martes, 12 de julio de 2022

SANTANDER EN VERANO (13 de julio de 2022)

 

El Diario Montañés, 13 de julio de 2022

Pasear por el Pereda –el Muelle según los clásicos– siempre tiene su aquel, pero en verano es un lujo. Las colas en las heladerías para comprar esos helados que sirven con medida generosa (desmedida) para que se escurran por las manos y haya que devorarlos, más que paladearlos, en posturas inverosímiles de lejano acercamiento; la música en la abarrotada Feria del Libro, atardeciendo en la plaza Porticada, con el aire internacional que aporta la lengua inglesa (todo se canta en inglés porque la lengua de Boris Johnson –dejémonos de llamarle de Shakespeare– viste mucho (sea en una gala de las letras castellanas, en el nombramiento de personajes del año o en una verbena de vecindario), aunque pocos la entiendan; las obras del futuro museo del Banco Santander –parece que siempre han estado ahí, en el paisaje, como muestra esperanzada de una milla cultural que tarda demasiado tiempo en concretarse–; el cartel de «visite nuestras exposiciones del interior» que cuelga en las escaleras del Centro Botín (que también es museo), al frente, en los jardines, para que la gente se anime y no tome solo como mirador el edificio enmallado; el menú del día que sirven camareros amables –en su mayoría hispanos o de países del este–, que preguntan con sonrisa amable que «qué quieren tomar los chicos», «el marqués», o, como me dijeron recientemente, «el caballerísimo», un grado en el tratamiento que me trajo del subconsciente lo del general ampliado.

Alejados del centro (de la ciudad) estuvieron en la UIMP cuatro expresidentes del gobierno (¿expresidentísimos?), Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy, para recoger la medalla de la institución por los méritos de su «entrega» y «apuesta por el futuro de España».

El futuro de su tiempo, ya pasado en el presente. A su modo, figuras del museo democrático.

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