martes, 8 de febrero de 2022

PUBLICAR NO ES EDITAR (9 de febrero de 2022)


 El Diario Montañés, 9 de febrero de 2022

Aunque parezca lo mismo, publicar no es editar. Editar es tarea previa a la publicación y supone una serie de cuidados para que la obra de que se trate salga examinada en aspectos irrenunciables: corrección ortográfica y de estilo, respeto a las normas ortotipográficas, atención sobre la tipografía y el interlineado...  El problema surge cuando algunas ‘editoriales’ no saben hacerlo, y otras no quieren perder tiempo en lo que consideran minucias. Por eso las hay que se limitan a volcar el texto, tal cual lo reciben, en una caja definida previamente, sin efectuar arreglos posteriores. En ese sentido se puede hablar de falsos editores que, como el mítico Procusto, ajustan los escritos a un patrón, cueste lo que cueste, queden líneas viudas, huérfanas o ladronas, palabras mal cortadas, guiones de cualquier tamaño o comillas como pulgadas. La cuestión se agudiza cuando quien da la espalda al oficio editorial es la Universidad.

Este fin de semana he recibido un regalo de la de Cantabria, concretamente del departamento de publicaciones de su Consejo Social: cuatro tomitos de los «Premios Literarios del Consejo Social Manuel Arce, 2020». Debo confesar que cuando examiné los dos de narrativa breve sentí dolor y rabia, porque en ellos se despreciaba, seguro que sin pretenderlo, la labor del editor. Ambos libros están plagados de errores gramaticales y de fallos ortotipográficos groseros. Se ha adaptado el texto sin ningún cuidado, y de esa forma –siempre indigna, pero más en publicaciones pretendidamente académicas– han salido a la luz.

Siento reaccionar así ante un regalo. No soy desagradecido. Pero esas obras no tienen calidad editorial, porque tampoco han tenido, por impericia o desdén, el más mínimo cuidado profesional. Y es muy grave, viniendo de donde viene, el menosprecio a un oficio tan necesario.

Para publicar quizá todo valga. Para editar, no.

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