El Diario Montañés, 23 de octubre de 2013
Las
crisis no sólo acrecientan las distancias entre ricos y pobres, también
distorsionan la perspectiva que ambos tienen de una misma situación. El cristal
con que miran los primeros suele adquirir intensos tonos rosados –‘la vie en
rose’–, en la misma medida que el de los segundos se torna paulatinamente
oscurocasinegro. Don Ramón de Campoamor escribió algo al respecto.
Ahora,
con seis millones de españoles en paro y casi doce rozando la pobreza, Emilio
Botín –que ve las cosas desde su cristal rojo corporativo– ha proclamado en
Nueva York que «es un momento fantástico para España» porque «llega dinero de
todas partes». Nuestro mercadillo nacional ha colgado los carteles de saldo y
ocasión, dispuesto a vender al mejor postor mano de obra barata y lo poco que
nos queda de patrimonio industrial, y el capital, al parecer, ha acudido presto
al envite. Por eso nuestro ilustre paisano, que tiene cuerda hasta para Rato,
no ha podido contener su contento allende nuestras fronteras. Este dinero
externo de la especulación –que contradiciendo las más elementales leyes
físicas nunca fluye por el nivel más bajo– salvará los balances de los grandes
grupos bancarios y hará que el Ibex 35 supere los 10.000 puntos, pero es
posible que no incida en los bolsillos de la gente. Está demostrado que no
siempre lo que es bueno para los bancos lo sea necesariamente para el común de
los ciudadanos.
Otro
dinero, esta vez de dentro, sigue evadiéndose sin miramientos de nuestro país y
ya supera la cifra de 81.000 millones de euros. Con esa cantidad se hubiera
podido evitar recortes en sanidad, en educación, en investigación y en otros
apartados que sí padecen directamente los más necesitados. Pese a todo, los ‘lobby’
de la economía están de acuerdo en que, aunque no nos demos cuenta, ya estamos
en el camino de la recuperación.
Permítanme
jugar con las palabras y parafrasear a Esopo: «Cuando un ‘lobby’ se empeña en
tener razón, pobres corderos».
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