El Diario Montañés, 28 de febrero de 2018
Parece
que se confirma lo que algunos sospechábamos: el Homo Neanderthalis ha pintado
en la prehistoria más de lo que le atribuían los estudiosos del tema, y además
tenía la inteligencia desarrollada para las representaciones simbólicas, que
son una de las primeras manifestaciones del arte. Es decir, que ha pintado
doblemente. Los cántabros nos hemos puesto muy contentos porque sus señales
artísticas han quedado plasmadas en las paredes de La Pasiega, en Puente
Viesgo, una prueba más de que nuestra región es infinita en riqueza rupestre.
Aquellos
lejanos vecinos, con los que según parece llegamos a intimar en algún momento
(casi un 3% de sus genes navegan por nuestro ADN), están siendo ahora
reivindicados y nos enfrentan a la duda de cómo y por qué desaparecieron tras
miles de años de convivencia. Ojalá no se confirme nunca que nuestra raza se
levantó sobre su exterminio.
Sea
como fuere, ante la noticia de tales hallazgos algunos responsables políticos
han comenzado a mostrar su entusiasmo y, aunque España no ha dado ni un euro
para la investigación que ha hecho posible los descubrimientos («cero euros»,
dice textualmente Marcos García, uno de los investigadores), ya se están
situando para quedar bien colocados en la foto, no en vano el oportunismo es
una de las claves del éxito como especie del Homo Sapiens Sapiens.
Últimamente,
sin embargo, estamos dando muestras de que quizás seamos menos sabios de lo que
suponemos –o que no lo somos con esa redundante soberbia del ‘sapiens sapiens’–.
Lo revelan los recortes en la libertad de expresión y el preocupante regreso de
la censura, que han supuesto un retroceso hasta costumbres que creíamos
superadas pero que siguen muy arraigadas en nuestra cadena cromosómica,
herencia natural de un tiempo en que los jefes de la tribu mantenían su poder sobre
el grupo con la fuerza, el temor y el control rígido.
Es
una lástima que en nuestro genoma sólo haya un 3% de herencia neanderthal,
porque con un porcentaje más elevado quizás nos hubiese ido mejor. Con los
otros genes ya sabemos hasta dónde y cómo hemos llegado.
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