El Diario Montañés, 10 de enero de 2019 (viñeta de Gustavo García)
Los
Reyes Magos han llegado a las ciudades más importantes de nuestro país
utilizando aviones o helicópteros, como hace Pedro Sánchez. No debe extrañarnos
porque los cuatro tienen mucho trabajo, los magos una noche al año y Sánchez
cada minuto de su atribulada presidencia. El PP le había pedido este año a los
de Oriente, con la intermediación de la carta de un niño, la muerte del
presidente, algo que, aunque sea en plan de humor, no se le debe desear a
nadie. Se nota que los de Casado andan desorientados tras sus conversaciones
andaluzas con Vox, un partido que está haciendo que se tambaleen las tibias certezas
democráticas de algunos, hasta el punto de hacerlos cambiar de opinión en temas
que creíamos inamovibles. Todo sea por tocar el poder.
Pese
a que María José Sáenz de Buruaga sentía en el ambiente de la calle que el PP iba
a ganar las elecciones en Cantabria, en su partido se han empeñado en ponerle
las cosas difíciles y en hurgar en la herida mal cerrada del Congreso Regional.
Esta semana salieron a la palestra varios nombres para encabezar las listas
regionales, dejando su opinión de lado. Y si bien alguna candidatura podía ser
coherente por el rodaje político de los presuntos implicados, la de Ruth Beitia
parece desatinada. No hay que confundir el perfil deportivo de la excepcional
atleta con otras capacidades, porque en este negociado, a diferencia de lo que aprendimos
en la mili, el valor hay que demostrarlo. Y hay saltos a los que Beitia,
consciente de que no está preparada para ellos, debería haber renunciado.
Platón
creía que los dirigentes políticos tenían que ser filósofos, gentes capacitadas,
gentes de conocimiento. Llevar a la práctica su pensamiento es una hipótesis
ilusoria, imposible en estos tiempos, pero tampoco se debería elegir a los
candidatos solo por su imagen, sin tener en cuenta otros valores necesarios. De
todos modos, en el PP de Cantabria, con esta decisión, el mal ya está hecho y
la discordia sembrada. Otro regalo de reyes para Revilla. Y sin haberlo pedido
por carta.
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