El Diario Montañés, 10 de mayo de 2017
Mil aspirantes
se han presentado en Torrelavega para cubrir veinticuatro plazas de barrendero.
Ante tal número de opositores se ha debido habilitar el ferial de ganados, un
lugar a todas luces inapropiado, para que los examinandos se enfrentaran a las
cincuenta preguntas de la prueba teórica
–mucho tino hay que tener en la
elección de las mismas para que no resulten chocantes, porque es muy difícil
calibrar por escrito la pericia en ciertas profesiones–. En cuanto a la prueba
práctica, cualquier tratado popular sobre la utilización de la escoba aconseja
barrer para casa, porque escobando hacia adentro se consiguen dos objetivos
primordiales: que nadie tenga información de los propios desperdicios y que se
pueda recoger, a resguardo de miradas indiscretas, cualquier objeto de valor
que aparezca entre las barreduras. Sin embargo, la ley no está de acuerdo con
la sabiduría popular ni con el dicho que se aplica cuando no se encuentra
alguna moneda caída al suelo: «Es igual. Déjala para el que barre». Doce
empleados de la empresa de residuos MARE lo acaban de padecer en sus propias
carnes cuando, llevados por una avaricia quizá inocente, constituyeron una
especie de cooperativa para repartirse los beneficios de los objetos de oro que
encontraban reciclando la basura. Como no conocían los entresijos del Código
Civil, que considera tal acto una apropiación indebida si no han transcurrido
dos años desde la pérdida de los objetos en cuestión, los dejaban en esos
establecimientos que tanto han proliferado con la crisis, y aliviaban la suya
con el dinero que recibían a cambio. Ahora, con gran susto para ellos y
consecuencias aún desconocidas, han sido detenidos. Así que los aspirantes al
puesto de barrendero deberán tener mucho cuidado en la prueba práctica, no sea
que algún examinador perverso coloque objetos valiosos, a modo de trampa, entre
la basura para evaluar voluntades.
En adelante,
sólo los ladrones de guante blanco podrán seguir utilizando, sin ningún cargo
de conciencia, las bolsas de basura para transportar dinero negro. Al fin y al
cabo, ellos no han encontrado el botín que otros han perdido; simplemente, lo
han robado. Un pecado menor.
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