El Diario Montañés, 6 de agosto de 2014
Por la puerta
grande acaba de marcharse Mariano Rajoy hacia sus vacaciones gallegas, tras dar
una rueda de prensa, en vivo, sin plasma de por medio. El deber cumplido en las
cifras macroeconómicas hizo que casi olvidara las cuitas de los menos
favorecidos, a cuyos hogares no ha llegado aún ningún signo de recuperación.
Cuando le preguntaron por el creciente afloramiento de los casos de corrupción,
dijo que no le gustaban en absoluto, pero que «las cosas son así». Le faltó
cantar el famoso estribillo de Sandro Giacobbe, aquél de «lo siento mucho, la
vida es así, no la he inventado yo». Habría sido un puntazo.
Aquí, en
Cantabria, estábamos expectantes por saber cuál sería la decisión de Íñigo de
la Serna ante el ultimátum de Ignacio Diego, que quería tener claro antes del 1
de agosto quiénes de su partido se iban a presentar a la reelección de alcalde.
Íñigo, acostumbrado a estar solo ante el peligro, aceptó el duelo al sol, y ha
jugado su baza. Ha eludido tres veces la respuesta a los periodistas, y ha
dicho que lo único que tiene claro es que el próximo alcalde o la próxima
alcaldesa de Santander será alguien del PP. Diego planteó mal el duelo, con el
sol de frente. Con los ojos fruncidos, ha tenido que desdecirse: «no hay una
fecha fijada para decidir sobre la candidatura a la alcaldía de Santander, eso no es ningún problema». Pero se irá de vacaciones sin tener resuelta
la incógnita, con la pelota en su tejado.
Ahora, en
agosto, la clase política meditará mientras descansa. Nosotros viviremos un
poco más inseguros, huérfanos de su protección. Más solos, desasistidos. Y casi
en penumbras, porque el recibo de la luz ha subido un 17,8% y no están las
cosas para muchos gastos. Menos mal que abrirán los comercios todos los días.
Aunque no compremos, al menos en su interior podremos mitigar los probables
calores. Y nos sentiremos a gusto en agosto.
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