miércoles, 1 de marzo de 2017

BIENESTAR CRECIENTE (1 de marzo de 2017)


El Diario Montañés, 1 de marzo de 2017

La pasada semana visitó Santander el presidente de la Cámara de Comercio española, quien, acaso animado por las burbujas de su empresa –Freixenet–, nos dejó una perla de las que nos hacen pensar: «El empresario es el líder social más importante. El artífice del bienestar creciente». Y no quiero yo, Dios me libre, restarle importancia al papel que juegan los empresarios en nuestra sociedad, pero sí convendría filtrar sus palabras por un cedazo que separe el polvo de la paja, porque hubo alguno de los importantes –llegó a ocupar la presidencia de la CEOE– que con su actitud cubrió de polvo y de lodo la imagen de los patronos, pues más que ocuparse del bienestar de sus trabajadores se preocupó tanto del suyo que ahora paga en la cárcel parte del dinero que robó a los clientes. Y también habría que matizar –y tamizar– que en nuestro país muchos de los que trabajan siguen en la pobreza, hasta tal punto ha aprovechado la crisis el empresariado para rebajar los sueldos. El Instituto Nacional de Estadística ha hecho público que el 13,7% de los españoles percibe un salario bruto anual por debajo del salario mínimo interprofesional, con lo que casi dos millones de trabajadores no pueden vivir siquiera dignamente.
En Cantabria dos noticias, en apariencia distintas, reafirman mis prevenciones. La primera dice que Bridgestone puede desviar a Polonia la inversión de 32 millones de euros que iba a destinar a sus plantas de España –entre ellas la de Puente San Miguel– si los sindicatos no aceptan el nuevo convenio colectivo (y sospecho que la propuesta de la patronal no va a consistir en aumentar los salarios para contribuir al «bienestar creciente»). La segunda, que una cadena de comida rápida abrirá en Santander su cuarto local, una expansión que resulta explicable si se tiene en cuenta la situación económica de muchas familias españolas. Precisamente una de ellas ha declarado a la prensa que ir a un burguer es el único lujo que pueden permitirse muy de vez en cuando. Y, por supuesto, en el menú nunca toman cava. 

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