El Diario Montañés, 11 de octubre de 2017
Cantabria
es un referente gastronómico. A la riqueza de sus productos se une la promoción
de nuestro presidente, que se ha propuesto popularizar todo lo regional y, en
cualquier lugar en el que estés, si dices que eres cántabro, la gente rememora automáticamente
las anchoas, las quesadas o los sobaos. La gastronomía se ha convertido en
reclamo turístico de primer orden y en torno a ella se conforman simposios,
mesas redondas, jornadas de divulgación y reuniones políticas de mucha
enjundia.
Le
decía Don Quijote a Sancho que los negocios de la cabeza se fraguan en la
oficina del estómago. Acaso por ello el pasado fin de semana el PP y el PSOE
han mantenido comidas con una parte de sus afiliados para conspirar contra la
otra parte –la palabra partido ha optado definitivamente por el significado de
algo que no está completo, de un fragmento que se opone al todo–. A los
postres, con el orujo como brebaje digestivo, se suelen hacer los discursos de
autoafirmación. «De grandes cenas están las tumbas llenas», dice un refrán. Y
también de estas comidas, pues, aunque resulten frugales, en ellas se prepara
la táctica para ir cavando la tumba de un enemigo que ya tiene preparada la
tuya. En ese sentido podríamos hablar de la existencia de una gastronomía de
confabulación, casi de guerra, a la que el PRC asiste de espectador placentero,
observando como sus contrincantes se devoran entre sí.
La
Unión de Guardias Civiles de Cantabria también se ha apuntado a la conspiración
y ha llevado sobaos y quesadas hasta Cataluña para que los compañeros allí
destinados endulcen su dura realidad y aflojen con estos productos tan nuestros
la tensión que están padeciendo en tierra hostil. El largo viaje, según dicen,
ha merecido la pena, porque, aunque fuera una visita relámpago, sabemos por
Víctor Jara que la vida puede ser eterna en cinco minutos. Además, en estos
tiempos de reafirmación independentista han querido dejar bien claro que frente
a nuestros postres la crema catalana no tiene nada que hacer.
¡Va
usted a comparar!
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