martes, 29 de diciembre de 2020

CUIDADO CON EL FUTURO (30 de diciembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 30 de diciembre de 2020

Hace un año denunciaba aquí mismo cómo actuaban algunas residencias de ancianos. Decía entonces que el derroche de las luces navideñas que adornaban sus fachadas no se correspondía con la cantidad y la calidad de los menús, que pocas veces se ajustaban a las necesidades de cada residente. Prevalece –afirmaba– cerrar cuentas con balance positivo, caiga quien caiga.

En los primeros meses de 2020 descubrimos con horror que esos ajustes presupuestarios se aplicaban a las necesidades básicas de quienes nos habían dado todo. Los militares tuvieron que intervenir en aquel desierto, campo de batalla inhumano donde la codicia resultadista había dejado a los abuelos abandonados a su suerte, «cuando no muertos en sus camas».

Parece que ahora, en un vuelco de conciencia, hemos sabido reaccionar facilitándoles las vacunas antes que a nadie, y estos días se repiten sus imágenes remangadas como una promesa de futuro, aunque sea breve. Nos habíamos resignado a pensar que era ley de vida y la enfermedad solo se los llevaba a ellos. El mensaje había calado, incluso, en parte del personal sanitario. Pero de momento parece que el marketing de la culpa funciona. Hemos humanizado la situación, abandonando el anonimato. Conocemos el nombre de quienes reciben la vacuna; en ocasiones hasta de quienes dan el pinchazo. Como si cantaran la lotería los niños de San Ildefonso, notificamos los primeros agraciados: Araceli, en Guadalajara; Antonio y Pilar, en Andalucía; Anatolia, en Canarias; María Dolores, en Cantabria…

Con todo, debemos admitir que los mayores obstaculizamos a una sociedad que ejecuta los balances sin alma para valorar la experiencia. Las prejubilaciones de la banca –entre otras que vendrán– lo dejan bien claro.

Pero, cuidado, no engañemos al destino: ya Sábato apuntaba en el ‘Diario de la guerra del cerdo’ que «todo viejo es el futuro de algún joven».

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