El Diario Montañés, 17 de julio de 2019
Hubo
un tiempo en que llegué a creérmelo. Valderredible abajo, todas las regiones,
hasta el Mediterráneo, dependían de la esplendidez que mostráramos los
cántabros con el agua del pantano del Ebro, que considerábamos nuestra. Revilla,
incluso, envió un mensaje, entre «jocoso y amenazante», a Artur Mas –hace
cuatro años, más o menos por estas fechas–, por su deriva independentista: «que
no se ponga tonto, que el pantano está aquí». Y media España, sino toda, respiró
con satisfacción y cierta prepotencia, imaginando el desierto en que podía
convertirse una Cataluña independiente. ¿Quieren emancipación?, pues que se la
den, pero sin nuestra agua. ¡Qué se habrán creído! Nosotros teníamos en la mano
el mango y la sartén. O eso creíamos.
Pero
el mazazo de la realidad, ¡ay!, suele despertarnos abruptamente de los sueños.
Resulta que hemos pasado de amenazar a Cataluña con sequías de proporciones
bíblicas, a no poder disponer de agua, siquiera para Santander, incluso con el
pantano al 90% de su capacidad. Ahora nos hemos enterado de que la decisión de
poner en marcha la Autovía del Agua no es nuestra, sino de instancias
superiores. Y la Autovía permanece cerrada, con el pantano lleno, como lo
estuvo cinco días la de Torrelavega por un argayo que produjo el exceso de
agua.
La
realidad pone cancelas en el umbral de los deseos, aunque no en los bolsillos
de los diputados nacionales. Los de la decimotercera legislatura trabajarán
cuatro días, desde las elecciones hasta las vacaciones de agosto, y van a
cobrar tres mensualidades de 2.982 euros brutos (sin contar complementos ni
ayudas «por gastos
indispensables»). Lo
paradójico es que la solución del conflicto del agua quizá dependa de que se
pongan de acuerdo para elegir un presidente que pueda gobernar. Aunque para
otras cuestiones el presidente en funciones ha andado listo: su Consejo de
Ministros ha autorizado la adquisición de 346 blindados para el ejército por
valor de 2.083 millones de euros, alegando que se trata de una decisión
técnica, no política.
Se
ve que la del agua es una decisión política. Pues que la aborden. Para eso los
pagamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario