miércoles, 12 de junio de 2019

TRES PRESIDENTES (12 de junio de 2019)



El Diario Montañés, 12 de junio de 2019

Regreso a Cantabria, en tren, desde Madrid. La feria del libro ha ocupado nuestros afanes del fin de semana. Hasta Segovia viajo junto a una señora discreta y callada; llega al destino y ocupa su asiento un septuagenario vestido de chándal. Es argentino. Imposible permanecer a su lado sin conversar –y no es tópico, es una realidad contrastada–. Inicia la charla como quien no quiere la cosa, y al momento me está comentando que vive en Norteamérica desde hace cuarenta años y, jubilado, pasa temporadas viajando por España para conocer su arte y su gastronomía (bendito retiro dorado, pienso). Se dirige a Valladolid, donde pretende visitar varios edificios históricos antes de emprender camino hacia Sevilla, según él, la esencia de lo español. Con naturalidad, la conversación deriva desde el arte románico al presidente de América. «Ahora hace la guerra utilizando bancos, en vez de bombas –me dice, refiriéndose a los bloqueos económicos que está emprendiendo por doquier–, así hay menos muertos de manera directa. No tiene buen inglés, ni vocabulario culto, pero habla como se habla en la América profunda y ellos lo entienden porque se expresan en su mismo lenguaje de verdulera». «Así será –le contesto–, pero lo cierto es que pretende convertirse, si no lo es ya, en amo del mundo. Mire usted en qué manos estamos». «La suya es una guerra global que tiene a la tecnología y a la economía como ejes prioritarios –añade–. Sabe que quien domine ambas disciplinas dominará el corralito mundial, y a eso, como empresario que es, dedicará su etapa presidencial». Llegamos a Valladolid y nos despedimos. Recapacito. Los afanes de nuestro presidente nacional van por caminos mucho más modestos. Y los de nuestro presidente regional, no digamos. Ojalá que Sánchez, entre otros objetivos, consiga pensiones que nos permitan viajar como este norteamericano de origen argentino; y que Revilla alcance las cuatro prioridades que firmará en el acuerdo con el gobierno central.
De momento, el tren llega a Santander con veintinueve minutos de retraso. Una pena, un minuto más y nos habrían devuelto el 50% del coste del billete.

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