El Diario Montañés, 13 de agosto de 2014
Confesaré un
secreto: del sexo me gusta hasta la conversación. Y según parece, no estoy solo
en tal apetencia, porque en verano, acaso por la proliferación de becarios, les
sucede lo mismo a los medios de comunicación, costumbre, por otra parte, muy
saludable. Esta semana han coincidido en el mismo día varias noticias de cariz
sexual en la prensa llamada seria. Por razones de espacio, me centraré en dos
de ellas. La primera informaba de que un lubricante, pensado para mujeres con
edades comprendidas entre los veintisiete y los setenta años, que lleva entre
sus componentes una pequeña dosis de marihuana, promete orgasmos intensos de
hasta quince minutos de duración. La segunda hablaba de las bondades
preventivas que proporciona el sexo en el sistema inmunológico y en el corazón,
si se culmina como dios manda. «El orgasmo conlleva disminución de las
plaquetas –explican los entendidos– y eso significa que tiene una acción
parecida a la de las aspirinas, afinando la sangre». Con tales conclusiones
habría que pedirle a los gestores que la Seguridad Social recetara ese
lubricante milagroso, pues sus beneficios para la salud parecen indudables y,
en todo caso, superiores en ahorro futuro al gasto que podría ocasionar su
prescripción presente. Lástima que sólo se comercialice en California.
Los lubricantes,
además, están concebidos para hidratar y evitar rozamientos, por lo que su
utilización nos evitaría escozores añadidos a los que nos producen las noticias
del éxodo sangrante de nuestros jóvenes, de la desaparición de sociedades
mercantiles o de la pérdida de viajeros en Parayas. Y por pedir, que no quede. Si
tienen propiedades retardantes, mejor. Bastante sensación de final brusco y no
deseado sentimos quienes nos introducimos con ilusión en el tramo de la autovía
A-8 entre Solares y San Vitores, y salimos de él, frustrados, con la miel en
los labios, apenas un minuto más tarde.
Como ven, he
hablado de sexo durante todo el artículo, una forma segura de practicar sexo
oral con tanto lector desconocido.
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