martes, 20 de diciembre de 2022

CUESTIÓN DE LUCES (21 de diciembre de 2022)

 

El Diario Montañés, 21 de diciembre de 2022

Las luces navideñas y los belenes nos cautivan. Ciudades como Santander o Torrelavega exhiben sus mejores alumbrados, aunque lo de brillar por estas fechas también es propio de los pueblos. En Santillana del Mar se han volcado para ganar el concurso de Ferrero Rocher –qué gran campaña de márquetin la de los chocolateros italianos–, que al final se llevó Mojácar, aunque no se puede decir que la villa medieval se quedara a dos velas, porque el alumbrado de sus calles resulta espectacular. Igualmente hay alumbrado digno de ver en algunos domicilios particulares. En Parbayón, el aluvión de visitas a la vivienda de Francisco Cano, la casa de las luces, era tal que ha obligado a restringir el tráfico para evitar males mayores, porque el espectáculo de la iluminación había producido más de un golpe entre los coches que se arremolinaban para contemplarlo. Lo que demuestra que la luz es espectáculo, y no solo cebo para que consumamos, como maliciosamente presuponen algunos.

Con los belenes sucede algo similar. Abundan en ciudades, en pueblos y en domicilios. Piedad y Manolo, sin ir más lejos, han preparado este año uno de casi seiscientas piezas, en el que han invertido mes y medio de trabajo a una media de seis horas diarias, una obra casi heroica para su edad, 77 y 80 años, respectivamente.

En Navidad existen otras tradiciones más raras, como la de Jesús, el de Novales, que ha ido a Madrid con una semana de antelación para poder entrar el primero al salón del sorteo de la lotería: el espíritu de ese sorteo, aburrido para la mayoría, lo tiene prendado. Otra costumbre inconcebible consiste en regalar libros, aunque algunos, en estos tiempos de epifanía –y quizás por tener pocas luces– todavía la seguimos manteniendo.

Se comprueba que hay gente «pa tó».

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