El Diario Montañés, 24 de julio de 2013
Sí,
doctor, ya sé que me dice usted que no me voy a dar ni cuenta, que no voy a
notar nada, que todo va a ir muy bien. Pero debe admitir mis dudas y mis
recelos. Hace muchos años que usted no trata directamente con pacientes, doctor,
que no los mira a los ojos. Cuando comenzó a medrar, lo hizo por caminos
burocráticos, alejado de ellos. Y así ha seguido luego, unido al partido que
lanzó su carrera. Y yo no digo que eso esté mal, doctor, qué va, Dios me libre.
Pero puede que la razón, su razón, haya ido enfriando poco a poco su corazón.
Porque usted ha manejado muchas estadísticas, muchas ratios, muchos números. Y
ha terminado convirtiéndose en eso que llaman un gestor. Pero un gestor de
partido.
Y
yo tengo miedo, aunque me diga que no me voy a dar ni cuenta, que no voy a
notar nada, que todo va a ir muy bien. Eso también les dicen ustedes a los
enfermos terminales cuando no quieren conocer la verdad. Pero yo sí quiero,
doctor. Yo necesito saber a qué atenerme. Ya me han engañado con los
medicamentos que me han quitado de la cobertura de la seguridad social, y con
el céntimo sanitario, que pago religiosamente cada vez que lleno el depósito en
las gasolineras de Cantabria –es una manera de hablar, doctor, que hoy casi
nadie puede llenarlo–. Ya sé que con sus medidas me promete más «agilidad y
flexibilidad» en la gestión. Y que el hospital será «más eficiente». Y que es obligado
hacer lo que hace para «salir de la situación de deuda, déficit y contracción
de la economía». Si yo todo eso lo sé, doctor. Pero no acabo de creerme que no
vaya a notar nada.
Que
eso también lo dijo usted, doctor Pascual, cuando era responsable del hospital
Infanta Leonor, de Madrid. Y allí sí parece que están notando mucho, y no para
bien, lo de la privatización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario