martes, 26 de noviembre de 2013

OCULTAR LA REALIDAD (27 de noviembre de 2013)


El Diario Montañés, 27 de noviembre de 2013

Ignacio Diego, el presidente de todos los cántabros aunque en ocasiones no lo parezca, ha hecho balance de los dos años y medio que lleva al frente del ejecutivo regional y ha declarado que, tras pasar la época de los ajustes dolorosos, en 2014 va a llegar «la recompensa al trabajo bien hecho», porque Cantabria ya «está en el camino correcto del empleo y del buen gobierno». Se suma así al mensaje de la recuperación económica que proclama su partido como dogma de fe.
No entiendo mucho de economía, pero sospecho que, a no ser que los cántabros tengamos ingresos no declarados –la famosa contabilidad en B–, no vamos a superar la crisis tan pronto como se nos anuncia. Las últimas estadísticas son demoledoras: los sueldos han bajado a niveles anteriores a 2006, y los precios no han dejado de subir. El 41,6% de los hogares tienen dificultades para llegar a fin de mes, y un 29,2% reconocen que tienen cierta dificultad. La suma es inquietante, el 70,8% lo pasa mal. A eso hay que añadir que uno de cada tres hogares no puede afrontar gastos imprevistos, y que, como decía el pasado domingo un titular de este periódico, «el hambre hace cola» en miles de ciudadanos de Cantabria.
Nuestros gobernantes no están ciegos, no. Simplemente parecen ajenos a la realidad, aunque en ocasiones también la ocultan, que es una forma de mentir. Para muestra, un botón: este gobierno, que actúa siempre «desde la verdad», escondió 50 millones de euros para cumplir con el déficit. Quizás por ello quiere ahora subastar terrenos públicos, como los de la residencia de la Pereda, que, según decían, nunca iban a vender.
El tiempo hace que todo se olvide. Pero los ciudadanos debemos tener memoria y recordar que nuestro presidente ha garantizado que todo el Gobierno regional dimitirá si la asistencia sanitaria en Valdecilla deja de ser pública y gratuita. Suponiendo, claro, que antes no le hayan hecho dimitir las urnas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

LAS BOLERAS (20 de noviembre de 2013)


El Diario Montañés, 20 de noviembre de 2013

Estuve a punto de escribir un artículo, un pequeño homenaje, pero ya sabes como soy. Pensé que había voces mucho más autorizadas que la mía, y al final no lo escribí –Mario Camus, mientras habla, pasa la mano por su cabeza, como queriendo atusar el pelo que ya le falta–. Jugábamos la partida en el ‘Chiqui’ un día a la semana. Me gustaba decir en broma que entre los cuatro compañeros de cartas sumábamos casi cuatrocientos años... Y no creas, que no estábamos tan lejos. Al terminar, le acompañaba a casa, cogido del brazo. Modesto Cabello andaba con dificultad, pero a los 91 años seguía teniendo una lucidez mental asombrosa. Y su aspecto era el de un caballero clásico, de esos que se forjan en las boleras.
Al día siguiente de su muerte, como sospechaba, aparecieron muchos escritos en la prensa. Todos le ensalzaban. Yo quería haber escrito algo distinto. Partiendo de su figura, quería reivindicar el papel cultural de las boleras, la importancia que han tenido en los pueblos de Cantabria, ahora que tanto hablamos de millas culturales, de museos de diseño y de todas esas cosas. Las boleras han sido nuestras ancestrales ágoras. En ellas se reunían las gentes, no sólo para jugar a los bolos, también para charlar, para dirimir los asuntos de los concejos. En ellas se hacían las romerías, se consolidaban los noviazgos. La vida entera del pueblo pasaba por las boleras, bajo los árboles centenarios que, a su alrededor, procuraban sombra y frescor en el verano. Las boleras han sido el verdadero esqueleto deportivo y cultural de nuestra región. No hay pueblo que no tenga al menos una. Y en ellas se sigue jugando ese deporte, tan señorial, tan elegante, tan singular, tan nuestro.
Tenía que haberlo escrito –me dice– para resaltar la figura de Cabello, y la de las boleras, y la de los bolos. Pero no lo hice –ahora me mira con ojos inquietos–: A lo mejor podías escribirlo tú.

martes, 12 de noviembre de 2013

IMITADORES (13 de noviembre de 2013)


El Diario Montañés, 13 de noviembre de 2013

Resulta muy difícil ser original en esta aldea en la que la información se expande con inmediatez. Al poco tiempo de que Jorge Cembranos y sus alumnos montaran una instalación con cuarenta toneladas de basura en la plaza Porticada de Santander, para realizar una fotografía artística, la huelga de la basura en Madrid ha conseguido amontonar trescientas toneladas en las calles de la capital y llenar de fotografías las portadas de la prensa. Cembranos lo hizo aquí para denunciar «la pasividad, el desinterés y la indolencia de la sociedad ante la situación de los demás». Los barrenderos madrileños lo están haciendo allí para denunciar el ERE de 1.134 compañeros, la bajada de sueldo de hasta el 43% y para llamar la atención de los demás ante su situación precaria. Madrid imita a Santander y, de momento, multiplica por ocho el resultado.
Pero, por desgracia, parece que también Cantabria está dispuesta a imitar a Madrid en otros asuntos nada recomendables. El 13 de octubre de 2009 José Mayans publicaba en ‘El País’ un artículo para explicar cómo empieza el entramado de la privatización de la Sanidad en la capital de España y denunciaba que todo estaba perfectamente planificado: «a corto plazo, los gobiernos construyen hospitales sin que las inversiones figuren como endeudamiento. Convierten gasto de capital en gasto corriente e hipotecan el futuro. Construyen un hospital en poco tiempo, obtienen rentabilidad electoral y que paguen los que vienen detrás». Luego llega todo lo demás.
¿Les suena de algo? ¿Verdad que lo que se pretende hacer con Valdecilla parece una imitación, ésta genética, pues va implícita en la idiosincrasia neoliberal? ¿No es sospechoso que César Pascual, actual gerente del hospital que levantó un marqués por iniciativa popular (del pueblo, no del PP), fuera el responsable de la privatización de un hospital de Madrid? Hay coincidencias que ponen los pelos de punta.
Qué otra cosa podemos hacer nosotros sino abrazarnos a Valdecilla para intentar defenderla y defendernos de tanta basura interesada.

martes, 5 de noviembre de 2013

TASAS DISUASORIAS (6 de noviembre de 2013)


El Diario Montañés, 6 de noviembre de 2013

Cuando la crisis y el paro acucian, la gente suele prepararse en espera de que las condiciones mejoren. Una de las mayores demandas para esa preparación es la del aprendizaje de idiomas. Su dominio resulta condición casi indispensable para acceder a un puesto de trabajo (no digamos nada si es fuera de España).
Ahora hemos sabido que el consejero Serna, adalid del apoyo al inglés en otros ámbitos, «intenta evitar el colapso de las Escuelas de Idiomas de Santander y Torrelavega con una tasa disuasoria». (Esto de la «tasa disuasoria» es una letanía que se repite mucho en los últimos tiempos, y se está aplicando con especial empeño en educación, sanidad y justicia, pilares básicos del sistema democrático: el euro por receta también se nos vendió como «disuasorio», y con un «pago disuasorio» se pretende que la gente que «litiga por litigar» se lo piense bien antes de hacerlo).
Aprovechando esta crisis –que nos dicen que ya se acaba– el gobierno ha ido implantando con rigurosa precisión su política de «lo disuasorio», desde la sospecha de que el ciudadano, cuando hace uso de sus derechos, roza siempre el límite del abuso. Y como las palabras son armas poderosas, utilizándolas con significado distinto al de su etimología pretenden que confundamos imposición con disuasión. La Real Academia Española de la Lengua dice que «disuadir» es «inducir, mover a alguien con razones a mudar de dictamen o a desistir de un propósito». La disuasión, pues, se basa en la sola fuerza de la razón. La pena es que estos dirigentes no parecen conocer otra razón que la del dinero, con lo que los perjudicados siempre son los más débiles, y la beneficiada la propia administración, que, además de quitarse los problemas, recauda dinero fácil.
Conocíamos esta semana que Cantabria es la región española donde más se ven los plumeros invasores por la gran superficie que colonizan. Medidas como ésta hacen que también se haga muy evidente el verdadero plumero del gobierno.