martes, 19 de abril de 2022

FRAGILIDAD TECNOLÓGICA (20 de abril de


 El Diario Montañés, 20 de abril de 2022

Aunque no queramos darnos por enterados, parte de nuestras seguridades cotidianas penden de un hilo. Ha bastado que un incendio dañara varios postes de Telefónica en Lamasón para que casi toda la Liébana se quedase sin teléfonos móviles, datáfonos o cajeros automáticos, en unas fechas de gran afluencia de turistas, la mayor parte de ellos sin dinero efectivo en los bolsillos. Nadie sabía cómo resolver el problema, porque quedamos desvalidos cuando se estropea lo que debería funcionar en nuestro mundo virtual con la naturalidad del amanecer o el anochecer.

Basados en la creencia de que la técnica tiene infalibilidad casi papal –y en frías cuestiones de rentabilidad, dicho sea– están cerrando oficinas bancarias en los pueblos, y quizá desaparezcan algunos consultorios rurales, tan necesarios ambos para el contacto personal. Ante la supresión de las primeras, nos ofrecen la colocación de cajeros automáticos, como si los mayores del lugar fueran peritos en teclas; la desaparición de los segundos está trayendo consigo la aparición de compañías médicas privadas que, cual buitres ante la desatención, prometen un trato de cercana lejanía desde la pantalla del ordenador o del móvil.

Confieso que reniego cuando me cambian el médico de cabecera –circunstancia bastante común– y el nuevo levanta la voz porque me supone problemas de audición cuando comprueba la edad en mi historial. También me molesta si me somete a un cuestionario de achaques –tantas veces contestado– que suele terminar con la pregunta inmisericorde de si continúa el goteo tras detener la micción (¡buena la hiciste, Concha Velasco!). Todo lo tolero para conservar ese trato humano. Mas nunca disculparé que en la farmacia no me faciliten el medicamento prescrito porque se ha caído internet y no pueden leer la receta electrónica.

Puede ser que estos tiempos me superen. Pero en Liébana habría pagado en efectivo. 



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