martes, 31 de enero de 2023

POLÍTICAMENTE CORRECTOS (1 de febrero de 2023)

 


El Diario Montañés, 1 de febrero de 2023. Ilustración ©ABC Maria Hesse

Limitado por la corrección lingüística, escribo con angustia. La «censura perversa», que nunca me ha impuesto este periódico, pero sí los «estamentos difusos de lo que denominamos sociedad civil» –Darío Villanueva ‘dixit’–, me agarra por las solapas, advirtiéndome de lo peligroso que resulta utilizar ciertas palabras.

En mis tiempos de Anaya asistí al debate que suscitó la imagen de un personaje negro, dibujado en el método fotosilábico de Palau para referirse a la sílaba ‘ne’; hubo que sustituirla por un manchón de ese color (como para cantar hoy lo del «negrito» del África Tropical). De ahí a que Santiago matamoros perdiera tal sobrenombre, hubo un paso. Ahora, según acuerdo del PSOE y PP, los disminuidos desaparecerán del artículo 49 de la Constitución y se denominarán «personas con discapacidad» (precisamente la RAE cambió durante la pandemia el concepto de discapacidad, que ya no incapacita «a una persona total o parcialmente para el trabajo u otras tareas», sino que tan solo la «enfrenta con notables barreras de acceso a su participación social»). Y podía seguir poniendo ejemplos ‘ad infinitum’, porque todos sabemos que ya no hay gordos, sino personas –¿persones?– con sobrepeso; por arte de birlibirloque los parados temporales son trabajadores fijos discontinuos; no hay momias, sino personas momificadas; no hay maricas, ni bujarrones –¡ay, Quevedo!–… Por no haber, en estos tiempos no tendríamos ni la novela ‘Lolita’, porque, de haberla publicado, Nabokov iría a la cárcel.

Menos mal que en Monte se abrirá este mes una sala de la rabia «donde destrozar objetos a golpe de bate de béisbol o lanzar hachas a una diana». Esta sociedad, que todo lo prevé, además de la confesión para el perdón de los pecados, nos ofrece actividades inocuas para encauzar la violencia retenida. Pague, y desahóguese aquí.

¡Cáspita, sapristi, córcholis! ¡Qué sutileza!

 

martes, 24 de enero de 2023

AUTOBÚS AL RESCATE (25 de enero de 2023)

 


El Diario Montañés, 25 de enero de 2023. Fotografía ©Palomeque (DM)

Nadie ha podido probar que Felipe II dijera la famosa frase de que no mandó sus naves a luchar contra los elementos, pero hizo fortuna y su autoría fue aceptada. Acaso nuestro presidente regional pensara lo mismo la noche en que se enteró de que trescientas personas habían quedado atrapadas en la inmensa llanura palentina, cuando se detuvo el tren que los acercaba desde Madrid a Santander. No es que Revilla les hubiese enviado hasta la capital del reino, no; pero gran parte de los pasajeros eran responsables políticos o empresarios turísticos que regresaban de Fitur, a donde se habían desplazado para apoyar las bellezas infinitas de nuestra tierra y, por qué no, para arrimar su ascua al trozo de la tarta que les puede corresponder con los visitantes del Año Jubilar Lebaniego.

Cuando se averiaron los frenos del convoy, comprobaron una vez más que en el trayecto ferroviario de Madrid a Santander –o viceversa, que tanto monta– no hay certeza sobre el horario de llegada. Si se toma ese tren, la única certidumbre es la meta, porque, en cuanto a la duración del viaje, nos convertimos en viajeros de un tiempo impreciso.

En el momento del fallo, buen número de los trescientos espartanos de la noche se acercaron hasta el vagón de la cafetería para aprovisionarse de víveres, ante la amenaza de una espera que se preveía larga. Allí uno de ellos recordó el famoso eslogan de los años setenta: «Papá, ven en tren». Otro le corrigió: «Si no vienes a Cantabria». En ese ambiente distendido, un tercero añadió: «Con Iberia ya hubiera llegado». Fue cuando un contertulio zanjó la conversación: «Entre vientos y averías, esta semana es mejor que no hablemos de trenes ni de aviones».

Tres horas más tarde, llegó al rescate un autobús. Sucede casi siempre.

martes, 17 de enero de 2023

PASAR FACTURA (18 de enero de 2023)


 El Diario Montañés, 18 de enero de 2023

Jorge Luis Borges, en su ‘Arte de injuriar’, dice que cuando el hombre común insulta presupone «la misma profesión en las madres de todos [hijo de la gran…], o quiere que se muden en seguida a una localidad muy general [vete a…]». Hay otras posibilidades de insultar más propias del refinamiento. En ese sentido, también considera insulto la utilización irregular de la palabra ‘señor’, «denigrativa cuando [te] la estampan». Y añade que decirle a alguien ‘doctor’ de forma afrentosa es «otra aniquilación».

Aniquilado debió de sentirse como escritor Vargas Llosa cuando, en una entrevista que le realizó al creador argentino, insistiera tantas veces en que Borges vivía en una casa modesta, que logró que este le reputara a posteriori, con humor cáustico, como «un peruano que debe de trabajar en una inmobiliaria, porque quería que yo me mudara».

Entre escritores, insultos y menosprecios han sido el pan nuestro de cada día. Quevedo y Góngora, se escarnecieron de cualquier manera posible –«Gongorilla, / perro de los ingenios de Castilla…»–, anticipándose, incluso, a Messi en la utilización del ‘bobo’ –«¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones, / Góngora bobo…?»–. (Tampoco el sevillano se quedó corto burlándose del andar de Quevedo, de su poca vista o de su impericia con el griego).

Injurias, más que insultos (en el sentido académico de dañar o menoscabar), son los versos que le ha escupido Shakira a Piqué en su última canción –«una loba como yo no está para novatos»–, en la que añade una gran verdad: «las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan». Hecho que deberían tener en cuenta esos «moralistas» cuya pretensión es que las mujeres, antes de abortar, escuchen el latido del feto o contemplen una ecografía.

Su empeño rancio debería pasarles factura en las urnas. Sin insultos, pero con firmeza.

martes, 10 de enero de 2023

TIQUITACA FRENTE A FURIA (11 de enero de 2023)

 


El Diario Montañés, 11 de enero de 2023

Hubo un tiempo en que los aficionados recitábamos de memoria las alineaciones de nuestro equipo favorito, porque los futbolistas solían permanecer en él hasta finalizar su carrera deportiva. Todo ha cambiado, y ahora le resultaría imposible hacerlo a cualquier persona con una memoria normal. Incluso la furia deportiva española se ha diluido, como acaba de demostrar el Real Madrid, nuestro representante continental cuando no éramos nadie en Europa, presentando este fin de semana un equipo inicial sin españoles, con once jugadores extranjeros. Lo que corrobora que ya nada es igual en el fútbol. No diré que sea un juego de mercenarios, pero lo mismo se juega un Mundial en Qatar, con aire acondicionado, sin libertades civiles, que la Supercopa de España en Arabia Saudita. Poderoso caballero, don dinero, aunque tenga origen negro y untuoso.

«A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo», gritó Belauste a su compañero de selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. Y marcó un gol de cabeza ante Suecia, arrollando al tiempo –con noble fuerza irresistible– a dos defensas y al portero nórdicos. En ese momento se forjó la leyenda de «la furia española», aplicada a nuestro fútbol patrio.

Por desgracia, esa furia, casi desaparecida del fútbol, parece haber arraigado en el juego político, donde nuestros representantes utilizan con pasmosa naturalidad estrategias de saña y leña –bien analizadas, sus manifestaciones parecen nacidas para liquidar al oponente, nunca para buscar el dialogo–. Menos mal que cada cuatro años el juego democrático nos permite establecer con nuestro voto las alineaciones y el banquillo. Por ello, un ejercicio de máxima responsabilidad consistiría en revisar el VAR para ver quiénes han empleado mayores triquiñuelas, juego sucio o mal perder. En política necesitamos, ahora más que nunca, la nobleza del tiquitaca. Y no iluminados por la furia.


martes, 3 de enero de 2023

COGIDA CON HILOS (4 de enero de 2023)

 

El Diario Montañés, 4 de enero de 2023

Este es mi primer artículo del año, y quiero resaltar el posesivo «mi» porque el ChatGPT-3 ha llegado, además de para aclararnos dudas, para pensar y escribir por nosotros. El invento consiste en almacenar dentro de una memoria ilimitada prácticamente todo el corpus lingüístico de un idioma y sus conocimientos, para luego mezclarlos en su batidora interior de manera inteligente y tratar con coherencia el tema que se le pida: resolver una duda, escribir un relato breve, una novela, un ensayo, una tesis doctoral…, por eso es probable que en un futuro próximo recurra a ese artificio para que redacte por mí algún artículo de este rincón (prometo avisar). Aunque también podría optar por reescribir alguna de mis colaboraciones anteriores, porque las cosas van tan despacio por aquí que las aguas de los proyectos suelen estancarse en dique seco hasta quedarse en aguas de borrajas.

Mi primer artículo en este apartado de ‘El Diario Montañés’ –18 de enero de 2012– comenzaba diciendo: «Se nos anuncia en Santander otra «milla cultural», sin haberse vuelto a saber nada de la primera, ideada por Javier López Marcano. Era la que conformaban la Biblioteca Menéndez Pelayo, junto con la Casa-Museo, el Jardín de los Poetas y el ampliado Museo de Bellas Artes. Hoy, repito, se dibuja la segunda sobre el eje del Centro Botín, el edificio de Correos y el Banco de España».

Once años más tarde no se ha completado ninguna milla cultural, y el Centro Botín, la única construcción de las anunciadas que llegó a finalizarse, luce una malla para protegernos de riesgos constructivos, metáfora de que nuestra cultura también parece estar «cogida con hilos» (por cierto, esta expresión no la escribiría nunca el ChatGPT-3, dados sus prejuicios con la corrección sexual; busquen en Google y descubrirán la razón de su recato).