El Diario Montañés, 14 de agosto de 2013
Decía
Francisco de Quevedo que «por hipocresía llaman al negro, moreno; trato a la
usura; a la putería, casa; al barbero, sastre de barbas y al mozo de mulas,
gentilhombre del camino». Hoy, como halago, algunos llaman emprendedor al
empresario, acaso porque piensan que cambiando el nombre de las cosas se puede
cambiar su esencia. Parte de la patronal, en verdad, necesita lavar su mala
imagen, y el partido del gobierno ha pensado que el nuevo vocablo puede
contribuir a hacerlo. «Alfombra roja a los emprendedores» –dijo Rajoy en un
mitin en Pamplona, antes de añadir–: «Todos los que puedan y quieran hacerlo,
van a tener en el PP un Gobierno amigo que va a hacer todo lo posible para que
puedan generar bienestar, riqueza y empleo». Pero la insaciable voracidad de la
patronal cada vez le está exigiendo más. Y la duda es saber hasta dónde llegará
el gobierno en su afán de «hacer todo lo posible» para que triunfen los
emprendedores, y cuál será la extensión de esa «alfombra roja».
La
patronal, de momento, ha remitido al presidente los documentos aprobados en su
asamblea del pasado 18 de junio, que recogen propuestas como éstas: la
«conveniencia» de que todos los sueldos tengan una parte variable (desde luego,
no para incrementarlos); poder «imponer» a los empleados la conversión de su
contrato de jornada completa en otro a tiempo parcial; extender la duración de
los contratos parciales «el tiempo que sea necesario»; no limitar el contrato
de formación a la edad del trabajador... El órdago está echado. Ahora le toca
hablar a Mariano.
Un
discípulo suyo, Ignacio Diego, ha dado el primer paso y apunta en dirección
estajanovista: este verano, por decisión propia, no cogerá vacaciones. Si en
verdad se debe a todos los cántabros –y de alguna forma todos somos sus
empresarios–, por la parte que me corresponde, yo se las concedo. Por el bien
de mi conciencia y por el de Cantabria.
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