duele que borren del mapa algo tan nuestro, que podía haber sido integrado en el conjunto por algún diseñador menos premiado y más respetuoso.
También los diseñadores de UPyD –el partido que formó Rosa Díez para dar cauce a su ambición de poder y eco a sus contradicciones– presentan un proyecto que borra del mapa gran parte de nuestros municipios regionales, hasta dejarlos en diecisiete. A Villaescusa, mi valle, uno de los nueve que formó la Junta de los Nueve Valles en 1581, germen en 1778 de la Provincia de Cantabria, lo han incluido en El Astillero, cuyo mayor mérito histórico fue hurtarle el nombre a Guarnizo, el lugar de su origen.
Y mis habituales incertidumbres se convierten ahora en miedo. No porque, como en el caso de la bolera de San Martín, no se hayan respetado la historia ni la tradición, sino porque si la deuda de 720.000 euros que mantiene El Astillero con Hacienda, por empecinamiento de Diego y Cortina, no la pagan ellos con su patrimonio, ¿tendremos que asumirla los villaescusanos, recién llegados?

martes, 15 de julio de 2014

MAR BRUMOSO (16 de julio de 2014)





El Diario Montañés, 16 de julio de 2014

Algo está cambiando en el turismo de nuestra región. Un día es una noticia, otro, una ley. Paso a paso, antes de que nos demos cuenta, nos habremos convertido en la costa mediterránea del Norte, heredera de la Atenas que fuimos. No nos favorece la ley de costas. Su estricto cumplimiento nos impide acercarnos a la playa y nos obliga a destruir lo construido; aunque se está trabajando sin desmayo para burlarla y conseguir aquí otro litoral, como aquél, colonizado por el ladrillo. A lo hecho, pecho, dicen los gobernantes, que en ciertas cuestiones de derribos suelen ser conservadores.
Por contra, son más permisivos con la liberalización de horarios. El 4 de julio el consejo de ministros reconoció a Santander la categoría de Zona de Gran Afluencia Turística, abriéndonos la posibilidad de comprar a cualquier hora. Lástima que la economía no nos acompañe y tengamos que conformarnos con mirar el género. Acaso para solventarlo, Cantabria ha recibido del ministerio de Turismo la homologación ‘Europe Senior Tourism’ (Noja –municipio tan marbellí–, la ha conseguido por partida doble: integrado en la candidatura regional y en la que presentó en solitario). Esta distinción se concede a quien ofrece «las mejores condiciones para recibir a los turistas senior europeos –tienen más de cincuenta y cinco años y dinero en los bolsillos– en temporada media o baja». Un paso de gigante en nuestra mediterranización, que se suma al que se acaba de dar privatizando para las hamacas una de las mejores zonas de las playas de El Sardinero.
Ante la previsible avalancha de visitantes, nuestra capital inteligente está en condiciones de ‘monotorizar’ a los turistas para conocer sus preferencias y gestionarlas mejor. Todo parece controlado, salvo el buen tiempo, que en el Mediterráneo sí tienen garantizado. José Luis Arteche –experto en isobaras– ha asegurado que este verano será como todos: unos días hará sol y otros lloverá. Esteban Ruiz, pues, seguirá vendiendo ejemplares de su magnífico libro de destinos regionales para esos días de lluvia.

martes, 8 de julio de 2014

ECONOMÍA REAL (9 de julio de 2014)


El Diario Montañés, 9 de julio de 2014 

Íñigo Calvo, profesor de la Escuela de Negocios de Deusto, ha expresado con autoridad académica lo que ya sospechábamos muchos: «Hacía falta algo de austeridad, pero nos hemos pasado de frenada. Después de casi seis años de recesión, la devaluación de los salarios ha culminado con una gran precarización del empleo». Al mismo tiempo que su afirmación, hemos conocido esta semana que el gasto de las familias españolas ha sido por vez primera superior a los ingresos. Y esto sólo tiene dos lecturas, o los españoles hemos creído a pies juntillas los reiterados anuncios de la recuperación macroeconómica que está viniendo y nos hemos vuelto manirrotos, o es que no ganamos lo suficiente para poder cubrir nuestras necesidades más básicas. Personalmente pienso que la verdadera es la segunda, y que la situación es muy poco halagüeña, ahora que el perdón de las deudas ha sido eliminado hasta en el Padrenuestro.
Este periódico daba recientemente la noticia de un joven que había recibido nueve puntos de sutura en la cara y no había denunciado a nadie. Lo que podía haber sido una desinteresada manifestación de perdón fraterno se fue al traste cuando recibió la factura por la asistencia médica. Entonces –la sombra del dinero hace que muchas voluntades vacilen–, el agredido denunció a su agresor. Éste, al ser detenido, es posible que maldijera entre dientes a quienes mantienen que nuestra Sanidad sigue siendo universal y gratuita, porque ahora es él quien debe hacerse responsable de todos los cargos. Adiós a los gestos generosos. Sálvese quien pueda.
Cualquier gasto imprevisto puede quebrar bolsillos e intenciones. Por eso me preocupa últimamente que Felipe Juan Froilán, con sus reiteradas malas notas, pueda hacer un agujero en el presupuesto familiar borbónico. Ya ha repetido dos veces el segundo curso de la ESO –pagando 330 euros mensuales en un colegio privado– y puede pasar el verano «en un internado que les costará a sus padres 1.540 euros».
La economía real no gana para sustos.          

martes, 1 de julio de 2014

TIEMPO DE REBAJAS (2 de julio de 2014)


El Diario Montañés, 3 de julio de 2014

Oficialmente, ayer comenzaron las rebajas de verano. No obstante, el presidente de la Federación de Comercio de Cantabria ha adelantado que no espera mucho de ellas, porque ya no son lo mismo desde que se aprobó la liberalización y eso se nota «hasta en que hay menos publicidad». El factor publicitario, piensa, es clave.
Quizá porque también conocen su importancia, los gobiernos nacional y regional, conscientes de que nos tienen que vender las excelencias de su trabajo ahora que las elecciones se aproximan, lanzan sus particulares campañas que mezclan recuperación económica –indiscutible, según ellos– con el anuncio de la bajada del IRPF, prevista para 2015. «Ahora ya podemos hacerla. Hemos controlado las cuentas, y el ciudadano va a sentir que su sacrificio ha merecido la pena. Esta rebaja la notará en el bolsillo». Y esperan que se olvide de otras rebajas que se han llevado por delante cuestiones básicas que para nada incidían en el déficit. Mermas de libertades y de derechos. Mermas hasta de población, porque somos un país incapaz de retener a sus hijos por falta de oportunidades. Lo que pretenden es que el ciudadano vote con la cartera, y para lograrlo la publicidad es básica. Primero, intentarán convencernos de que los recortes vinieron forzados por una situación heredada. Después, que gracias a su estricta labor todo va mejor.
Robert Guerin, periodista francés que fundó la FIFA –un organismo, según José Múgica, integrado por «una panda de viejos hijos de puta»–, dijo que «el aire que respiramos es un compuesto de oxígeno, hidrógeno y publicidad». No añadió que la publicidad, bien mezclada, es un contaminante que puede anular la capacidad crítica de los ciudadanos. Para muestra, un botón: en el discurso del estado de la región que hizo Ignacio Diego (más Presican® que nunca) aparecen dieciocho veces las palabras «herencia» y «deuda», y sólo una la palabra «pobres», referida, faltaría más, a los «pobres empresarios» que tenían sus facturas escondidas en lóbregos cajones.
Puro marketing.