El Diario Montañés, 23 de septiembre de 2015
Anda estos días
el presidente de la CEOE de Cantabria que no da abasto. Con el nuevo gobierno
regional parece que su presencia es imprescindible en todos los foros. Esta
semana acaba de mantener una reunión con la vicepresidenta superconsejera y con
el consejero de Educación, ¿Cultura y Deporte? para elaborar conjuntamente un
plan ante la llegada de los refugiados sirios a nuestra región, porque se
considera preciso que cuando estén aquí encuentren resueltas las necesidades de
alojamiento, atención sanitaria y educación, además de intentar que tengan un
trabajo que facilite su integración social. El gobierno pretende así adelantarse
a la situación y quiere prevenir antes que lamentar. Lo que desconozco es si en
esa misma reunión se habló de la calidad del trabajo que tanto los refugiados
como los autóctonos pueden conseguir en Cantabria. De ser así, algo tendría que
haber explicado el responsable de la CEOE, porque un informe demoledor de la
UGT denuncia que el 95% de los contratos que se han hecho en nuestra región
este trimestre veraniego han sido eventuales, y uno de cada tres se ha firmado
por menos de cinco días. O sea, que se terminaba cuando aún estaba fresca la
tinta de la firma. Malos tiempos para los sirios… y para los cántabros.
He dicho al
comienzo que el presidente de la CEOE no paraba, y no lo he dicho porque sí.
Hace unas semanas mantuvo otro encuentro con nuestro consejero de Educación,
¿Cultura y Deporte? para relanzar el Consejo de Formación
Profesional de Cantabria, que tiene la
muy encomiable misión de poner en contacto a centros educativos y empresas para
que sus intereses coincidan. Y en esa reunión debieron de venirse arriba, porque
además pactaron elaborar «un plan estratégico para las industrias culturales de
la región», hasta donde sé, a espaldas de la gran mayoría de ellas.
Acaso ambos
desconozcan el manifiesto que anda circulando por ahí desde mayo –lo publicó en
primicia ‘El Diario Montañés’–, firmado por más de ciento cincuenta
profesionales de todos los ámbitos de nuestra cultura local. En él se reclama «un
nuevo tiempo para la cultura», que supere la desidia, la falta de diálogo y la
obsesión casi enfermiza por cubrir las apariencias. Un nuevo tiempo en el que
los responsables políticos deben prestar atención a las voces que hacen cultura
a diario. Y no sólo a otras.
Oído al parche.
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