martes, 6 de septiembre de 2022

EN EL NOMBRE DE MARIO (7 de septiembre de 2022)

 

El Diario Montañés, 7 de septiembre de 2022

Estando en cualquier terraza de un bar, comprobamos que saben ganarse la vida junto a nosotros. Buscan nuestras sobras, aunque guardan prudente distancia porque conocen el peligro que conlleva estar demasiado cerca del ser humano si se baja la guardia, no en vano hasta hace poco los cazaban con balines o trampas para comerlos (y será mejor no hurgar por si en algunos lugares continúan haciéndolo).

Viéndolos afanarse detrás de las migas que ahora tiro en la acera, recuerdo a Mario Camus, cuando cada mañana desmigaba un pedazo de pan mientras ellos revoloteaban a su alrededor. Admiraba su espíritu de supervivencia –imprescindible ante el peligro por el que están pasando– y su capacidad para discernir amigos o enemigos: esperan a los primeros con alegre inquietud alimenticia y saben huir de los segundos. Como de la señora que le recriminó en cierta ocasión porque al darles comida ensuciaba el solado de la urbanización. Pensaba que el pan era un artículo pringoso, como el chicle que sus nietos tiraban en la calle y permanecía adherido para siempre en los estratos de la historia. Pero a ellos no los reprendía. Sí a Mario, que no le hacía ningún caso, ¡menudo era!, y seguía con sus atenciones, porque los admiraba. «Qué ser tan simpático el gorrión», decía –para él todos los gorriones eran el gorrión, como para Cortázar todos los fuegos, el fuego–. Eran los mismos de siempre, los que le habían acompañado en su infancia pueblerina o en sus estancias en las grandes urbes. Invariablemente han estado ahí. Como seguro que estarán este viernes en el traslado de sus restos al Pabellón de Personas Ilustres de Santander. Ese día no llevaré flores, sino un puñado de migas que depositaré en un lugar discreto, junto a su nicho. En el nombre de Mario.

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