El Diario Montañés, 9 de abril de 2025
No debería
ser tan ingenuo, señor Revilla. Eso de que nadie es más que nadie queda muy bien
sobre el papel, pero en la realidad no es así. Usted mismo refiere que «mojó»
por primera vez en un prostíbulo, «con dieciocho años… y pagando», algo
impensable en otros que, con maneras soberanas, pueden permitirse retribuir
servicios de condición más lujosa.
«No
perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante»,
repite doña Rosa, en ‘La colmena’. Pues eso, que no deberíamos perderla.
Mientras usted en la niñez pastoreaba ovejas por las laderas de Peña Labra, el otro
se educaba para pastorear a todo el país. Y eso también coloca a cada uno en su
lugar, porque, como quiera que no todos los pastores son iguales, algunos nos siguen
considerando ovejas siervas. A cada cual, pues, lo suyo y según su nivel.
Además, debemos tener mucho cuidado, porque cuando se declara emérita a una
persona se siguen manteniendo sus honores y algunas funciones, aunque una vez jubilada
brillen por su ausencia.
Tampoco
perdamos la perspectiva de que antes de molestar a alguien deberíamos tener en
cuenta su categoría y condición. Lo ha refrendado nuestro consejero de sanidad:
«No se puede convocar a un consejero a que suba al Parlamento en una tribuna a
hablar de si hay un turno de enfermería por la noche o no lo hay. Eso no es
política sanitaria. Eso es de concejal de pueblo» (entre los concejales también
distingue categorías). Él, César Pascual, está para resolver retos más
complicados. Como el que plantean los médicos jóvenes, que prefieren tiempo
libre antes que guardias y peonadas. Y, si no perdemos la perspectiva,
deberíamos darles la razón. «Trabajar sin tregua y sin fin, es lo mismo que una
condena» que, con sensatez, quieren eludir.
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