El Diario Montañés, 17 de enero de 2018
Juegan
en Segunda B, la tercera división de siempre. No son héroes, aunque por el
relato extendido de sus hazañas en los medios puedan parecerlo. Mucha
literatura adorna sus peripecias o incide en sus fracasos. Un dolor, una
molestia, una lesión, todo es noticia. Lástima que ellos no tengan tiempo
apenas para leer o escuchar, ocupados como están en su profesión, de
entrenamiento diario y sacrificio ejemplar. Una actividad que parece imposible
de conciliar con otras zarandajas.
Juegan
en Segunda B, y cada semana apenas mil sufridos espectadores van a observar sus
evoluciones. Es una suerte de masoquismo, una apuesta por el aburrimiento
garantizado, con los sonidos del balón de fondo, multiplicados por el eco
triste de las gradas casi vacías. Abajo, en el césped, deambulan como ejemplo
vivo de un proyecto que se ha degradado, porque todo se degrada cuando no se
cuida. («Aprended, flores, en mí / lo que va de ayer a hoy / que ayer maravilla
fui / y sombra mía aun no soy»). Pero no queremos aprender y nos empeñamos en
seguir apuntalando con fichajes un proyecto fallido, cuando lo más sensato
puede ser pararse y empezar de cero, y regresar a la cantera, a los orígenes.
Pero no. Juegan en Segunda B y quieren ascender a la otra Segunda para estar
más cerca de la Primera y de sus contratos millonarios.
Aunque
de momento no están bien clasificados en esa categoría tercera, imitan los
gestos de los ídolos, se cortan el pelo a su manera y quieren tener coches como
los suyos, máxima aspiración de cualquier futbolista que se precie. Y lucen
llamativos tatuajes, como antaño los lucían marineros y piratas.
Conozco
a otros deportistas que tienen tatuados, muy discretos, cinco aros, para
mostrar el orgullo de haber participado en alguna olimpiada (María Pelaéz
Navarrete estuvo en cinco. Busquen en Google). Pero no son futbolistas. Ni
tienen sus sueldos, ni su cobertura mediática. Y es una pena porque, si alguien
se interesara por ellos, están sobradamente preparados para transmitir a los
jóvenes actitudes ejemplares.
Lo
decía Josep Maria Beá: «Cosa rara el Universo».
Completamente de acuerdo, Jesús. Me ofende ver cómo cada principio de semana, páginas y páginas de nuestra prensa se llenan de noticias, muchas veces sin mínimo interés, de fútbol y más fútbol, arrinconando o anulando las noticias de otros deportes, muchas veces, con mucho más mérito.
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