martes, 22 de octubre de 2013

POBRES CORDEROS (23 de octubre de 2013)


El Diario Montañés, 23 de octubre de 2013

Las crisis no sólo acrecientan las distancias entre ricos y pobres, también distorsionan la perspectiva que ambos tienen de una misma situación. El cristal con que miran los primeros suele adquirir intensos tonos rosados –‘la vie en rose’–, en la misma medida que el de los segundos se torna paulatinamente oscurocasinegro. Don Ramón de Campoamor escribió algo al respecto.
Ahora, con seis millones de españoles en paro y casi doce rozando la pobreza, Emilio Botín –que ve las cosas desde su cristal rojo corporativo– ha proclamado en Nueva York que «es un momento fantástico para España» porque «llega dinero de todas partes». Nuestro mercadillo nacional ha colgado los carteles de saldo y ocasión, dispuesto a vender al mejor postor mano de obra barata y lo poco que nos queda de patrimonio industrial, y el capital, al parecer, ha acudido presto al envite. Por eso nuestro ilustre paisano, que tiene cuerda hasta para Rato, no ha podido contener su contento allende nuestras fronteras. Este dinero externo de la especulación –que contradiciendo las más elementales leyes físicas nunca fluye por el nivel más bajo– salvará los balances de los grandes grupos bancarios y hará que el Ibex 35 supere los 10.000 puntos, pero es posible que no incida en los bolsillos de la gente. Está demostrado que no siempre lo que es bueno para los bancos lo sea necesariamente para el común de los ciudadanos.
Otro dinero, esta vez de dentro, sigue evadiéndose sin miramientos de nuestro país y ya supera la cifra de 81.000 millones de euros. Con esa cantidad se hubiera podido evitar recortes en sanidad, en educación, en investigación y en otros apartados que sí padecen directamente los más necesitados. Pese a todo, los ‘lobby’ de la economía están de acuerdo en que, aunque no nos demos cuenta, ya estamos en el camino de la recuperación.
Permítanme jugar con las palabras y parafrasear a Esopo: «Cuando un ‘lobby’ se empeña en tener razón, pobres corderos».

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