martes, 27 de abril de 2021

ALAS Y BALAS (28 de abril de 2021)

 

El Diario Montañés, 28 de abril de 2021

Esta semana el plomo y la navaja han amenazado con cortarle las alas a la libertad. Hemos perdido el espíritu de la concordia y aquel espacio común en el que, durante la ahora denigrada transición –«España, camisa blanca de mi esperanza»–, nos entendíamos sin destrozarnos y nos sentábamos a conversar. Pero muchos años después, apenas silenciadas las detonaciones de los terroristas de ETA (que eran, por supuesto, ilegales), las amenazas han regresado en forma de artefactos cainitas (al parecer enviados desde la legalidad) y han situado las ideas frente al pelotón de fusilamiento.

Es tiempo de ruido, de malos modos y descalificaciones. De ocurrencias en tuits, de vacías frases ingeniosas, de carteles desafiantes. Pero no debe ser un tiempo de silencio, sino de acallar cuantas ideas ataquen la esencia de la democracia, que solo se defiende cuando se la protege de sus enemigos, esos que suelen valerse de ella para derrocarla. Parásitos que fagocitan a un cuerpo y solo forman parte de él hasta consumirlo.

Las balas de Cetme y la navaja «de sangre contraria» iban dirigidas a unos pocos, aunque su rencor implícito amenazaba a casi todos. El lobo de la intransigencia está perdiendo la harina de las patas, y ya no parece un cordero. Pero no le importa. Nos sabe descentrados como país, y para nada necesita mostrarnos la patita por debajo de la puerta, porque ha encontrado un hueco enorme para entrar en nuestras casas con su discurso sin disfraz, que a muchos resulta atractivo. Y no es de extrañar, pues ya están habituados a devorar programas de esa cadena televisiva que entretiene el ocio con horas de odio entre personajes mezquinos, que hieren cuando amenazan.

Somos el reflejo de una sociedad que ha transmutado los valores. Pero, si preferimos ser rebaño, seámoslo, al menos, democrático.


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