El Diario Montañés, 24 de julio de 2019
El
Móstoles Balompié ha ascendido a la tercera división nacional de fútbol y ha
aprovechado la hazaña para cambiar su nombre: Flat Earth FC (Tierra Plana FC).
Su presidente, Javi Poves, se dedicó al fútbol hasta que lo atrapó la
irracionalidad del terraplanismo y, aprovechando que este deporte es el más
mediático, pretende extender el pensamiento plano de su mente «a todas aquellas
personas que buscan respuestas» –cómo se quedan algunas cabezas de tanto golpear
el esférico–. Precisamente para ello aprovechó hace días la entrevista que le
hicieron en una emisora nacional de radio en horario de máxima audiencia. Casi
una hora estuvo hablando de tamaña gilipollez.
En
julio del pasado año, Iker Casillas publicó en Twitter que él no creía que el
hombre hubiese ido a la luna. Un mal ejemplo para los jóvenes, porque tiene
tantos seguidores en esa red social que superó la audiencia del presidente
mostoleño. Está claro que, salvo excepciones, del mundo del fútbol no solemos
sacar grandes enseñanzas culturales.
En
el de la política tampoco estamos muy sobrados. La diputada socialista por
Castellón, Susana Ros, se ha lanzado a la piscina desde el balcón de Facebook
para decir que desconfía de la llegada del hombre a la luna, porque le resulta
sospechoso que después de cincuenta años no se haya vuelto a ir (bendita
ignorante, desconocedora de que tras Armstrong y Aldrin diez hombres más
hollaron el «polisón de nardos» de nuestro satélite). Doce hombres en total,
para desesperación de Carmen Calvo, vicepresidenta del gobierno de Sánchez, incansable
luchadora por la igualdad de géneros, que asegura que el feminismo no es de
todas, que históricamente solo se lo ha «currado» el socialismo.
Refiere
el periodista Francisco Rubiales que en una ocasión le preguntaron a un
consejero de cultura por sus conocimientos culturales. «No son muchos
–contestó–, pero conozco muy bien a mi partido».
A
lo mejor teníamos que hacer caso a la mencionada Calvo, cuando, en un encuentro
mundial de ministros, manifestó su deseo de que fuese la UNESCO quien legislase
culturalmente para todos los planetas. Manda huevos, que diría Trillo.
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