El Diario Montañés, 27 de mayo de 2015
«Más sabe el diablo por viejo que
por diablo», dice un refrán castellano que me viene muy bien para el inicio de
este artículo postelectoral. Como viejo en esto de las encuestas, no arriesgaba
mucho la semana pasada cuando decía que los indecisos –o «emboscados», como le
gusta llamarlos a un amigo mío– iban a ser decisivos en estas elecciones y que
su voto «podía quebrar las horquillas de todas las encuestas y generar muchas
sorpresas». Como así ha sucedido finalmente en Cantabria.
Agazapados estaban –lo hemos
comprobado– muchos votantes del PRC, y aunque algunos lo sospechábamos desde
que salieron a la luz los primeros sondeos, ninguno de los sesudos técnicos que
se dedican a esta ciencia imperfecta fueron capaces de detectarlos. No hubo crisol
que en la cocina aquilatara su voto, y eso que en mayor o menor medida con este
partido suele suceder lo mismo cada cuatro años, aunque en esta ocasión el
error haya resultado espectacular.
Ante este hecho repetido, me
pregunto si el votante del PRC siente que no es progresista confesar que votará
a ese partido y por eso lo mantiene en secreto –es posible que exista algo de tal
complejo–. O que sea como mi vecino Lis, poco dado a opinar si no merece la
pena. «¿Cuánto tardaré en llegar a Obregón?», le preguntó en cierta ocasión un
andarín, deteniendo su marcha. Él, sentado en una tapia, la boina bien calada,
no le contestó. El andarín le preguntó varias veces más, sin éxito. Sorprendido
por su actitud, y maldiciendo por lo bajo, reemprendió su andar. Fue cuando
escuchó la voz pausada de Lis: «A ese paso, unos cuarenta minutos». Mi vecino
no opina porque sí; habla sólo cuando tiene que hablar.
El tirón personal de Revilla es
otra circunstancia que ha podido confundir a los encuestadores: 8.713 votantes
del PP en las municipales no han votado luego a Diego en las autonómicas, y 18.547
votantes socialistas han hecho lo propio con Rosa Eva. Con ello Miguel Ángel
Revilla ha conseguido 25.021 votos más para el parlamento de Cantabria que para
las municipales. Este hecho, que supone una ventaja ahora, es un riesgo para el
futuro si en su partido no afrontan el recambio del líder con total cohesión y
mucha inteligencia. Si todo sale como parece, tendrán cuatro años para hacerlo
desde el poder, que siempre facilita las cosas.
En todo caso, son demasiadas situaciones
para analizar en esta tribuna, que desde hoy se me comienza a quedar huérfana de
Diego.
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