El Diario Montañés, 2 de mayo de 2018
La
semana ha estado cargada de noticias. A las ya habituales del espigón que no
cesa –alfanje de piedra y lodo que hiere de muerte el paisaje–, del Metro-TUS
que no carrula y de la turborrotonda que no descongestiona, se ha sumado ahora
la sospecha de que por las contrataciones del Servicio Cántabro de Salud
discurren aguas turbias que pueden estancar los desagües de las buenas
prácticas. El Sindicato de Médicos le ha añadido más gasolina al fuego y ha
denunciado, entre otras cosas, que los profesionales sanitarios están evaluados
por un programa informático privado que tiene como objetivo último
clasificarlos en buenos o malos según deriven a sus clientes al hospital o a
casa y según prescriban tal o cual medicamento, siempre con la perspectiva de
poner el ahorro por delante de la salud –lo mismo que están haciendo quienes
viajan a Turquía para someterse a implantes capilares baratos, sin tener en
cuenta que el ahorro en cuestiones de salud suele resultar muy caro–. Revilla,
ante acusaciones tan graves, ha decidido coger al toro por los cuernos, ha
encargado una investigación que desatasque el asunto y ha prometido que no le
temblará el pulso a la hora de cortar cabezas.
Tampoco
le tiembla cuando firma libros, pero el marketing editorial, quienes llevan su
agenda, o él mismo –vaya usted a saber– han elegido hacerlo fuera de la feria
del libro de Santander, lugar donde libreros y editores cántabros se encuentran
con el público lector. Y no digo yo que el presidente no pueda dedicar sus
obras donde le venga en gana, pero este año la casi coincidencia de fechas de
firma y feria hace que la cosa pueda parecer un desprecio.
Una
pena, porque con un gesto tan sencillo podría haber atraído público para darle
ambiente a la carpa y vida a la facturación, algo que necesita mucho este mundo
cultural en el que unos cuantos profesionales luchan para que las ideas –el
alimento espiritual de las personas– sigan volando en las páginas de papel. Por
eso los libros merecen tanta promoción como otras cosas del comer.
A ver si le va a pasar como a Cifuentes con el caiga quien caiga que le busquen las cosquillas, digo, los chanchullos, si los tiene.
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