miércoles, 10 de octubre de 2018

SOMOS POCA COSA (10 de octubre de 2018)


El Diario Montañés, 10 de octubre de 2018

Los problemas de los cántabros suelen ser recurrentes porque no se solucionan, simplemente se aplazan. Cambian los gobiernos, pasan los ministros, pero el tren más rápido continúa tardando cuatro horas y diez minutos de Santander a Madrid.
En él he ido este fin de semana, a defender un asunto capital para nuestra natación en la asamblea nacional de la Federación Española. Armado de paciencia, en un asiento duro que a partir de la segunda hora resulta torturador, escribo los argumentos que quiero esgrimir para intentar que no se consume un desprecio a las regiones más pequeñas. Prefiero llevarlo todo anotado para decir lo que quiero, sin olvidar nada. Y estimo conveniente cerrar mi intervención –por escrita, bastante literaria– con una interjección que conjugue la gracia y la dureza, sin faltarle al respeto a los miembros de dicha asamblea, algo así como «por favor, no sigan por este camino, ¡coño!». Pero hete aquí que, llegado el momento, ese coño casto no le hizo gracia al presidente, quien, aun sin referirse directamente a mí, envió un mensaje al auditorio en el que reclamaba respeto en las intervenciones. De nada sirvió que le dijera que no era falta de respeto, sino una interjección irónica. Me dijo que la asamblea la dirigía él y me conminó a no seguir por ese camino.
Cuando se lo comento, mi hijo me sitúa en la triste realidad. «Ese ‘coño’, dicho en Cantabria, con lo que tú representas aquí, habría tenido algún efecto. Dicho en Madrid, con lo poco que significamos para la natación nacional, no deja de ser la pataleta sin sentido de un personaje menor, porque en ese deporte somos una región sin peso».
Regreso a Santander derrotado. Perdimos la votación en la asamblea. Las cuatro horas se me hacen aún más largas. Menos mal que en 2024 –eso dicen ahora– tardaremos una hora menos. Desconozco si Revilla, además de anchoas, habrá soltado en ocasiones algún ‘coño’ con esto del tren. En todo caso debo admitir, aunque me duela, que, en efecto, somos una región con muy poco peso. En lista de espera para casi todo.


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