martes, 8 de diciembre de 2020

AJEDREZ MILITAR (9 de diciembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 9 de diciembre de 2020

Ahora, por cuestiones de seguridad, conviene ser allegado de alguien. Y no traigo esto a colación por quienes puedan sentarse en torno a una mesa en las celebraciones navideñas, no. Esos, ya lo apuntan los sanitarios, «solo son con los que vives», digan lo que digan los demás. Me refiero a esos otros con quienes, incluso situados en las antípodas de sus ideas políticas, te une la confianza suficiente como para decirles que «a lo mejor puedes hablar bien de mí si en un futuro lo necesito». Yo se lo acabo de insinuar a un amigo de pensamiento extremo ante el ruido de sables que, aunque en desuso, sus dueños añoran reutilizar estos días.

Son un grupo de generales retirados que proyectan la sombra de Caín sobre nuestra convivencia porque conciben el Estado cual tablero de ajedrez donde la sinrazón del negro debe imponerse al blanco de la libertad, aunque para ello tengan que llevarse por delante a «veintiséis millones de hijos de puta», piezas sacrificables en su juego. Nos tranquiliza que quienes plantean tales arreglos inciviles por WhatsApp, como charlas de casino, son «unos abuelos»; pero inquieta que todos tuviesen menos de treinta años cuando los españoles decidimos mayoritariamente aprobar nuestra Constitución. Es como si la formación militar que recibieron entonces no se basara en la defensa de las ideas democráticas, a no ser que al galgo le vengan de raza los entusiasmos autoritarios.

Si triunfase su pensamiento, cuantos defendemos que el poder emana de las votaciones libres seríamos «allegados» por igual al mar último, que es el morir, acaso con la esperanza –ellos lo corean en sus himnos guerreros– de que ese no fuese el final del camino.

Aunque sería mejor si en el tablero de ajedrez patrio, que no es de su propiedad, cupiesen todas las piezas.

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