martes, 17 de mayo de 2022

EUROVISIÓN (18 de mayo de 2022)

 

El Diario Montañés, 18 de mayo de 2022

Solo tenía diez años, pero recuerdo como si fuera hoy la tarde en que fuimos en familia a ver el Festival de Eurovisión. Fue el 6 de abril de 1968. En Castanedo, un barrio del pueblo, el bar había anunciado la posibilidad de poder hacerlo en su interior. Habían acondicionado en el comedor una suerte de Teleclub, con las sillas colocadas en filas para que, tras un pago de una peseta por persona –consumiciones aparte–, las ocupáramos por riguroso orden de reserva. Además, en el tabique que separaba ese espacio de la barra del bar, habían realizado un hueco para que unos cuantos parroquianos más pudieran alcanzar a ver la televisión en pie. El lleno fue total.

De aquella noche puedo evocar la pasión con que se siguieron las actuaciones, las explicaciones de por qué unos países nos votaban o no –los mayores apuntaban razones políticas–, los abrazos cuando Massiel fue proclamada ganadora –comparables a los que se produjeron años antes con el gol de Marcelino en el campeonato de Europa de fútbol–, la satisfacción de los comentarios, camino a casa de madrugada por la mies de la Serna, a la luz de la luna, con la certeza de haber conseguido algo grande. Nos sentíamos felices a nuestra manera, con esas pequeñas cosas enaltecedoras de nuestro sentimiento patrio, ajenos a las desigualdades que manteníamos con Europa (ellos ya emitían algunos programas en color, cuando aquí los aparatos televisivos eran patrimonio de unos pocos).

En marzo de 1969, apenas un año después, España ganó de nuevo el Festival. Y volvimos a ser testigos, con idéntica pasión, en el mismo lugar. El 20 de julio de ese año el hombre pisó la luna. Aquella gesta histórica –quizá por el horario– no mereció la atención del bar. Ni la nuestra.

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