martes, 5 de noviembre de 2013

TASAS DISUASORIAS (6 de noviembre de 2013)


El Diario Montañés, 6 de noviembre de 2013

Cuando la crisis y el paro acucian, la gente suele prepararse en espera de que las condiciones mejoren. Una de las mayores demandas para esa preparación es la del aprendizaje de idiomas. Su dominio resulta condición casi indispensable para acceder a un puesto de trabajo (no digamos nada si es fuera de España).
Ahora hemos sabido que el consejero Serna, adalid del apoyo al inglés en otros ámbitos, «intenta evitar el colapso de las Escuelas de Idiomas de Santander y Torrelavega con una tasa disuasoria». (Esto de la «tasa disuasoria» es una letanía que se repite mucho en los últimos tiempos, y se está aplicando con especial empeño en educación, sanidad y justicia, pilares básicos del sistema democrático: el euro por receta también se nos vendió como «disuasorio», y con un «pago disuasorio» se pretende que la gente que «litiga por litigar» se lo piense bien antes de hacerlo).
Aprovechando esta crisis –que nos dicen que ya se acaba– el gobierno ha ido implantando con rigurosa precisión su política de «lo disuasorio», desde la sospecha de que el ciudadano, cuando hace uso de sus derechos, roza siempre el límite del abuso. Y como las palabras son armas poderosas, utilizándolas con significado distinto al de su etimología pretenden que confundamos imposición con disuasión. La Real Academia Española de la Lengua dice que «disuadir» es «inducir, mover a alguien con razones a mudar de dictamen o a desistir de un propósito». La disuasión, pues, se basa en la sola fuerza de la razón. La pena es que estos dirigentes no parecen conocer otra razón que la del dinero, con lo que los perjudicados siempre son los más débiles, y la beneficiada la propia administración, que, además de quitarse los problemas, recauda dinero fácil.
Conocíamos esta semana que Cantabria es la región española donde más se ven los plumeros invasores por la gran superficie que colonizan. Medidas como ésta hacen que también se haga muy evidente el verdadero plumero del gobierno.

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