martes, 23 de abril de 2024

TRABAJO Y POBREZA (24 de abril de 2024)

 

El Diario Montañés, 24 de abril de 2024 

(Museo del Prado: «Un mendigo», lienzo de Pedro Alejandrino Irureta y Artola)


Los caminos hacia la pobreza son imprevisibles. Cuando niño pude observar, tras el anonimato de unas cortinas, al ex marido de mi tía abuela Julia pulsando el timbre de la puerta de su antigua vivienda familiar de Villanueva, situada frente a la mía. Como nadie le abriera, se sentó a liar un cigarrillo en uno de los escalones que trepaban hasta el portal de la casa. Llevaba el pantalón ceñido con una cuerda, la americana arruinada por mil intemperies, el sombrero de fieltro deslustrado, y la barba larga y blanca como la de los mendigos de las ilustraciones de mis libros infantiles. Cargaba un saco a la espalda para guardar los productos que le donaba la gente caritativa, pues eran tiempos de dificultades monetarias. Julia permaneció oculta, avergonzada sin duda por el qué dirán, pero sin apiadarse de aquel hombre, antaño su esposo, que destrozó su vida con el vicio del juego. Pobre de solemnidad, venía de Santander. Sin obtener nada, regresó a la capital.

Los indigentes, hoy en día, siguen acercándose al pueblo para pedir limosna. Uno de ellos lo hace todos los sábados, con metódica regularidad. Mi mujer le prepara un bocadillo y le entrega unas monedas. Un vecino le deja dinero suelto dentro de un vaso que coloca en el alfeizar de la ventana del piso bajo; así no debe estar pendiente de su llegada. También se presenta otro, menos predecible, sin día fijo. No tiene las certidumbres del bocadillo ni de las monedas del vaso, pero, bohemio, prefiere asumir ese riesgo antes que ajustarse a un horario.

Los caminos hacia la pobreza son imprevisibles, repito. Aunque haya disminuido el paro, dice la estadística que el 20% de los cántabros continúa en riesgo de padecerla. Es como si el trabajo no se remunerara con un salario justo.

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