© Javier Cotera
El Diario Montañés, 2 de agosto de 2017
Compro
diariamente el periódico en papel. También consulto las ediciones de la prensa
digital, pero esos momentos de hojeo lento –de izquierda a derecha, con avance
y marcha atrás por cada página– son impagables y no tienen nada que ver con el
rápido ojeo –a golpe de pulgares– que se realiza en una tableta o en un
teléfono. El papel me permite deleitarme con las noticias y con las imágenes,
que en ocasiones son en sí mismas noticia.
Cuando
llega la feria de Santiago, aunque antitaurino confeso, suelo buscar las fotos
de los protagonistas, porque en la liturgia de la fiesta hay personajes muy
peculiares. El capitalista es uno de ellos. Tal nombre recibe ese personaje
humilde –pura contradicción– que se echa encima al diestro para sacarlo a
hombros por la puerta grande y llevarlo hasta donde sea menester, a cambio de
unas monedas. Javier Cotera ha retratado a uno de ellos en este periódico, en
una gran foto que refleja su rostro de boxeador curtido en cien combates –posiblemente
sin dientes–, sus manos hinchadas –por
el trabajo, la mala circulación o por otros hábitos, vaya usted a saber– y su
camiseta con el nombre de un afamado hotel santanderino, circunstancia que
también le procurará unos pocos euros por publicidad indirecta. La foto es de
tal hondura psicológica que casi nos permite adivinar la voz cascada del
individuo pidiendo paso.
Observándola
tengo la sensación de que la escena y el espectáculo que la genera y el público
que lo aplaude son símbolos y espejos de un pasado que permanece anclado en el
presente. De ahí su valor futuro como crónica gráfica de un tiempo equivocado
que da categoría de arte a una función en la que sufre y muere un animal.
Una
aficionada declaraba en estas mismas páginas que la última corrida de la feria
le resulta especial. La última de todas será especialísima y llegará el día
menos pensado por mor de iniciativas legislativas que prohíban los toros.
Entonces, y curiosamente con el apoyo de los partidos de la izquierda, nadie
podrá volver a encaramarse sobre un capitalista.
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