miércoles, 24 de octubre de 2018

GANA LA BANCA (24 de octubre de 2018)


El Diario Montañés, 24 de octubre de 2018

Casi nos habíamos ilusionado, pero no. El Tribunal Supremo apartó la venda del ojo de la Justicia y vio que la repercusión que supondría el hecho de que la banca tuviera que pagar el impuesto de las hipotecas hacía peligrar el sistema económico. Y ha decidido dejar la medida en el limbo de los injustos, para alivio momentáneo de la salud bursátil, que estaba en riesgo. «Gana la banca», es una expresión que todos conocemos, aunque nunca hayamos pisado un casino, porque en este juego la ruleta de la fortuna acostumbra a detenerse en sus números.
Hubo un tiempo en que el padrenuestro se recitaba pidiendo el perdón de las deudas como en teoría nosotros perdonábamos las de nuestros deudores. Era una retahíla que resultaba insoportable para quienes se ganaban la vida a fuerza de negar el perdón de los débitos, que en algunas ocasiones llevaba a los desahucios. Supongo que la mala conciencia hizo que los banqueros, tan asiduos a la misa dominical, pidieran a la jerarquía eclesiástica que cambiaran ese párrafo por otro que hablara del perdón de las ofensas y de perdonar a quienes nos ofenden. La diferencia es notable. ¡Va usted a comparar!
Mientras tanto, en las oficinas bancarias –que en los anuncios publicitarios sólo piensan en ayudarnos para que demos forma a nuestros sueños– la distancia entre la entidad y el cliente se torna insoportable. Hay mucha frialdad en su diseño aséptico. Uno entra en ellas y se siente incómodo, como si fuera un extraño. Al otro lado de las mesas es habitual encontrarse con trabajadores tristes, que las únicas cuentas que hacen últimamente son las del tiempo que les falta para jubilarse, porque ese mundo, que no es el nuestro, tampoco es ya el suyo. Triste sino de un oficio que padece una reconversión brutal, que se ha llevado por delante el trato humano a fuerza de ofrecernos una banca desde nuestra casa, al alcance de un botón.
Tengo la certeza de que, si este escrito es ofensivo para los bancos, seré perdonado. Si tuviera una deuda, otro gallo me cantaría.

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