El Diario Montañés, 5 de junio de 2019
Con
casi treinta grados han vuelto a salir las bufandas de los armarios. Parece un
contrasentido, pero con el ascenso del Racing merecía la pena hacer tal
esfuerzo, por eso las calles se han llenado de colores blanquiverdes. Que sea
para bien. Ya se sabe que el deporte puede ser una fuente de ingresos
turísticos para las ciudades. Y la cultura, también. Lo ha dicho el
representante de Vox en el ayuntamiento de Santander, que se ha postulado para
entrar en el gobierno municipal en esa área, «porque repercute de forma
decisiva en el turismo y en el comercio».
Debo
confesar que yo he sido uno de los mayores impulsores de Vox durante años.
Desde que Grupo Anaya adquiriera la marca de diccionarios, los promocioné en colegios
e institutos («Necesitas un Vox», ¿recuerdan?), e incluso en mi época de
gerente en Euskadi publicamos uno de euskera-castellano/castellano-euskera. La
casa Vox –ahora agraviada por el nombre del partido– ha sido implacable defensora
de la diversa realidad cultural y lingüística de nuestro país. Y con sus
publicaciones ha contribuido a preservarlas. El partido, por el contrario, defiende
la uniformidad cultural, y a sus militantes no les duelen prendas en manifestar
que pretenden «acabar con la política de subvenciones al cine progre», porque
ese cine no es cultura. Por ahí se empieza –cuestionando lo que es o no
cultura– y luego se sigue con todo lo demás. Imaginen si, como premio de
consolación, sale la segunda propuesta del mencionado representante de Vox, que
ha dicho que lo que de verdad le gustaría es ponerse al frente de la policía
local de Santander. Aviados estaríamos.
Mi
tía Pilar era costurera. Un día descubrí que tenía una cajita llena de canutos
sin hilo. Le pregunté que para qué los guardaba. Entonces, muy niño, no entendí
una respuesta que hoy me parece llena de clarividencia: «Para que aprendan
hacer la ‘o’ los que no saben». Es evidente que en cuestiones culturales hay
muchos que no saben hacer la ‘o’ con un canuto. Les sale siempre el cero de la intolerancia.
La negación de la libertad. La nada.
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