El Diario Montañés, 2 de octubre de 2019
Las
arenas de las playas santanderinas se mueven. Con las mareas de septiembre se
han puesto en marcha y cambian de lugar, lentas, pero sin pausa. No tienen
prisa, ni miedo a una eternidad que controlan con su reloj de granos infinitos.
Tampoco temen a espigones ni barreras. Nuestras fronteras artificiales no les
amedrentan, porque si ya es difícil ponerle puertas al campo, hacerlo con la
mar es imposible. Desde su libertad, las arenas solo acatan los balanceos de
los océanos, que las mecen con cariño o arrebato, dependiendo de la pausa o la
furia del momento. Cada marea tiene su afán.
A
la playa del Sardinero, desde el mar –«¡Oh sagrado mar de España, famosa playa
serena, teatro donde se han hecho cien mil navales tragedias!»–, llegaron este
fin de semana recuerdos de un episodio de la gran guerra que contribuyó a
devolverle la libertad a Europa: el Desembarco de Normandía. Setenta y cinco
años después, unos cuantos recreadores veteranos jugaron a la guerra, como lo
hacíamos nosotros cuando niños, restregándose por la arena, entre fuego y
explosiones. Y la arena cedió su blando lecho –rubia y tibia ternura– para que
los figurantes entregaran con ardor y sin peligro el alma en cada muerte.
«Tengo
miedo de esos remolinos nocherniegos que se llevan en su grupa ¡dios sabe
adónde! la arena menudita de la playa», decía Pedro Salinas. Yo le temo más a los
que se llevan las bolsas de plástico que abandonan en los arenales –creen que
la arena todo lo soporta– algunos jóvenes de cabeza hueca, cuando se les anubla
el juicio con las botellas litronas. Dios sabe adónde irán luego. Es el tributo
de las diversiones del fin de semana, que acostumbran a pagar con una basura
que nos será devuelta por los vaivenes de la mar el día menos pensado, como reflujos
de podredumbre. Pero a ellos, a los jóvenes, a algunos jóvenes, parece que no
les preocupa. Miran al porvenir desde una libertad irresponsable, impropia de estudiantes
universitarios. Como si permanecieran ajenos a un futuro que, en realidad, solo
a ellos pertenece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario