El Diario Montañés, 14 de febrero de 2018
En
pleno temporal de frío y nieve, con las carreteras al borde del cierre, la
guardia civil de tráfico ha mostrado su preocupación porque algunos conductores
–más de los deseables, según parece–, además de no llevar cadenas, tenían los neumáticos
casi lisos. En realidad, la noticia no debería sorprendernos si tenemos en
cuenta cómo están las economías familiares en nuestro país. Cuando alguien no
puede cubrir sus necesidades básicas, un cambio de neumáticos representa un
contratiempo importante, de ahí que la goma se estire al límite. Supongo que la
guardia civil de tráfico también sea consciente de que la administración,
aunque no deja de repetir que lo peor de esta crisis ya pasó, tiene descuidadas
las carreteras por falta de mantenimiento y sigue con las autovías sumidas en
la oscuridad, incluso en las intersecciones más peligrosas. Y ese desgaste y
esa falta de luz también inciden en la siniestralidad. Son restos de un oscuro
naufragio que a la mayoría nos ha hecho más pobres y nos tiene con el agua al
cuello.
No
fue el agua, sino el fuego, el causante de la destrucción de unos cuantos miles
de libros en el MAS, que, pasado el tiempo, a nadie parece haberle importado –las
expresiones «papel mojado» y «papel volatilizado» se suelen utilizar como
imágenes literarias de la indiferencia–. Las obras de arte, que por fortuna no
sufrieron deterioro, han sido ahora debidamente catalogadas para su embalaje, y
han pasado a formar parte de un museo fantasma, momificado, a temperatura
controlada. Todo muy aseado.
Tras
el incendio del MAS, las obras, que ya duraban un año, se inician de nuevo
desde el punto cero, sin proyecto ni fecha de finalización previstos. Pero,
como al personal hay que mantenerle entretenido con algo, todo este obligado
proceso de conservación y cuidados se quiere vender, con un muy estudiado
gesto, como una gesta, para satisfacción de quienes proclaman el no sexismo en
el lenguaje. Aunque para gestas, si bien temerarias, las de esos conductores
que se lanzan por necesidad a los caminos nevados con los neumáticos al límite.
Y sin descomponer el gesto.
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